Templarios, la batalla de El Álamo y otras cosillas que escribí y yo sé por qué

Este capítulo pertenece a un libro mío ya agotado en que hablo de la parte negativa del Temple.

 

Y, los panegíricos que muchos autores hacen de dicha Orden los comparaba en dicho libro con las mentiras que se han contado sobre la batalla del El Álamo por parte de los tejanos y más tarde los EEUU contra los solados mexicanos ( mira que me cae mal su actual presidente, el populista Obrador o Cobrador o cómo se llame el tal…)

 

Aquí lo dejo

El día 6 de marzo de 1836, cuando apenas empezaba a clarear el día, 183 hombres, principalmente norteamericanos aunque los había de otras procedencias, armados hasta los dientes, esperaban junto a muros y parapetos a que un enemigo muy superior en número, pues se supone que eran más de tres mil, e incluso mejor armado ( y mandados por oficiales profesionales) gracias a su tren de artillería, arremetiera contra la antigua misión española, convertida en aquellos momentos en una pequeña y rudimentaria fortaleza.

Entre los muros secos de sol y centenarios, estaban tres hombres que se harían célebres e incluso legendarios tras su muerte. El joven e inexperto comandante de los sitiadores, William Barret Travis, el rico y valiente Jim Bowie, famoso por su enigmático y ya legendario cuchillo ( el cual ha creado escuela) y sus duelos, siempre victoriosos, a muerte, y el camorrista, bebedor y fanfarrón cazador y explorador David Crockett. El primero murió en los primeros momentos del asalto. El segundo sólo tuvo la oportunidad de demostrar su valor, que nadie puede poner en duda, matando de un disparo a quemarropa a un soldado mejicano desde su cama, ya que los últimos días los pasó acostado, sufriendo de lacerantes dolores, posiblemente debidos a una hernia discal. El tercero, según las pocas crónicas hechas ese mismo día, fue muerto a golpes de bayoneta y machete por los soldados mejicanos; una vez finalizado el combate, se le encontró junto a otros cuatro (otros dicen que solo dos) compañeros, escondido entre sacos, barriles y vituallas, e incluso se dice, aunque quizá se trate solamente de una calumnia, que estaba disfrazado de mujer, para pasar desapercibido.

Desde que sonó el primer disparo hasta que el fuerte-misión, cayó en manos de las tropas regulares mejicanas del general Antonio Miguel de Santa Ana, transcurrieron NOVENTA minutos. Ese cruento suceso es actualmente conocido y magnificado como la batalla de El Álamo.

Quien más quien menos ha visto, en alguna ocasión, el film interpretado y dirigido por  el patriotero e impresionante actor norteamericano John Wayne,  el impecable Richard Widmark, y el siempre polémico y variable Laurence Harvey, entre otros, y cuyo guión, obra de James Edward Grant, si lo comparamos con el suceso histórico que al parecer es el real, solo coincide en la fecha, el lugar, San Antonio de Béjar (Tejas) y una contienda que seguiría aún durante bastantes meses y que enfrentaría a  tejanos y  mejicanos, con el beneplácito, cuando no la instigación directa, de los ya por entonces expansionistas Estados Unidos de Norteamérica.

Antes de continuar, que quede claro que no queremos, en absoluto, sacar ni un ápice de valor y consideración a los hombres de los dos bandos. Hombres que murieron por unos nobles ideales, hecho que, personalmente, consideramos totalmente digno de admiración y respeto. Sólo hacemos mención de este bélico acontecimiento para que el lector vea cómo en algo sucedido hace menos de dos siglos, la gente—lógicamente los norteamericanos— ha hecho de una cortísima batalla todo un hecho épico y ha intentado y conseguido, como ya es habitual en ellos, que personajes con “sombras” ( como Crockett,  por ejemplo, o el presumido y absurdo en ocasiones, Travis) estén rodeados, en cambio, de “luces” y que con el paso de las décadas, la mayoría de la gente crea en la versión “patriotera” y manipulada de unos para olvidar lo que realmente sucedió en aquello que, el historiador Edoward Bobrowski, especialista en el tema, denominó en uno de sus trabajos al respecto, como “Los noventa trágicos minutos del Álamo” .

