Una historia canalla de la Iglesia Católica ( prólogo Pepe Rodríguez)

UNA CRÓNICA CANALLA DE LA IGLESIA CATÓLICA

 

La multinacional más antigua del Planeta y algunas cosas feas, muy feas, que hizo y hace todavía

 

 

Dedicatoria:

 

La Iglesia Católica es una fábrica de ateos

Luis Eduardo Aute, cantautor y pintor.

 

    A todos los sacerdotes y religiosas que han dedicado parte, cuando no casi toda su vida (en algunos casos perdiéndola), a ayudar a los pobres, olvidados, enfermos, perseguidos y desamparados. La mayoría de casos se trata de misioneros, los mismos que he encontrado en lugares perdidos de Africa, Iberoamérica o Asia, y que no dudan en ser padres, hermanos, compañeros y médicos de los necesitados. Nombres como Teresa de Calcuta o Vicente Ferrer serían un orgullo para Aquel Hombre del que tan poco se sabe y que según los Evangelios (escritos muchísimos años después de su muerte y por gente que aún hoy desconocemos) predicó el Amor, la Caridad y la Solidaridad en la antigua Palestina. A todos ellos y ellas, mi más sincero respeto y admiración.

 

A algunos, posiblemente muchos, papas, cardenales, obispos, sacerdotes, etc que han hecho de lo Sagrado, de lo Divino, de la religión por la que han muerto millones de personas en 2000 años un simple ( aunque tremendamente poderoso) negocio, mi más profundo desprecio. Si existiera el infierno (en el que no creo) seguro que tendrían un lugar privilegiado.

 

Pese a todo, a Sor María, que un día 12 de septiembre de 1976, siendo yo soldado y católico, me negó pocos minutos antes de ser intervenido quirúrgicamente en el Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid una estampa del Sagrado Corazón que le pedí, llamándome: Rojo, “polaco” y separatista (¡que poco me conocía!) y que durante varios días me hizo creer que tenía la pierna engangrenada.

Mi única venganza fue llamarle el voz alta, casi gritando, mirándole a la cara y sin testigos engalonados que me “empuraran”:¡¡¡SorPascualina!!!(1).

Gente y comportamientos como éste han convertido las catedrales, iglesias y templos en lugares casi vacíos.

 

A mi estimado compañero el periodista, psicólogo, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y escritor doctor Pepe Rodríguez, que ha sabido como nadie, desenmascarar y airear mucho de lo malo y corrupto que se ha escondido y se sigue escondiendo bajo el adjetivo de “sagrado”. Sus enemigos son muchos (y poderosos) , pero sus admiradores posiblemente aún más. Gracias Pepe por haber aceptado escribir el prólogo de este libro.

 

Al novelista Dan Brown, que con su éxito mundial El código Da Vinci, ha hecho enfurecer a los sectores más retrógrados y ultraconservadores de la Iglesia Católica, los cuales no han dudado en algunos casos en difamarlo y en realizar verdaderas campañas orquestadas contra dicho libro, con la ayuda de algunos medios de comunicación (los de siempre).Me acaban de comunicar, que un altísimo cargo vaticano acaba de pedir que dicho libro, no se venda en las librerías católicas.

 

Aún hoy, hay quien asesina por sus ideas religiosas. Vaya mi humilde y sentido recuerdo y homenaje a todas las víctimas del terrible atentado del 11 de marzo en Madrid. La “sin razón” y el asesinato, ensucian cualquier idea religiosa, sea ésta la que sea.

 

Y mi agradecimiento a mis editores, los cuales no han tenido inconveniente en editar este libro, el cual, por su temática habían rechazado anteriormente un cuatro de sus colegas, posiblemente por miedo a algunos medios de comunicación que huelen a incienso y cilicio.

 

 

  • Sor Pascualina era la monja que cuidó durante toda su vida al polémico papa Pío XII (el mismo que calló durante todo el horrible genocidio nazi) y que se hizo famosa en toda Europa por su mala uva y sus abruptos y desagradables modales, y a la que llamaban los que la conocían, y con razón “el sargento”.

 

 

Prólogo

 

Analizar críticamente la conducta de la Iglesia católica supone lanzarse a navegar por un proceloso océano del que jamás se sale indemne. La Iglesia católica es, ante todo, una institución de poder, y ese poder, ejercido de forma dogmática, autoritaria e incontestada durante todos sus siglos de dominio social, no acepta ni perdona jamás que se ponga en evidencia la negrura de alma de muchos de quienes la han gestionado o la gestionan todavía hoy.

Su campo de acción —dicen ellos— es el cielo, pero su coto de caza —vemos todos— es la tierra. La Iglesia católica no sólo es la historia de la gestión de una particular creencia en materia religiosa, es la gestión de una ambición de poder y riqueza sin límites. Es la gestión de un camino que comenzó a convertirse en lodazal a tan temprana hora como el siglo IV, de la mano del hábil y despiadado emperador Constantino —quien pasa por ser “el primer príncipe cristiano” sin haberlo sido jamás y, para colmo, al final de su vida se hizo bautizar por un sacerdote arriano— que doblegó y corrompió a tantos obispos como necesitó para hacerse una religión, eso es sus dogmas y sus mitos básicos, a la medida de las necesidades de gobierno de su imperio. El Jesús mitificado que conocemos hoy tiene poco que ver con el que nació en Galilea, ya que es el que, por mandato de Constantino, se elaboró en el Concilio de Nicea (325) al sobreponerle al judío Jeshúa los viejos y populares rasgos míticos del dios joven Mitra.

