Y España perdió más de 500 islas por la estupidez de sus políticos y dirigentes
Venía hoy de cierta localidad cercana a Barcelona y leía un trabajo sobre la Historia de España en los últimos años del siglo XIX cuando se nos mangoneó todo lo que nos quedaba del “Imperio”, y que no era poco.
Pero vayamos antes a dejar un poco de bilis.
Cuando hace pocos días el ejército de Israel mató a un cabo del ejército español, me dio pena, por no decir ASCO, ver al actual ministro Margallo decir que “pediría” unas explicaciones” a dicho país.
Esto no se pide, ¡¡se EXIGE!!, y, si es necesario, uno da un puñetazo en la mesa, y se cisca en Salomón, que por cierto era más golfo que sabio, y monta la de Troya
Pero, en España (o lo que queda de ella) se ha perdido el orgullo y, si antes nos temieron, ahora se nos pasan por el forro. Somos el árbol caído…y en la barbacoa hace falta madera
Pero a lo que vamos.
Mientras leía el libro del abogado, funcionario y escritor Carlos Canales (exeditor mío), que de Historia militar sabe casi tanto como yo, iba recordando y reflexionando.
Hacia finales del siglo XIX, la Micronesia española con las islas Carolinas, y Marianas, con capital en Guam, y sobre 550 islas de posesión española, nos las mangonearon los putos imperialistas yanquis y los cabezas cuadradas o tudescos ( llamados también alemanes o kartoffenns) sin olvidar a los británicos, tan dados a jodernos cuando estamos débiles.
Pero no sólo fue culpa de ellos, pues sintiéndose poderosos y viendo una España que no se aguantaba los pedos decidieron meter mano y sacar tajada
Aquellas islas habían sido descubiertas por los españoles en el siglo XVI. Pero, poco se hizo para mantenerlas “al día”, cuidarlas y dejar huella.
Las Filipinas sí, que habían de estar arregladitas hasta que los putos yanquis, inexistentes en aquellos momentos excepto los que llevaba plumas, nos las tenían que joder.
Bueno, también es verdad, todo hay que decirlo, que el Reino de España mandó desde las Islas Marianas a las islas Carolinas, bautizadas así 1686 por Lezcano en honor del retrasado mental (que lo era, por desgracia) y pichafría de nuestro amado rey Carlos II. un grupo de catorce religiosos. Concretamente en 1696, pues ya sabemos que, la muy católica España, si en algo ha destacado es, a la hora de evangelizar los territorios conquistados, y aconsejar a los nativos que no fueran en pelotas ya que es pecado, mientras gabachos, ingleses, rusos y holandeses se dedicaban a llenarse los bolsillos y, pasarse la religión por dónde me la paso yo desde marzo del año 1981.
De hecho Dios es español, bueno, algún paisano mío dirá que es catalán..¡¡¡qué collóns!!!.
Mira por donde, los nativos de las Carolinas no querían ser católicos y, literalmente se zamparon a los 14 religiosos…
España, o al menos sus dirigentes no dijeron nada; tan siquiera un “ buen provecho, vasallos en pelotas y tetas al aire de su Católica Majestad”
Llega la segunda mitad del siglo XIX y, tudescos (alemanes), británicos y yanquis deciden que, aquellas preciosas islas, a las que España, o sea sus dirigentes, tienen más que olvidadas, se las van a mangonear para sus naciones.
A por ellas!!!gritan los guiris, ¡¡¡que los españoles se dejaron desde el siglo XVII los cojones!!!
Pero no vayamos a creer que los dirigentes de nuestro amado país se quedaron de brazos cruzados ¡¡qué va¡¡¡
Hay documentos que acreditan que, nuestros altos funcionarios en aquellas paradisiacas islas dieron muestra de bravura sin igual.
Como por ejemplo el año 1875, en que, el cónsul español en Hon Kong montó en cólera contra los alemanes ya que, el mercante tudesco Coerzan había amarrado en nuestras islas Palao, que eran españolas, y ¡¡¡SE HABÍA IDO SIN PAGAR LOS ARANCELES!!!
Que, como decimos en mi tierra, la pela es la pela: La bandera que se la lleven, pero la pasta, para el Estado, faltaría más. Que hay que alimentar a mucho buitre!!!
Bien es verdad que los militares estuvieron a la altura que debían, y barcos de guerra, algunos casi de época napoleónica, cómo el Velasco, el Quintín, el Manila, El Carriedo (que se caía a trozos y fue mercante antes que militar) salieron a pararles los pies, aunque poco podían hacer los marinos españoles ante las fuerzas guiris.
Pero, por suerte para nuestros compatriotas, no hubo apenas roces bélicos, si exceptuamos algún minicrabreo y alguna hostia entre españoles y cabezas cuadradas en las Palaos; entre marinos españoles del San Quintín y los tudescos del buque militar y moderno alemán Iltis.
Pero TODO estaba arreglado.
Nuestros políticos iban a encontrar la solución con dos conferencias internacionales. Las de Berlín en noviembre de 1884, y la del 26 de febrero de 1886, en que, orgullosamente puedo decir que la bajada de pantalones española fue digna y muy, pero muy limpia. Que nos sodomicen, pero con orgullo patrio.
Pero no olvidemos el llamado Protocolo de Joló, con los mismos resultados. Británicos y alemanes se quedaba lo que no era suyo, pero que, los españoles no habían sabido guardar ¡¡¡quien se va de Sevilla, pierde su silla!!!
Los alemanes y el prepotente de Guillermo I se llevaron el gato al agua…Dicen las malas lenguas que la regente de España, María Cristina de Hamsburgo, en el fondo más alemana que un Mercedes, hizo lo que pudo para que España se comiera lo que Clavijo y los tudescos salieran con la suya ¡¡vaya usted a saber!!!
No voy alargarme más. Después vendrían Cuba, Puerto Rico, Filipinas, donde nadie recuerda la carga a la bayoneta un 14 de diciembre de 1898 de los “héroes” de Baler, últimos de Filipinas, que dieron muchos de ellos la vida semanas más tarde defendiendo algo que, por culpa de la mala política de los buitres, ¡¡perdón!! de los políticos y dirigentes patrios, ya se había perdido para siempre.
Ah señor, señor, qué gran pueblo hubiéramos sido de tener buenos dirigentes.
Ahora, ya sabemos lo que nos toca, pedir amablemente explicaciones cuando nos matan un soldado, pero sin olvidar decir bien fuerte ¡¡¡¡Por favor!! Ya que, de caballeros y quijotescos lo seguimos siendo.
Pero es que lo tengo claro hace años: cuando uno deja de ser fuerte, le acaba dando por culo más que a un pederasta guaperas en el talego o trena