Algo muy parecido ha sucedido con el tema de los Caballeros del Temple. Nadie puede dudar que, durante su existencia, fueron una gran potencia militar, religiosa y política  (sin olvidar la muy importante parte económica) y que sus guerreros contribuyeron extraordinariamente a la “reconquista” temporal de los llamados Lugares Sagrados o Santos Lugares durante las cruzadas en Tierra Santa. También es verdad que fueron ellos los que, muy posiblemente, abrieran las puertas de la luz a una Edad Media llena de oscurantismo, ya que es más que probable que el siempre maravilloso, impresionante y hermético estilo gótico, verdadera enciclopedia de los distintos SABERES ( geometría, simbología, arquitectura, ingeniería, alquimia, matemática, escultura, astronomía, astrología…) puede que tuviera más relaciones con los templarios de lo que habitualmente se dice. Sobre este tema, mencionaremos una teoría que asegura que además de coincidir prácticamente el nacimiento del gótico con el comienzo de la Orden del Temple, las grandes cantidades de dinero que en un principio se destinaron a erigir las grandes catedrales solo podían salir de las dos grandes potencias económicas del momento (además de las aportaciones voluntarias): judíos y templarios; y los primeros no eran precisamente muy dados a invertir su dinero en monumentos cristianos. Pensemos que no será simple casualidad, o al menos eso creemos, que el primer edificio religioso que podemos definir como gótico, el de Sant Denís, fue mandado construir por el abad Suger en 1137, y este religioso, era amigo personal de Benardo de Clairvaux, promotor del Temple. Otro factor a tener en cuenta es el auge que los templarios dan al culto primordial a la Virgen, bastante secundario hasta entonces, incluidas muy particularmente las de color negro, o lo que es lo mismo, el regreso a la ancestral devoción hacia la Gran Diosa Mater, la Madre Primigenia, tan común en todas las culturas y civilizaciones y que se remonta a los primeros pasos trascendentales del hombre, el cual regresó a la “casi” cristianizada Europa, de la manos de esos guerreros-monjes. Otro aspecto que no debemos olvidar es la gran movilidad que dieron a la economía y el comercio europeo y que muy posiblemente fueron, como veremos en otro capítulo, la piedra primordial de lo que hoy es la economía de Occidente, y los “padres” de la banca en Europa. Llegados a este punto, creemos interesante citar la controvertida, y posiblemente algo exagerada, frase del historiador especializado en órdenes militares medievales Desmond Seward: Ninguna otra institución medieval ha hecho tanto para el auge del capitalismo.

Sus conocimientos esotéricos fueron, sin ningún tipo de duda, una realidad. Tanto la geobiología, simbología, hermetismo, arquitectura sagrada, como aspectos de la magia cósmico-telúrica que hoy nos pueden parecer fantasiosos. Sus contactos durante las cruzadas con los movimientos y las escuelas místicas e iniciáticas de Oriente, principalmente de Egipto y la antigua Mesopotamia, e incluso con la misteriosa secta de los “asesinos”, de los que hablaremos extensamente en otro capítulo de este libro, les introdujeron en unos conocimientos de los que Europa, exceptuando quizá la culta España musulmana y los principales enclaves con población judía, tan siquiera conocían y que, en algunos casos, pudieron iniciarlos en secretos perdidos. Libros antiguos, que se remontaban a siglos o quizá milenios, pudieron muy fácilmente ser consultados por algunos dirigentes templarios durantes sus correrías por tierras orientales, y en ellos aprendieron conocimientos que la oscurantista y supersticiosa Europa, siempre férreamente vigilada de cerca por la dogmática Iglesia Católica, hubiera sin duda anatemizado.

Pero, en general, se tiende a creer—y pensamos que de forma totalmente equivocada—, que TODOS los templarios estaban iniciados en antiguos y trascendentales secretos provenientes, quizás, de antiguas y casi olvidadas civilizaciones, desde las mesopotámicas, hasta la siempre fascinante del País del Nilo. No dudamos ni un sólo momento en afirmar que la cúpula jerárquica del Temple, o más aún, una élite dentro de la orden, sí que tuvo unos conocimientos esotéricos muy importantes que, entre otras cosas, les llevó a desear la posesión de antiguos enclaves sagrados, secretos que incluso actualmente pueden en parte haber heredado sociedades más o menos secretas, como los francmasones, por ejemplo. Sobre este elitismo, el investigador Gillete Ziegler, autor del libro Les Templiers asegura que existió en el Temple una regla diferente a la “oficial”, que era conocida solo por algunos, y no todos, de sus dirigentes, y que tras la persecución de la orden por el papa y el rey de Francia, habría sido destruida, o quizá, ocultada.