Ese camino llevó a una de las muchas ramas —hoy diríamos “sectas”, sin sentido peyorativo— judeocristianas de la época a imponer sus dogmas religiosos y, paralelamente, a conquistar un poder terrenal desmedido en ese Imperio romano que acabaría desembocando en la Europa de hoy. La riqueza de la Iglesia católica no se debe a ningún milagro ni a la generosidad divina; la historia nos enseña como la acumuló a base de monumentales engaños y estafas (como la falsificación del documento conocido como la “Donación de Constantino”) y a su capacidad coactiva sobre la esfera afectivo-emocional —que no alma— de millones y millones de creyentes que lo fueron por el sólo hecho de nacer.

Han pasado muchos siglos desde que el expolio en nombre de Dios se convirtió en sacro objetivo, pero hoy no han cambiado excesivas cosas; así, cuando la mano que aprieta pero no ahoga ya ha perdido la capacidad para exprimir con rentabilidad los bolsillos de los particulares, ha sabido dar el salto hacia el expolio de las arcas públicas: en España, aunque la Iglesia católica acordó hace ya años con el Estado que se autofinanciaría, cada año saca de nuestros presupuestos una dotación directa de unos 130 millones de euros (21.630.000.000 Ptas.) que se suma a otras partidas diversas que alcanzan un ingreso anual, libre de control estatal sobre su uso real, de unos 3.522 millones de euros. Año tras año.

Y todavía hay quienes se extrañan por que un castizo obispado tuviese 1.000 millones de pesetas invertidos en la Bolsa, mejor dicho, los tuviesen especulando sin vergüenza ninguna dentro de un chiringuito financiero como Gescartera, que arrasó con los ahorros de cientos de ciudadanos, pero, claro está, no se atrevió a estafar a la Iglesia y un monseñor tan ahorrador —¿no hay necesidades en su diócesis?— no perdió nada en su aventura especuladora. Para la Iglesia, masturbarse con semen propio es pecado, pero masturbar al sistema financiero para que unos pocos grandes se lucren del ahorro de decenas de miles de ciudadanos que, además, pierden, debe ser virtud, quizá teologal.

Que la Iglesia católica es una estructura de poder terrenal se nos lo dice, sin el menor recato, desde el propio corazón de su imperio. Si nos tomamos la molestia de leer el documento de la Constitución del Vaticano —la Legge fundamentale dello Stato della Città del Vaticano, de 26 de noviembre de 2000— veremos que a tan sacro lugar no le preocupa más que el ejercicio totalitario del poder, todo son obligaciones, no hay derechos, la democracia es un concepto desconocido en ese Estado y en la religión que administra, sólo se tratan aspectos de gobierno, poder y economía, nada más. Tanto es así, que ese estado hipócrita, apoyado por los políticos democristianos que les sirven en toda Europa, ha hecho una agresiva, ofensiva y coaccionante campaña para que la Constitución europea reconozca las raíces cristianas de Europa —algo que no es baladí, ya que se traduce en el mantenimiento de privilegios medievales y la entrada de miles de millones de euros en las arcas eclesiales, pero eso nos llevaría a una larga disquisición…— cuando en la Constitución del Estado Vaticano ¡no se menciona ni una sola vez a Dios!

Cualquiera que conozca medianamente el Vaticano y su estructura interna podría pensar que quizá haya más creyentes en Dios paseando por la plaza Roja de Moscú en una madrugada invernal que por las lujosas antesalas vaticanas, y eso es porque no puede ni debe confundirse la Iglesia con la ecclesia. Una cosa es el gobierno de una institución terrenal que vende salvación celestial —probablemente los fabricantes de juguetes también tienen dificultades para creer en los Reyes Magos— y la otra muy diferente, y que merece todo el respeto y admiración, es el conjunto que conforman millones y millones de creyentes, de personas de todo tipo que creen y punto. Creyentes de buena fe que, en la mayoría de los casos, desconocen los textos que dicen ser sagrados —la inmensa mayoría de los católicos no han leído directamente la Biblia, ni siquiera el Nuevo Testamento—, desconocen la evolución histórica de su religión y desconocen qué conductas protagonizan aquí y ahora quienes dirigen su religión.

