Willi Fox versus familia Aracil

Allá por la década de 1870, hace casi siglo y medio, en un barrio que empezaba a nacer en las cercanías de la montaña de Montjuic nacían mis bisabuelos, Enric Aracil, y Custodia.

Aquel arrabal de la Ciudad Condal pasaría a llamarse Poble Sec y, se hizo famoso principalmente por mi exvecino y admirado cantante Joan Manuel Serrat más de cien años más tarde.

Allí, en el Poble Sec además de mis bisabuelos nacieron mis abuelos, mi madre, yo, y allí engendramos a mi hija, para marchar dos meses más tarde y antes que naciera mi hija hacia un barrio menos politizado y de más alto «caché». Cuando marchamos, aquello, al menos donde vivíamos, parecía la redacción del Pravda o el Gramna.

En la pequeña calle donde yo nací, y mi madre, y mi abuelo…teníamos los Aracil una especie de «casa pairal» ( solariega) unifamiliar. Es que el golfo de mi bisabuelo Enric Aracil era un verdadero halcón de las finanzas y supo poner a la familia en plena burguesía catalana a finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX.

Tranquilo, gran comerciante, inteligente, simpático, guapillo, pacífico y con pocos escrúpulos, supo capear las diferentes situaciones políticas ( monarquía, república, franquismo, «rogelios») y crear un pequeño imperio industrial y comercial, con fábricas, empresas, cadenas de taxis y llevar aquella simple familia de » barrio» a lo alto de la rancia y burguesa sociedad catalana, siempre enfrentada tanto con los obreros como con la aristocracia ( no olvidemos el «Modernismo» y sus razones y orígenes)

Fue un hombre que, dónde ponía el ojo empresarial, engordaba las cuentas bancarias, pero, dónde ponía otra cosa, engordaban las mujeres, principalmente sus empleadas. Hasta el punto que, desde hace tres generaciones, cuando los Aracil ( aunque no me hablo con nadie de mi familia) vemos alguien de nariz más bien «contundente» y ojos azules que nos mira, pensamos que puede ser algún familiar de las innumerables líneas bastardas de la familia.

Lo peor que hizo mi bisabuelo fue morir viejo ( yo era ya un niño crecidito) no sin antes volverse  a casar con una mujer de «mundo» ¿?  muchísimo más joven  , tener dos hijos a sus ochenta y tantos años, y, acabar con la poca fortuna que quedaba, ya que, el juego y las » woman» se lo habían zampado todo.

Pasamos (¿ degradados?) de nuevo a » gente trabajadora» pero sin dejar nuestra casa » familiar» y el barrio del Poble Sec.

Los domingos en que no estamos por estos mundos de Dios los dedico por la mañana a correr unos diez kilómetros ( muy bueno para el colesterol y los » músculos relajados abdominales» también llamados » michelines) desde mi casa en la Esquerra del Eixample hasta Montjuic.

Normalmente no me gusta pasar por mi querido, añorado y totalmente cambiado Poble Sec.

La primera vez que hace unos años decidí pasar por lo que durante casi 120 años había sido nuestra » casa pairal», de una sola planta y una preciosa ( al menos para mí) e inmensa terraza donde jugué de niño, al igual que lo habían hechos dos generaciones de Aracil antes de que yo naciera, pude ver a una mujer asomada. Llevaba un pañuelo en la cabeza y me miró fijamente y con desprecio ( muy típico de cierta gente).

Me limitaré a callar lo que sentí en esos momentos. Y, prometo que es verdad. ¿ pena? ¿ rabia? ¿ cabreo?. Aquí lo dejo

He intentado no volver a mi barrio, mi Poble Sec, si puedo evitarlo, aunque hay veces que, mi cuerpo , con chándal o pantalón corto me lleva por dichas calles para subir, por Creu del Molers ( Cruz de los Canteros en pleno franquismo) hasta Montjuic.

Hoy ha sido un día de esos,  tras una delicada semana familiar.

Por alguna zona me he  sentido en los Andes, por otra , que se la conoce actualmente como la » Pequeña Punta Cana» en Santo Domingo y, por otra en Marruecos, país que conozco bastante.

Para muchos debería mi corazón , pues alma no tengo al ser ateo, pegar saltos de alegría ante esa pluralidad vecinal actual. Será ya que soy muy raro ( o muy sincero) mi corazón ha sentido algo muy diferente.

Cerca de lo que fue la » casa pairal» de los Aracil esta mañana he recogido del suelo varios casquillos ( que guardo) del calibre 22.

No es mi barrio, lo fue, mio y de los míos durante casi casi siglo y medio, pero, prometo que, mis próximas carreras o marchas deportivas dominicales, ya pocas, pues ahora empiezo a pasarme los fines de semana en el Mare Nóstrum, más bajo el agua que encima, evitaré pasar por aquella zona de Barcelona que tanto quisimos en mi familia y que actualmente, sin duda haría feliz a Willi Fox  y Rigodón.

Los años que me quedan de mi ya larga vida prefiero vivirlos con el recuerdo de ese barrio trabajador ( que no obrero, que no me gusta esa palabra) en que todos nos conocíamos y, el catalán casi siempre, y en muchos casos el castellano, que no el «hispano» era la lengua para comunicarnos entre los vecinos de aquel lugar que fue arrabal hasta la segunda mitad del siglo XIX

Barcelona, quo vadis

 

El autor

Periodista y escritor, mis pasos me han llevado a moverme por el mundo del misterio y de todo lo que tiene dos explicaciones: la ortodoxa y la heterodoxa