Como vemos, esto es muy  distinto a pensar que por el hecho de ser miembro de la orden del Temple, en sus distintos grados o categorías, todos ellos fueran unos “iniciados” en los grandes secretos, y guardianes de Verdades Desconocidas, como el Santo Grial, o el Arca de la Alianza, o la descendencia de Jesús, tema actualmente muy de moda. Hay mucha diferencia entre estas dos afirmaciones, y no somos los únicos en estar convencido sobre ello, pues los periodistas Lorenzo Fernández Bueno y Josep Guijarro Triadó, en su interesante libro Rex Mundi (ver bibliografía) opinan aproximadamente lo mismo y dicen textualmente: sabido es que los templarios, guerreros primero y monjes después, eran un grupo hermético, enormemente estructurado y jerarquizado , donde cada miembro tenía su lugar, y no todos, sabían lo mismo. El conocimiento, no llegaba a todos por igual. Estamos totalmente de acuerdo con ambos periodistas, los que además, y en el mismo trabajo, dicen al hablar de los templarios y sus “supuestos” amigos los cátaros y su  cuestionada “custodia” del Santo Grial: Seguramente el Grial, nada tiene que ver con un linaje de sangre, cuya importancia es irrelevante, puesto que puede verse truncado en cualquier momento por un accidente, una enfermedad, un caso de esterelidad…y seguramente tampoco es un cáliz, pues para ellos Jesús, era uno más, que andaba por la Tierra; en todo caso, Jesús no fue Cristo, hasta que estuvo en la cruz ( sin entrar en detalles sobre si murió o no murió en ella). Palabras que hacen pensar mucho sobre el Conocimiento real que tuvieron “algunos” dirigentes del Temple, y principalmente sobre cual era realmente su OBJETIVO FINAL..

Hemos de pensar que en una encomienda normal, podían vivir cuatro o cinco caballeros del Temple, más una veintena de sargentos, y quizá medio centenar de peones y auxiliares, de los cuales, posiblemente, y en el mejor de los casos, solamente “alguno” de los escasos caballeros, podían estar al corriente de parte de los secretos que conoció, y supo guardar perfectamente la Orden.

Desde hace ya muchas décadas, nos atrevemos a decir que desde la eclosión del neoesoterismo histórico de finales del siglo XIX, existe una verdadera corriente de simpatía, en ocasiones casi patológica, hacia los templarios y todo lo que les rodea o rodeó en su momento. Grupos neotemplarios están afincados en toda Europa e incluso, lo que es más curioso, en Hispanoamérica y los Estados Unidos, y en algunas ocasiones, entre estos mismos grupos, se disputan quiénes son los “verdaderos” herederos del Temple original. Pensemos que el año 1981, el Vaticano hizo un curioso estudio sobre las sociedades y organizaciones que se decían vinculadas, cuando no herederas, del Temple. Los resultados fueran abrumadores ya que se encontraron más de 400. Algunas de dichas asociaciones y organizaciones eran totalmente altruistas y benéficas y se dedicaban y siguen haciéndolo, a la ayuda a gente necesitada y a enfermos; otras, culturales e incluso folklóricas, y bastantes, simplemente sectarias o de dudosos propósitos. Llegados a este punto, voy a comentar una anécdota que fue uno de los primeros detonantes que me hizo, un ya lejano día, pensar en escribir un trabajo sobre la parte “oscura” y menos conocida de dicha orden.

Hace ya bastantes años, fui invitado a un debate sobre la Orden Templaria que se emitió en lo que por entonces se llamaba Canal 8 TV y actualmente es Barcelona TV. El programa era conducido y supuestamente moderado, por el siempre correcto y sobrio director de cine y televisión Francesc Herrera. Los protagonistas del debate, que fue de lo más “caliente” que se emitió en aquellos tiempos, ya que la “tele-basura”, actualmente omnipresente en los diferentes canales de televisión afortunadamente aún no había llegado de forma generalizada a nuestras pantallas, éramos el polémico periodista y fundador de la decana revista esotérica y paracientífica Karma 7 ( de la que yo era por aquel entonces coordinador de redacción), Josep María Armengou Marsáns (1), una persona radicalmente nacionalista, un medievalista de cuyo nombre no puedo acordarme, y que pese a haber intentado conectar con los encargados del archivo de dicho canal, nada queda al parecer sobre dicha grabación,  y por lo tanto, no puedo recuperar su nombre, dos miembros de asociaciones neotemplarias, de origen sudamericano, y el autor. Que el programa iba a ser “visceral” pudo intuirse desde un principio, pues incluso antes de empezar la grabación, y por una extraña casualidad premonitoria, explotaron sin razón aparente dos de los focos del improvisado estudio televisivo, que en aquel momento, se encontraba en la popular y céntrica sala Abraixas de la Ciudad Condal..