Y también entre al clero hay diferencias fundamentales. El hecho de ser sacerdote u obispo no garantiza nada. Pensemos —y no es este el lugar ni el espacio para documentar lo que ya he demostrado en dos libros específicos— que el clero católico es el colectivo profesional que más delitos sexuales comete contra menores; recordemos que entre esos delincuentes ya se ha condenado en los últimos años a cientos de sacerdotes, aunque la mayoría quedan impunes ya que el Código de Derecho Canónico y las instrucciones papales directas obligan a los prelados a encubrir los delitos que comete el clero; recordemos también que, en la última década, al menos dos docenas de obispos y cardenales han sido removidos de sus cargos —tras una feroz presión social para vencer la protección que les daba el Papa, todo hay que decirlo— por cometer delitos sexuales contra menores; algunos de esos prelados los cometieron contra decenas de menores durante décadas y con el conocimiento del Vaticano. Pero junto a esos delincuentes, que suman una buena cifra, encontramos a una mayoría del clero entregado a labores sociales que es obligado reconocer y apoyar. No se puede generalizar… aunque sí poner el dedo en la llaga y afirmar que el silencio de los honestos es tan responsable del encubrimiento de los abusos de los deshonestos como las acciones directas de protección que brindan los prelados.

A menudo vemos que los obispos tachan de corrupción nuestros “pecados”, aunque ellos, maestros en hipocresía, consideran meros pecados su corrupción y sus delitos. El poder totalitario siempre es benevolente consigo mismo y despiadado con los demás.

Pero, quizá más terrible todavía, el poder totalitario es incapaz de darse cuenta de que en su abuso de fuerza y de dogmatismo anida la semilla de su fracaso. Es obvio que la Iglesia católica, durante el último siglo, ha perdido buena parte de la clientela y fuerza social que tuvo. Un buen Concilio, el Vaticano II, reflexionó sobre el papel de la Iglesia en el mundo moderno y propuso cambios estructurales fundamentales, pero esos cambios los relegó inmediatamente el Papa Wojtyla, un hombre con la mentalidad eclesial anclada en el siglo XVI, en el Concilio de Trento.

La deriva ultraconservadora que ha hecho la cúpula de la Iglesia en el último pontificado ha incrementado el divorcio entre los creyentes y la institución: la mayoría de quienes se declaran católicos practicantes no sigue las directrices papales en materia de moral (menos todavía en el campo familiar y afectivo-sexual) y también han abandonado la práctica de algunos sacramentos abusivos y obsoletos como la confesión. Las mujeres, que suponen la mayoría de la masa de creyentes, siguen sometidas a una mentalidad machista trasnochada que vulnera sus derechos… y las intervenciones de los obispos a través de los medios de comunicación, tomando posición (o callando, que a veces es peor) ante hechos de relevancia social, son, en general, de tal calibre, mediocridad y falta de fundamentos científicos que avergüenzan a buena parte de sus fieles y ahuyentan a muchos. La Iglesia católica acusa de todos los males a la “modernidad” y ella se encastilla bajo la bandera de una pureza, honestidad que jamás ha tenido y de una capacidad de guía más que discutible (la historia está ahí para analizarla). La Iglesia católica, hoy, tiene un solo enemigo: ella misma; mejor dicho, su cúpula.

La Iglesia denuncia como origen de todo mal al “ateísmo imperante” ¿ateismo, dónde? Cada día hay más creyentes en todo tipo de doctrinas, lo que decrece, eso sí, es la cantidad de creyentes en la Iglesia católica, pero no se pasan al bando de los ateos, sino que se van a creer a los bancos de la competencia. La Iglesia es incapaz de hacer autocrítica, su postura es: estás conmigo (callado y obediente) o contra mí, no admite el diálogo, el contraste, la crítica… y éste es un libro crítico, un libro que obliga a pensar, a tomar distancia y valorar las cosas de diferente manera a la que la rutina nos ha impuesto. Es un libro que va a gustar a muchos y disgustar a otros tantos. Pero lo importante no es que guste o no, lo fundamental es que nos obligue a reflexionar, a discutir, a buscar más información, a tomar posición de una manera u otra.

Un libro no puede ser letra muerta, y la vida se la dan sus lectores con lo que son capaces de construir a través de su lectura. Esperemos que la crítica que se aflora en esta obra nos ayude, a creyentes y no creyentes, a comprender más y mejor lo que no debiera ser y nos empuje por el camino de lo que sí sería deseable.

 

Profesor Pepe Rodríguez

 

www.pepe-rodriguez.com

 

 

MODUS OPERANDIS

 

Cuando decidí escribir este libro, una de las preguntas que me hice, fue “cómo” presentar su contenido. En la mayoría de mis anteriores cuarenta y tantos libros, lo he hecho elaborando fichas o apuntes, los cuales seguidamente coordinaba y presentaba a modo de capítulo si se trataba de un ensayo sobre un tema concreto,cronológicamente si trataba de temas históricos, o por itinerarios o rutas si se refería a mis colecciones sobre la “Cataluma mágica” o misterios españoles.En este caso he creido más oportuno presentarlo como pequeñas fichas, posiblemente inconexas entre éllas, pero que tienen como función permitir al lector al que no le interese un tema en  particular, poder pasar a otro en concreto, sin perder el hilo de la lectura.

Esta manera de escribir un libro me lo ha inspirado los dos últimos libros  del historiador y escritor leonés Nacho Ares Reguera, el cual en los dos volúmenes de La Historia perdida (1) presenta de forma parecida sus “paseos” por los misterios e interrogantes de la Historia, de manera que el lector pueda prescindir tranquilamente de un tema por él conocido o que simplemente no le interesa y pasar fácilmente al siguiente.

Espero que esta forma de presentar este trabajo,  que aunque lo parezca, no es anárquico, favorezca la lectura al lector, que al fin y al cabo, es a quien va  dirigido el libro.

 

(1) Editorial EDAF, colección El archivo del misterio de Iker Jiménez.

 

 

El “por qué “de este libro: Luces y sombras de la Iglesia

 

“Algo que, sin saber lo que es en realidad, muchos tienen en la boca y pocos en el corazón; que a unos sirve de risa, a otros de esperanza y consuelo, y a no pocos de medio para llenar la panza”

Ingeniosa definición que de “religión” se da en el Diccionario de definiciones raras y curiosas.

 

Hace ya varios años, estaba escuchando las explicaciones que un sacerdote de raida sotana daba en el interior de un medieval templo situado muy cerca de la población castellana, concretamente soriana, de Calatañazor, más o menos allí donde el caudillo Almanzor  y las huestes cristianas fueron a gorrazos hacia el año 1000 d.C. y todavía hay quien discute si ganaron los agarenos o los cristianos.En uno de los centenarios muros, se veía perfectamente grabada sobre la piedra una estrella de cinco puntas, clásico símbolo de alto contenido esotérico. Al comentarle el hecho al cura, éste dijo simplemente que se trataba de la “estrella del rey David”; al asegurarle que aquella estrella que él decía era de seis puntas, el sacerdote se enojó y sencillamente me despìdió con malos modos del templo, dando muestras extremas de uno de los siete pecados capitales: la ira.

El año 1987 aparecía al mercado mi libro Montserrat, montaña mágica (ediciones Arbor Scientae). La presentación de aquel trabajo en el que se contaba una historia “diferente”y quizá “incómoda” a la oficial y ortodoxa de la montaña santa, y en la que se hablaba de “extrañas luces”, ovnis, brujas y demonios, seres misteriosos ( peladits) y de más de un gorrazo entre los monjes montserratinos con otros religiosos de diferentes monasterios, se celebró en el antiguo  y céntrico restaurante Comedia de Barcelona. Desde el mismo comienzo de la presentación, con la ya clásica conferencia incluida, ya se pudo apreciar que un pequeño grupo de individuos, y no precisamente jóvenes, había acudido a “reventar” el acto; la cosa acabó como el rosario de la Aurora, y a la salida se llegó incluso a las manos. Durante días, en mi despacho particular así como en la sede de la editorial Arbor Scientae, se recibieron anónimos y amenazas por ser aquel un libro de “rojos” y no respetar a la Iglesia. Pasó el tiempo y todo se limitó a que en las diversas tiendas que venden souvenirs y libros en Montserrat, se prohibiera vender mi libro, aunque Josep María Merín, editor gerente de la editorial había subido personalmente a pedir explicaciones e intentar convencer a aquellas gentes de que el libro no era un “ataque a la Iglesia”, sino una visión “diferente” de Montserrat, su historia y los factores que la han convertido en el corazón sagrado y “mágico” de Cataluña. Así mismo, las cuatro o cinco librerías barcelonesas que destacaban por su muy “piadosa línea” ( alguna de éllas con nombre de insecto) tampoco quisieron ponerlo en sus estanterías. Por curiosidad, y hablando de “integrismo”, en la misma editorial también se recibieron críticas e insultos ( y una desagradable amenaza) debido a que un tema tan “catalán” como Montserrat, se editara en castellano, lo que al parecer no gustó en algunos sectores del ultranacionalismo catalán.

Un tercer caso de “libertad religiosa”. A principios de 1998, el veterano periodista manchego José León Cano Uribe, uno de los mejores especialistas en arqueología que tiene la prensa española en la actualidad, y que por aquel entonces ocupaba el cargo de director en la publicación especializada Misterios de la Arqueología y del pasado ( de la que yo era corresponsal en Cataluña) me pidió que hiciera uns investigación sobre las extrañas destrucciones de antiguos monumentos megalíticos en tierras catalanas ( que también se dieron en Galicia). Me puse en contacto con diferentes fuentes, incluidas los Mossos d´escuadra ( Policía autonómica catalana) y más concretamente con la Brigada de Protección del Patrimonio. Amablemente me ofrecieron fotografías de dólmenes hechos añicos, menhires caidos y alguna “piedra oscilante” considerada como “sagrada” desde hacía milenios, lanzada al vacío. Según el amable y culto “mosso” que me informó, aquello podía muy bien estar conectado con una especie de “reconquista cristiana” que un grupo de ultraconservadores que responden al nombre de una conocida y paupérrima batalla en tiempos de la Reconquista, llevaban a cabo desde hacía algún tiempo, junto a una campaña para “desterrar” al “pagano” Papa Noel, competencia desleal de los muy cristianos Reyes Magos (1).

Aquel estudio vió la luz en el número 17 de la revista antes mencionada, y lo titulamos Amenazado el patrimonio megalítico catalán.

Durante semanas recibí todo tipo de amenazas e insultos, principalmente se me calificaba de “ateo” y “rojo”; por si a alguien le interesa, soy agnóstico, que es algo muy diferente a ateo ( para quién no vea la diferencia, aconsejo consultar un buen diccionario de la lengua castellana) y políticamente jamás he ocultado mis más sinceras simpatías hacia el centro derecha, pero había defendido el “paganismo” en contra de la “verdadera religión”. Supongo que hace dos o tres siglos, me hubieran mandado a la “barbacoa” por hereje o incluso hace solo algunas décadas, hubiera tenido que hacer algún viaje a un conocido edificio de la Vía Layetana de Barcelona.