Tras la introducción por parte del director-moderador, el medievalista hizo una aséptica e interesante crónica de quiénes fueron históricamente los templarios, y su influencia en la Europa medieval, principalmente en Cataluña y más tarde en la Corona de Aragón. Seguidamente, Armengou, muy fiel a su ideología, afirmó que dicha orden había sido fundada por un caballero catalán, concretamente por Hug de Pinós, miembro de una rancia y noble estirpe pirenaica, tema éste, que desde el siglo XVII, ha venido comentándose en más de una ocasión, y que relaciona a este caballero pirenaico con el fundador del Temple, Hug de Payns. Seguidamente, fueron los dos hispanoamericanos quienes hicieron un encendido panegírico de la orden militar, asegurando que fueron santos varones, que estuvieron en posesión del Santo Grial, que fueron los defensores de la cristiandad ante la barbarie sarracena, verdaderos ángeles custodios de los peregrinos y prácticamente que cualquier avance de la Edad Media había sido obra de los monjes-guerreros y que, lógicamente, ellos, los miembros de su orden neotemplaria, eran los “sucesores verdaderos” y “únicos” herederos de todos sus milenarios secretos. Mi intervención fue más heterodoxa, comentando que no todo eran luces en la historia del Temple, sino que habían bastante sombras en sus casi dos siglos de existencia. El revuelo, la indignación, e incluso la agresividad verbal de los dos sudamericanos, fue desproporcionada, y lo que tenía que ser un tranquilo debate terminó en un enfrentamiento verbal que, en algunos momentos, superó las normas más básicas de la educación, lo que fue in crescendo al hacer Armengou un comentario que hoy diríamos xenófobo sobre aquellos dos neotemplarios de ultramar. Terminada la grabación, continuó el desagradable espectáculo debido al mal entendido entre los dos “neotemplarios” y el fundador de Karma 7 sobre la posesión templaria de Tortosa, pues mientras uno se refería a la ciudad catalana, uno de los últimos enclaves musulmanes en tierras catalanas, los otros lo hacían en referencia a lo que fue importante enclave y fortaleza templaria desde el año 1152 durante las cruzadas, y situada en territorio sarraceno, concretamente en una zona muy estratégica de la por entonces poderosa Siria, y frente a la cual, en un islote rocoso, se levantó, como veremos más tarde, el último baluarte de los templarios en Oriente. La única conclusión que saqué del acalorado debate es que había gente que, bien por convicción, cuando no, por intereses personales ( incluso económicos y lucrativos en algún caso), eran capaces, no solamente de monopolizar a los antiguos templarios, sino de lo que es igualmente negativo, de desmentir cualquier “mancha negra” o sombra en la historia de aquellos hombres armados y rudos.

Se tiene que ser muy dogmático o muy cerril de mente para no aceptar que en una institución tan poderosa y con una larga trayectoria de casi dos siglos, y donde militaron docenas, posiblemente cientos de miles de hombres, guerreros, y que llegaron a poseer un gran poder en todos los sentidos, no lo olvidemos, no pudieran existir muchos aspectos negativos y deleznables, aunque parece que exista un pacto de silencio sobre esa otra historia del Temple.

Así me lo hizo ver un día, mientras comíamos en un agradable restaurante de la antigua y bella ciudad francesa de Carcasona, el historiador galo Jean Louis Gasch, con el que había tenido cierta polémica durante el primer congreso de “Catarismo y Gnosis” celebrado en la milenaria ciudad amurallada, tema del que hablaremos más adelante. Concretamente el francés me comentó las malas acciones, algunas de ellas bélicas, que los templarios habían realizado en tierras occitanas contra los cátaros, y de las que al parecer, la mayoría de investigadores, preferían dejar en el olvido, y de las que comentaremos algunos casos en un capítulo posterior.

Quizá por estas anécdotas que he comentado, decidí escribir este trabajo, que vuelvo a repetir, no es ningún “ataque” a los caballeros templarios y su institución, de la que ya he escrito abundantemente en otros libros anteriores, y de forma generalmente favorable, sino presentar al público una serie de acontecimientos históricos, que sucedieron, fueron reales, llevados a cabo por hombre de carne y huesos, con sus virtudes y defectos, que de todo lo hubo, y que en cambio, la mayoría de investigadores, prefieren, por desconocimiento o por “simpatías”, obviar.

Un ejemplo sería el del Gran Maestre Gerard de Ridefort, al que dedicamos un capítulo entero en este libro, y que siendo la máxima autoridad del Temple en su momento, reunía en su persona casi todos los pecados que puede tener un hombre, exceptuando la cobardía, la cual tampoco está clara. Soberbia, codicia, orgullo, violencia, ira, defectos todos ellos que pasaron a ser símbolo y señal templaria para los muchos enemigos del Temple en su momento.

Antes de continuar, prefiero ser repetitivo y reafirma, que la parte positiva de los templarios es digna de gran elogio, y mucho más, en la Península Ibérica, en que jugaron un importante papel en la reconquista contra los árabes, o en el apoyo que sin duda aportaron y ya hemos mencionado anteriormente al precioso y hermético estilo gótico, que llenó Europa, empezando por Francia, cuna del templarismo, de magníficas catedrales (2), pero de eso ya se han ocupado sobradamente otros autores, incluso yo mismo, en otras obras. En las páginas que vienen a continuación, sólo tenemos por objetivo presentar una serie de sucesos históricos que demuestran que no todo es oro lo que reluce y que los monjes-guerreros más famosos, sin duda, de todos los tiempos, tuvieron en algunas ocasiones, una cara “siniestra”, muy lejana a la caballerosidad y piedad cristiana que siempre se les supone (3).