El cuarto y último caso que voy a mencionar, hace referencia a mi libro La Cataluña bruja (Ediciones Bastet) en el que hago un alegato a favor de la memoria de todas aquellas mujeres y también hombres, que por conveniencia de la Iglesia y en otros casos por razones sociales, cuando no personales, fueron perseguidas, torturadas, violadas y quemadas ( la última que sepamos, en Cataluña, más concretamente en la sobria comarca leridana de la Segarra, en pleno siglo XIX) con el beneplácito de la muy “católica y piadosa” Iglesia ( en el resto de Europa, las iglesias protestante aún fueron más crueles si cabe, luteranos, anglicanos, puritanos, calvinistas, etc, fueron maestros en dicha materia, si no que se lo pregunten al aragonés Miguel Servet,  o sea no vayamos a creer que la católica fue peor ni mejor que sus coetáneas, ni tuvo el monopolio en este tipo de genocidio). Quizá por casualidad, y después de comentar el tema del libro en diferentes emisoras de radio, tanto catalanas como del resto de España, un conservador y muy católico diario madrileño publicaba un artículo sobre el periodismo esotérico o paracientífico y sus supuestas relaciones con la extrema derecha, donde sutilmente se me difamaba, asegurando cosas que inmediatamente pudo comprobarse que eran totalmente falsas.¿ fue casualidad aquello?, posiblemente sí, pero aún hoy me lo sigo planteando (2).

Con estos ejemplos muy personales, creo que dejo claro o al menos lo intento, la intransigencia que aún hoy, en pleno siglo XXI, sigue manteniendo la Iglesia Católica, en la que se encuentran algunos elementos que estoy seguro que no verían con malos ojos que si se pudiera ( afortunadamente ya no) se llevaran a cabo los mismo procedimientos que en tiempos del inquisidor vallisoletano Tomás de Torquemada (1420-1498). Cuando estoy escribiendo esta introducción, me acaban de comunicar que en alguna congregación católica ultraconservadora, se ha vuelto a “aconsejar” a sus seguidores, que se reze como mínimo 30 minutos al día, y que en casos muy extremos, se utilice el cilicio.

Pero no todos son sombras en cuanto a la Iglesia Católica. Hace apenas dos meses he regresado de una expedición por la siempre conflictiva zona lacustre-selvática de la Casamance (perteneciente al Senegal, aunque lleva décadas intentando secesionarse de este país). He podido observar que en muchos casos, las pocas personas que se ocupan generosamente de aquellas pobres gentes, son sacerdotes católicos, sin sotanas, sin alzacuellos, pero con una verdadera caridad cristiana. En este viaje pude convivir unos días con un sacerdote católico de origen norteamericano que lleva magistralmente la preciosa misión de la bellísima isla de Caravane, situada en un verdadero paraiso de agua, palmeras y barcazas. Aquel hombre con aspecto de coronel de los “marines”, imponente físico y pelo rapado a lo militar, bebe cerveza con los nativos ( son animistas, concretamente de la etnia diola, y por dicha razón pueden beber alcohol), juega a pelota con los niños, hace de médico si es necesario en una cabaña que muy generosamente denominan “Hospital maternal”, donde junto a anticuados instrumento quirúrgicos podemos ver amuletos y fetiches, que el sacerdote permite que allí reposen, y al final de la jornada, no teme sentarse en el bar de la misión ( donde yo residí aquellos días) y junto a dos simpáticas monjas de color, hablar con los pocos europeos que por allí se dejan caer, y que dejan una ayuda económico ( por los servicios de habitación y comida) y que sirven para hacer un poco más llevadera la vida de aquellas gentes.

Casos parecidos los he podido ver en la selva lacandona (  estado de Chiapas, en México) o en la jungla exuberante del Petén (Guatemala). Aquellos sacerdotes son ante todo “hombres buenos” que dedican toda su vida, y en ocasiones la pierden por razones sanitarias o políticas, a gentes que viven en una extrema precariedad,. Esos misioneros, que hablan más de amor y solidaridad que de “dogmas cristianos” son las LUCES de la Iglesia Católica. Los ultraconservadores, los dogmáticos, los integristas, los que manipulan algunos medios de comunicación, los que aún hoy amenazan con la excomunión, los que echan de la iglesia a una mujer por ir “incorrectamente vestida”, los “curas pederastas” que los hay, y si no, le recomiendo al lector el libro monográfico sobre este tema escrito por mi estimado compañero Pepe Rodríguez, o los obispos que encubren a estos últimos, son las SOMBRAS.