 

  • Supongo que el hecho de ser invitados al debate Josep María Armengou y yo, se debió entre otras cosas, a que él, como director, y yo, como jefe de redacción ( durante los primeros números), formábamos junto a Armand de Sant Bernat ( pseudónimo del esoterista y escritor especializado en temas religiosos Lluis Utset) y Silvia Ferré, el staff de la publicación Cuadernos de investigación templaria, la única revista ( de venta por suscripción) especializada que nosotros sepamos, que existía por aquel entonces en España sobre el Temple. Más tarde se supo que algunas de las entrevistas aparecidas en dicha publicación, y firmadas por A. Lavaix Escales, habían sido manipuladas, y que incluso tras ese pseudónimo, se encontraba posiblemente el mismo director de los cuadernos. Aquello fue el final de dicha publicación.
  • Para los interesados en el arte gótico, y principalmente en sus catedrales, aconsejamos el libro La cuna de las catedrales ( ver bibliografía)

Al final de esta obra, presentamos una escogida selección de obras sobre el Temple, que pueden servir como ayuda a los lectores que deseen ampliar su estudio sobre dicha

 

El autor

Periodista y escritor, mis pasos me han llevado a moverme por el mundo del misterio y de todo lo que tiene dos explicaciones: la ortodoxa y la heterodoxa

Venecia y sus misterios. Capital vampírica de Europa

Venecia, capital vampírica de Europa.

 

Es comúnmente aceptado por todos que la capital cultural de Europa es París, la política Bruselas, y posiblemente la económica Frankfurt. Pero lo que la mayoría de la gente desconoce es que el Viejo Continente tiene otra capital: la vampírica.

Muchos especialistas en el vampirismo reconocen que si una ciudad de Europa merece por méritos propios y desde hace muchísimos siglos el “honor” de ser considerada como la capital del vampirismo en todos sus aspectos, ésa población es Venecia, la preciosa, turística y romántica Ciudad de los Canales.

Sus recoletos puentes, palacios milenarios, barrios lacustres, pequeñas lagunas interiores y demás superficie que es recorrida por cientos de pequeños y grandes canales es, desde la más remota antigüedad, un lugar de cultos que formar parte con todo merecimiento, de la Magia Póstuma, del Vampirismo en estado puro.

Hace décadas dos escritores especialistas en el tema del vampirismo ya dedicaron sendos trabajos y estudios a la pervivencia del vampirismo en Venecia.

Uno fue el siempre polémico escritor e investigador francés Jean Paule Bourré; el otro, Miguel Monti quien dijo en referencia a dicha ciudad y su fama relacionada con la Magia Póstuma “Venecia me fascina, tiene magia, tiene algo de maravilloso y tenebroso a la vez, en ocasiones, absorbida por la niebla, me da incluso miedo, un miedo casi sensual y que sobrepasa a la muerte”.

 

Todo empezó hace mucho tiempo: el Dragón Sediento de Sangre.

Aunque nos situemos en tiempos protohistóricos, y los datos que tenemos son muy escasos, podemos pensar que los primeros devaneos entre lo que actualmente conocemos como Venecia y el vampirismo se remontan a una época tan remota como la de la llegada a la zona de los vénetos, el pueblo que dio nombre a la región y seguidamente a la hermosa ciudad.

Oficialmente la ciudad fue fundada en el siglo V de nuestra era por los ciudadanos romanos que huían de los constantes ataques de los bárbaros, pero se da por seguro que ya en el siglo VIII antes de Cristo allí habitaron tribus, los protovenetos, que tenían como una de sus máximas divinidades, sino la más importante, a un sanguinario “Dragón de la Laguna”. Una criatura diabólica, cruel y asesina a la que se rendía un culto de sangre y muerte y a la que se ofrecían regularmente sacrificios humanos para apaciguarlo en sus crueles exigencias.

Este culto no desaparecería con la llegada de los más civilizados romanos, ni mucho menos. Incluso a partir de los primeros siglos de la Alta Edad Media, cuando empiezan a ser habitadas y habilitadas como ciudad una buena parte de las 118 islas que componen la ciudad, aquella localidad lacustre, unida entre sí por rústicos puentes (actualmente existen sobre 455) observa cómo el culto al Gran Dragón de la Laguna se acentúa cada vez más.