De las “Luces” ya se han ocupado cientos por no decir miles de escritores que han puesto la miel en la boca a sus lectores sobre las mil bondades de la Iglesia; de sus “Sombras” poco que yo sepa se ha escrito( y menos por autores españoles), y en algunas de estas escasas ocasiones, se ha hecho desde el punto de vista subjetivo cuando no fanático, de seguidores de algo tan marchito, trasnochado, dogmático como es en ocasiones la Iglesia, y que se llama “marxismo”. En este libro que tiene usted en sus manos, he intentado presentar una serie de “Sombras” que siempre envolverán a la Iglesia Católica, y que por mucho que se quieran ocultar por parte de las autoridades eclesiásticas y toda su corte de aduladores, prensa “piadosa” incluida, allí está, y desde hace diecisiete siglos viene martilleando a quien no comulga ( y nunca mejor dicho) con sus ideas.

Gente como el periodista catalán Pepe Rodríguez antes ya citado, el investigador y escritor Salvador Freixedo, exjesuita gallego, el doctor ingeniero Fernando de Orbaneja, gran estudioso de las religiones, el exsacerdote Peter de Rosa, o por encima de todo el alemán Karlheinz Deschner autor de una majestuosa obra titulada en castellano Historia criminal del cristianismo y que consta de varios tomos (publicado en España por Martínez-Roca en su colección Enigmas del cristianismo) han dedicado parte de su obra en dar a conocer al público y denunciar las muchas aberraciones, cuando no terribles crímenes que reposan en las anchas y poderosas espaldas de la Iglesia Católica.

Antes de terminar este capítulo, mencionaremos una anécdota que por curiosa y casi desconocida vale la pena reproducir.

El poderoso cardenal de origen dominico Monseñor Lai se enteró por terceras personas que el historiador católico Ludovico Pastor, hombre objetivo, honrado, recto y legal, estaba escribiendo desde hacía tiempo su magnífica obra titulada La Historia de los Papas. Fue a buscarlo y le dijo “Recuerda que ante todo la Caridad, y después la verdad, incluso cuando se escribe de historia” a lo que el lúcido Ludovico Pastor contestó magistralmente: “Monseñor, si así tuviera que hacerse, sería imposible escribir la Historia”.

 

  • Sobre la poca simpatía que algunos sectores integristas del catolicismo, con algún Papa incluido, han sentido o sienten hacia la figura de Papa Noel, hablaremos más extensamente en otra parte de este libro.
  • Dicho periódico publicaba integramente al día siguiente (10 de abril del 2003) una larga carta mía en la que expresaba mi más profundo desprecio a cualquier ideología dictatorial, fuera fascista, comunista o “Vaticana”.

 

 

 

PRIMERA PARTE

 

 

 

CAPITULO PRIMERO

 

 

 

Los concilios, “infalibilidad y vergüenza:

 

“Toda forma de poder tiende a la corrupción,

el poder absoluto corrompe absolutamente”

Lord Acton

 

Se llama Concilio dentro de la Iglesia Católica, a una reunión a la que asisten altas jerarquías eclesiásticas  conjuntamente con el Santo Padre, para reflexionar, tratar y discutir ( que sería mucho decir en algunas ocasiones) sobre materias que pertenecen a la fe y a las bunas costumbres, y como dice el exjesuita y escritor gallego Salvador Freixedo, en caso de necesidad, dictaminar infaliblemente sobre ellas.

Sabemos que a lo largo de la historia de la Iglesia, han existido alrededor de dos docenas de concilios ecuménicos ( según creemos 21), y un gran número de “particulares”.

La diferencia entre unos y otros, es que en los primeros, acuden obispos de la mayor parte de los países del mundo donde hay una importante presencia de católicos, y en ellos se tratan los temas fundamentales de la doctrina y los problemas más importantes que están en aquel momento afectando a la Iglesia.

Los segundos, han sido en ocasiones más patéticos, pues se ha discutido desde la existencia de íncubos y súcubos, a qué tipo de procesos ( léase torturas e interrogatorios) se habían de practicar con las brujas, e incluso en alguno de ellos, se llegó a discutir sobre la edad de las amas de llave que vivían en las numerosas casas parroquiales, o qué se podía y que no, comer en ciertos periodos religiosos.

Como bien dice Freixedo, lo que ahora nos puede hacer reir, en aquellos tiempos era muy importante para los ciudadanos, pues citando textualmente al exjesuita: Aquellas decidiones de los concilios, no eran una merma orientativa, sino que tenían en muchísimas ocasiones un carácter coercitivo, y ha continuación apuntilla:Muchos de los que no quisieron atenerse a lo que el concilio había dicho, pagaron cara su discrepancia de criterios.

Sin duda, en los concilios ecuménicos existe un tema que a cualquier persona con un poco de mentalidad clara, le hará sonreir y en caso de que sea católico, pero con el corazón y la mente abierta, incluso sonrojarse, se trata de la  INFALIBILIDAD.

No podemos dejar a Freixedo al tratar el tema de la infalibilidad, pues en su interesantísimo libro El cristianismo, un mito más (1), se hace así mismo unas preguntas que nos deben de hacer pensar en el tema:

¿Por qué un concilio es infalible”

-Pues por que así  lo ha dicho el Magisterio de la Iglesia.

Y ¿qué es el Magisterio de la Iglesia?

-El Magisterio de la Iglesia son las enseñanzas que vienen del Papa y de los concilios.

Pero ¿son los Papas infalibles?

-Sí, naturalmente

Y ¿cómo sabemos que los Papas son infalibles?

-Por que así lo ha dicho un concilio

Y ¿cómo sabemos que el Magisterio de la Iglesia es infalible?

-Por que siendo el auténtico intérprete de la palabra y la voluntad de Dios, no tiene más que ser infalible.

A mi, y supongo que a muchos, estas preguntas y estas respuestas me recuerdan mucho a las famosas “discursiones bizantinas”. Lo que queda bien claro es que lo que se dicta en un concilio, es INFALIBLE y aunque hoy podemos no aceptar estas “leyes sagradas” e incluso reirnos si nos apetece, hace muy pocos siglos nos hubieran podido llevar estas posiciones inconformes al potro, la hoguera o al patíbulo.

Bien es verdad que en alguno de estos concilios, algunos obispos, mucho más cristianos que sus colegas, objetaban sobre aquellas dogmatizaciones más que patéticas, y así nos encontramos algunos ejemplos en el Concilio Vaticano I (1869-1870), en el que se proclamaba la infalibilidad absoluta del Papa. Este concilio, fue muy expresivo del talante “piadoso” de la Iglesia de aquella época. Mientras Pasteur revelaba a los hombres el misterioso mundo de los microbios, se abría el Canal de Suez, el positivismo impuso a todos la creencia  absoluta en la ciencia experimental, y la era de la Ciencia abría definitivamente sus puertas, bajo la atenta mirada de Augusto Comte, Darwin, Haeckel, y Renán, cuando la gente salía de las oscuras sombras de la superstición y la incultura, el Papa Pío IX (1846-1878), uno de los pontificados más largos de la historia, comparable al del actual Juan Pablo II, en un momento del concilio en que varios cardenales le recriminaron suavemente que algunas de las medidas alli tratadas iban contra la tradición de la Iglesia, el “piadoso” Pontífice, al que alguien de forma yo diría que cínica, denominó el “Papa socialista” (como es el caso de Spadolini), se levantó y lleno de ira ( pecado capital según la Iglesia) dijo la famosa frase: “La tradición soy yo” (¿ verdad que nos recuerda a un tal Luis XIV francés para más señas?). Antes de dejar a este papa diremos que bajo su papado y más concretamente en 1860, fue fundado el famoso y todopoderoso periódico Observatore romano, verdadera tribuna oficial de la Santa Sede.

Como anécdota curiosa, diremos que en algunos de estos concilios, se llegó incluso a excomulgar a algún Pontífice, como en el caso de el fornido Papa Vigilio (nombrado Papa un 29 de marzo del 537 ,  había ofrecido “cristianamente” dinero al todopoderoso Belisario, para que éste le ayudase a ocupar el sillón de  San Pedro)), que fue nada menos que “excomulgado” a petición de emperador  durante el V Concilio Ecuménico de Constantinopla, o el hilarante o patético, según se mire, caso del Papa Honorio (625-638) también excomulgado en el VI Concilio Ecuménico de Constantinopla. Esta Papa, parece ser que fue tan “pagano” y “herético” léase liberal, que incluso algunos de sus sucesores, siguieron aceptando la excomunión de aquel pobre hombre. El exsacerdote y profesor de metafísica y ética Peter de Rosa, gran conocedor de la historia papal nos dice de él: “Fue un hombre de gran valía, un buen lider y gran estadista.Por categoría moral, podía comparársele con Gregorio Magno”

No vamos a extendernos en el tema de los Concilios, pues no es éste un libro de historia  del cristianismo, y además existen numerosos libros que hablan extensamente de ellos, pero generalmente “olvidando” las partes “incómodas” cuando no vergonzosas que los envolvió (2), salvo alguna dignísima excepción, como es el caso del polémico libro publicado en España ( concretamente en Barcelona) en el año 1936, muy pocas semanas antes de que estallara nuestra fraticida Guerra Civil, y que se tituló La lujuria del Clero según los concilios

 

  • Editado por Quintá en 1986
  • Para el estudio de la vida de los Papas, existen en castellano varias obras “clásicas”, Si tenemos la paciencia de consultarlas, veremos las diferencias que se dan entre autores, así comparemos los trabajos de investigación de Juan Dacio (editorial Destino) titulado Diccionario de los Papas, de una “piedad” encomiable, o la pequeña enciclopedia que publicó editorial Labor (Saba-Castiglioni) titulada Historia de los Papas (Dos tomos), sin olvidarnos de la extensa obra Historia de los Papas (Editorial Espasa-Calpe, tres tomos) y de la que es autor  el profesor de la universidad de Friburgo Gastón Castella. En todas estas obras, alguna de éllas muy extensa, además de profundas discordancias, parece haber un “pacto de silencio” a la hora de omitir algunos aspectos espinosos de los sucesores de San Pedro.

 

 

CAPITULO SEGUNDO

 

Simonía a “gogó”: El caso de León X.

 

Dice el Evangelio que Jesucristo dijo en una ocasión a quienes le escuchaban: El que tenga dos túnicas, que reparta con el que no tiene (Lc, 3,11). Parece que estas palabras que “supuestamente” dijo este personaje tan poco conocido históricamente pero que ha marcado como nadie los dos últimos milenios, parece ser que muchos de sus “Embajadores en la Tierra” se la han pasado en muchísimas ocasiones por el forro.