Las nieblas que desprenden los insalubres pantanos, el clima propia de la Gran Laguna, lo inhóspito de muchas de sus islas, algunas todavía hoy con fama de estar malditas, y su aislamiento natural convierten la lacustre ciudad en el lugar idóneo para que busquen en ella refugio los seguidores de la más oculta (y peligrosa) de las artes mágicas: la Magia Póstuma, que confiere el poder de vencer a la muerte y ser inmortales.

 

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Aparece Abramelín el Mago.

Aunque de los primeros siglos de la Edad Media sólo sabemos que en Venecia se practicaron diferentes ritos, principalmente sacrificios relacionados con la Magia Póstuma y el vampirismo de los que apenas quedan algunas crónicas en sus archivos ducales, la ciudad recibe el espaldarazo que la consigna como capital vampírica del mundo medieval gracia a un misterioso y tenebroso personaje del que se ha escrito bastante aunque realmente muy poco se conoce sobre su vida real. Tan siquiera su verdadera fecha de nacimiento.

Se trata de Abramelín el Mago del que algunos ocultistas aseguran que era de origen egipcio, aunque judío.

Este practicante de la magia en todas sus facetas llegó a la ciudad muy posiblemente atraído por su importantísimo barrio judío, fundado en el siglo XI, y conocido como ghetto. Palabra que poco más tarde se extendería y daría nombre a los barrios judíos en muchos lugares del planeta.

Llegó posiblemente buscando no sólo a los grandes maestros cabalistas que habitaban (todavía los hay en la actualidad) Venecia, si no a los iniciados en el Culto al Gran Dragón de la Laguna.

Abramelín llegó a la ciudad de los canales en algún momento impreciso de principio del siglo XV.

Puesto en contacto con grupos y sociedades secretas que practicaban los sacrificios humanos, en muchos casos dedicados al sanguinario dios vampiro y de la muerte Zamoxis, adorado hacía siglos por los antiguos dacios y otros pueblos de los Cárpatos y Centro Europa, el judío Abramelín fue recogiendo todos sus mágicos conocimientos en algunos libros, y, reclutando un grupo de seguidores a quienes enseñar sus conocimientos ocultos.

Según Jean Paul Bourré, en la Ciudad de los Canales este mago e iniciado practicó su ciencia de los muertos de una forma terrible y obsesiva. Incluso asegura en uno de sus trabajos que algunos jóvenes, más decididos que los otros, se reunieron alrededor del mago, y empezaron a forjar lo que sería a partir de entonces la Gran Cadena Vampírica que se extendería poco después por toda Europa. Principalmente por los países del centro y este del continente.

Uno de sus más destacados discípulos, del que desconocemos actualmente su verdadero nombre, marchó a predicar y enseñar sus conocimientos de la Magia Póstuma a tierras lejanas, dejando antes un buen número de adeptos por el norte de Italia y algunas zonas germanas.

Este individuo se aposentó en Hungría, donde al parecer se hizo consejero, o por lo menos entabló gran amistad  con el rey Segismundo (1397-1437), al que inició en las prácticas aprendidas directamente de Abramelín.

Consciente de la existencia de otra realidad muy distinta a la católica y oficial que hasta entonces conocía, el monarca Segismundo, emperador de Hungría, se volvió discípulo apasionado de la “magia póstuma”.

Debido a ello, fundó la Orden del Dragón Invertido (recordemos a la terrible divinidad de Venecia ya desde tiempos remotos), una secta u orden iniciática, cuya importancia se comprende cuando se conoce el significado oculto del dragón, pues dentro de la magia total, este ser, es el guardián de la sangre eterna.

Esta Orden del Dragón Invertido nada tenía que ver con la “oficial”, ortodoxa y también coetánea del mismo monarca y conocida cómo Orden del Dragón (y de la Cruz), fundada a principios del siglo XV (1408). A esta última orden perteneció el famoso Vlad Tepes, “Drácula”.

Llegados a este punto podemos asegurar que el comienzo de la Edad de Oro del vampirismo en Europa, con el nacimiento de diversas sociedades secretas en los distintos reinos europeos, se debió al proselitismo que tanto Abramelín el Mago como algunos de sus discípulos empezaron a llevar a cabo tras su iniciación en la Ciudad de los Canales, cuna del Gran Dragón de la Laguna, la terrible divinidad sedienta siempre de sangre que se supone habitaba en aquellas aguas.

 

Venecia ciudad de sangre, muerte y maldiciones.

Sus famosas escuelas kabalísticas por un lado, la estancia del misterioso Abramelín por otra, y las escuelas ocultistas y mágicas que surgen por toda la ciudad la convierten a partir del siglo XV en lugar de peregrinación para gente que busca en aquellas islas impregnadas por la niebla los distintos secretos que conforman la Magia Póstuma.

En algunos de sus islotes se empiezan acumular los grimorios de magia negra y póstuma más buscados de toda Europa. Sin ir más lejos, el mago, místico y también monje Manug di Pietro, más conocido como “El Consolador”, de origen armenio pero que tras huir de su tierra natal a finales del siglo XVII había vivido varios años en Transilvania y Valaquia, decidió instalarse en las islas de la laguna, concretamente en la de San Lázaro (antiguo lazareto desde el siglo XII), donde fundo una escuela “filosófica”  que se haría famosa por, según se decía, contener la mayor biblioteca europea de grimorios de magia negra. Muchos de ellos, según la vox pópulis encuadernados con piel humana.

Lo que es cierto es que en dicha isla se encuentra todavía hoy una misteriosa momia egipcia. Esta ínsula fue durante un tiempo lugar de inspiración para Lord Byron a la que llegaba en barca por las noches.

Algunos autores aseguran, y al parecer con razón, que todavía hoy se conservan varios grimorios en el antiguo monasterio que hay en las cercanías.

Es a finales del siglo XVI y principios del XVII, con la llegada de muchísimos refugiados que huían de los ataques turcos, que los cultos vampíricos se hacen constantes en la Ciudad de los Canales y no era raro ver cadáveres desangrados flotando por el Gran Canal.

Algunos edificios, generalmente palacios medievales o renacentistas, se convierten en lugares de verdadero espanto para los venecianos. La muerte, los rituales, la búsqueda de verdades ocultas tras la vida, y el interés por la magia póstuma parecen dominar incluso la existencia de ciertos palacios o edificios Hasta convertirlos en “lugares del Mal”

 

Ca Darío, el palacio maldito.

Desde el siglo XV en que se edificó, las extrañas muertes y sucesos sin explicación han sido constantes en este extraño edificio. Cuenta la tradición que cuando se edificó este palacio, actualmente en bastante buen estado, se hizo un sacrificio al diabólico Dragón de la Laguna, al igual que se venía haciendo desde hacía casi dos mil años.

Hay perfectamente documentadas extrañas muertes desde principios del siglo XVI.

El año 1840, Rawdon Brown, extraño personaje asociado a enigmáticos grupos esotéricos sajones seguidores de la supervivencia de los iniciados tras la muerte se suicidó en el Gran Salón después de haberse despedido de sus amigos, y sin que estos supieran que existiera una verdadera razón para este fatal desenlace.

Se dijo que quería alcanzar la “no-muerte” eterna.

La mala fama de Ca Darío se había extendido por toda la Ciudad de los Canales, y casi nadie se atrevía a vivir en la siniestra y enorme edificación, hasta que ya en pleno siglo XX, el conocido poeta Henri de Reignier (1864-1936) considerado como el primer novelista freudiano, compró al parecer por una cantidad no muy abultada, el edificio, para seguir escribiendo en él, pero se vio acosado por extrañas sensaciones y presencias diabólicas, y un lluvioso día de 1936, se suicidó en el gran salón, al igual que anteriormente habían hecho otras tantas personas en los siglos anteriores.

Seguidamente y por no demasiado dinero, compró el edificio el conocido ocultista y homosexual Charles Briggs, de quien se dice que era un entusiasta de la “magia póstuma” o vampírica, y que muy posiblemente pertenecía a la veneciana y oculta Orden Verde de Venecia. Era vox populi que se veía entrar en el palacio a gran número de homosexuales de todas las edades y según filtraciones, en su interior se celebraban verdaderas orgías de sexo, sodomía y sangre. Y cruel y tenebroso testimonio fueron los varios cadáveres que aparecieron flotando en el Gran Canal en las cercanías de Ca Darío. Hemos de mencionar que varios de los cuerpos aparecieron al parecer sin sangre en las venas y con extrañas cicatrices.

El año 1970, el palacio fue adquirido por el músico Kim Lambert, integrante del popular grupo The Who, el cual murió apuñalado en su ya famoso salón noble por al parecer una cuestión de drogas, aunque jamás quedó claro.

Pocos años después, concretamente en 1979, el conde Giordano de la Lance, muy aficionado también a las técnicas esotéricas, murió asesinado en este palacio tras recibir un terrible golpe de candelabro en la cabeza, asestado, presuntamente por uno de los muchos amantes masculinos que el aristócrata homosexual llevaba al palacio para sus intereses esotéricos y sexuales.

Seguidamente un nuevo propietario del que no hemos podido averiguar con seguridad su nombre, habitó el edificio, acompañado de su querida hermana menor. Sin explicación alguna, la inmensa fortuna de aquel hombre desapareció en pocos años, lo que motivó que la hermana cayera en una profunda depresión y se suicidara con barbitúricos. Amargado, apenado por aquella triste muerte y arruinado, se vendió el palacio y desapareció para siempre, sin que desde entonces se sepa nada de él.

En 1993, lo adquirió el conocido magnate italiano Raudo Gardini, uno de los hombres más ricos del Véneto, el cual en un solo año, se arruinó totalmente, lo que no pudo resistir y sencillamente se suicidó. Se dijo que su espectro podía verse caminar por sus pasillos como un no-muerto vuelto a la vida.

Desde entonces lo han querido adquirir varias personas, destacando entre ellas, el famoso y polémico actor norteamericano Woody Allen que estuvo unos días en él, y que según nos comentaron, no pudo resistir la “extraña atmósfera de aquel edificio” y decidió prescindir de comprar o alquilar aquel soberbio y centenario palacio.

Aquella zona del Canal, es todavía evitada por algunos gondoleros en las noches de espesa niebla.

Este palacio maldito sería sólo un ejemplo de ese carácter de magia maldita y póstuma, siempre relacionada con la muerte, que parece estar presente en la Ciudad de los Canales desde sus principios.

Otro edificio donde se creía que habitó un “no-muerto” que había pactado con el Diablo fue el de Palazzo del Angelo, en el Barrio de San Marcos, al cual fue mandado un sacerdote exorcista de nombre Matteo da Basccio para acabar con el diabólico ser.

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Vampirismo hoy.

De forma más hermética pero no por ella invisible, los grupos, las sectas, las sociedades secretas vampíricas que siguen teniendo como capital a Venecia, continúan sus prácticas póstumas.

Así, en los tres últimos viajes a dicha ciudad hemos tenido información sobre rituales que todavía hoy se siguen practicando en la isla cementerio de Sant Michelle, concretamente en las cercanías de la tumba de Igor Stravinki.

Aunque las autoridades tienden a negar esta cuestión, muy posiblemente por razones económicas relacionadas con el turismo, principal fuente de ingreso de la lacustre ciudad, son muchos los venecianos que asumen que en algunas de aquellas islas de la laguna, como la anteriormente citada de Sant Michelle, se siguen practicando terribles rituales que pueden ser peligrosos para quien sea testigo de ellos.

Según Guido Spadaforta persona que estudió y se interesó por el tema, todavía en la actualidad, por los alrededores del Campo de Santa Margarita, miembros de la Orden Verde veneciana, se reúnen con cierta regularidad para celebrar sus rituales vampíricos, y no es raro que desaparezca alguien que después aparece flotando el algún perdido canal de la ciudad.

Cuando casi once millones de turistas visitan cada año la ciudad más turística del mundo es difícil de imaginar que, desde hace más de dos milenios, aquella bella población que desprende romanticismo por todos sus canales y puentes, pudiera ser, y todavía muy posiblemente sea, el lugar del mundo donde más personas han buscado iniciarse en la más oculta de todas las magias: La Magia Póstuma.

La que según muchos creen puede conseguir que alguien pueda vencer a la muerte y convertirse para siempre en un no-muerto; en una VAMPIRO.

 

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La fama de las escuelas esotéricas de Venecia y las iniciaciones en la Magia Póstuma, a la que muchos alquimistas no eran reacios aunque no lo reconocieran abiertamente, hizo que gran parte de los más conocidos alquimistas y ocultistas buscaran la iniciación en la ciudad de los Canales.Cagliostro, Trevisano, Berigardo, Luchetti, Giordano Bruno, Saint Germani, Casanovas, entre otros, intentaron buscar una alquimia, quizá de la sangre, entre los muchos secretos que guardaba y guarda la ciudad.

 

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Una ciudad como Venecia tiene muchas leyendas: unas románticas, y otras más macabras. Entre estas últimas existe una que nos habla de una misteriosa y lúgubre góndola que guiada por el mismísimo diablo pasea en ocasiones a siete brujas que han vuelto a la vida tras ser quemadas. Mientras que en otras son los espectros de los asesinados en los canales quienes ocupan los asientos de la fúnebre góndola. La cual según se dice, se puede observar últimamente en la zona del Campo de San Barnabá.

 

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Una prueba más de la relación entre el vampirismo y dicha ciudad fue el hallazgo en 2006 por parte del antropólogo forense Matteo Borrini y su equipo de la Universidad de Florencia,  del cuerpo de una mujer fallecida (o asesinada) la segunda mitad del siglo XVI y enterrado en la isla del Lazaretto Nuovvo. La calavera había sido empalada a través de la boca con un ladrillo. Un método tradicional de asegurarse de que los vampiros no podrían volver a alimentarse de la sangre de sus vecinos y amigos.

 

 

Para saber más: Vampirismo: Sangre, muerte y pasión. Editorial Bastet.

V de vampiro: Libro simprescincdible

www.editorialbastet.com

www.miguelaracil.com

 

 

El autor

Periodista y escritor, mis pasos me han llevado a moverme por el mundo del misterio y de todo lo que tiene dos explicaciones: la ortodoxa y la heterodoxa