Hacer un “vademécum” de las miles de simonías que se han dado en estos diecisiete siglos de poder pontificio y por lo tanto católico, sería una obra imposible, pues necesitaríamos un regimiento de investigadores y autores para recogerlas todas y aún así nos quedaríamos cortos, además llenaríamos sin duda miles de libros.

Como nuestra intención es solo presentar algunos casos que han sido descaradamente claros, hemos escogido entre ellos el del Papa León X (1513-1521).

De este pontífice, Juan Dacio, especialista en temas pontificios, hablaba glorias, nos destacaba su inteligencia, su cultura y en un alarde que preferimos no definir, dice textualmente: fue elegido durante un cónclave en el que no pudo obrar la simonía.(Debemos indicar que la conocida y ya clásica obra de Juan Dacio pasó por la censura del Dr. Angel Fábrega Grau Pbro., en pleno franquismo, concretamente en 1963.)

Si seguimos la vida de este ilustre papa de la pluma de otros estudiosos más objetivos, podremos ver lo que es un ejemplo de la más pura y deplorable simonía dentro de la Iglesia Católica.

Giovanni de Médicis (futuro León X) nació en el lujoso palacio de Via Larga, situado en la maravillosa y culta ciudad de Florencia en 1478. Su familia era una de las más ricas y poderosas de toda Italia, e incluso diríamos de la cristiandad, su padre Lorenzo el Magnífico de Médicis y su madre, una bella joven de la poderosa familia de los Orsini. Parece ser que sus “virtudes” (léase la fortuna familiar y las influencias) le permitieorn con solo siete años recibir la tonsura clerical y las órdenes menores. En un momento dado de su vida, aparece el Papa Sixto IV, (el famoso tío de Julio II), uno de los pontífices más nepóticos y simoniacos que ha tenido la Santa Sede ( y ha tenido muchos, quede claro), y de la que incluso en un arranque de objetividad Juan Dacio nos dice de él: “Nunca como durante el pontificado de Sixto IV, el nepotismo, la simonía y la pequeña política materialista e ineficaz, había dominado tanto en el Vaticano como durante aquel pontificado”.

Llegó incluso Sixto IV en un ataque de soberbia e ira,  a “excomulgar” a toda la populosa ciudad de Florencia, mujeres, viejos, niños, enfermos, moribundos, a todo “bicho viviente”.

Ya hemos mencionado que el padre de aquel niño precoz que llegaría a Papa, era nada más y nada menos que Lorenzo el Magnífico, uno de los más importantes personajes del Renacimiento italiano, el cual hizo ciertos “regalos políticos” al Papa, y éste, agradecido y todo “espiritualidad”, nombró al niño “protonotario apostólico”, con apenas SIETE AÑOS de edad.

Con la ayuda de “papá Lorenzo de Médicis” y su increible fortuna, el niño consiguió con solo diez años, los beneficios de las importantes y ricas abadías de Montecasino y Morimondo en la península italiana, y otras dos de menor importancia en tierras francesas.

Cuando la cristiandad respiró aliviada con la muerte de Sixto IV, eso sí, después de haber hecho entre otras muchas proezas, nombrar Gran Nnquisidor en España al tenebroso y fanático Tomás de Torquemada, subió al trono pontificio Inocencio VIII (1484-1492) débil de carácter, aunque al parecer potente en la cama, pues se le conocían varios hijos ilegítimos. Su verdadero nombre era Juan Bautista Civo y había sido cardenal de Santa Cecilia. Este genovés, estuvo en todo momento dispuesto a tolerar dentro de la Iglesia, la corrupción y el vicio.

Como Lorenzo de Médicis había puesto su fortuna a disposición del genovés, quiso cobrar sus favores, y no se le ocurrió mejor manera que exigir al Papa, que su hijo fuera nombrado cardenal, con solo TRECE años.

Dicen los piadosos autores y biógrafos de este pontífice, que viendo el Papa que aquello era una locura, pues un niño de trece años no podía ser jamás cardenal, retrasó el nombramiento TRES años, o sea que Giovanni de Médicis, a los DIECISEIS años, ya era cardenal, todo un record.

De su adolescencia poco se sabe, aunque parece ser que su gran afición era la caza. Su salud era más bien escasa, y se dice que durante el cónclave para su elección, se lo pasó “en la cama” y poco antes de ser escogido Papa, fue operado de urgencia(1) A los 37 años, es nombrado finalmente Papa, con el nombre de León X.

La espiritualidad y la sencillez de corazón de este Papa, que subió al trono de San Pedro como hoy diríamos, a golpe de “talonario”, queda demostrada en su frase preferida, y que varios autores olvidan al contar su vida: “Gocemos del Papado, puesto que Dios nos lo ha dado”, pero todavía es más contundente otra afirmación que hizo León X en el mismo momento en que supo que había sido nombrado Papa. Se dirigió a su primo Giulio de Médicis y con una sonrisa de oreja a oreja le dijo: ¡Ahora podré divertirme de verdad!.

El exsacerdote católico antes mencionado Peter de Rosa, decano de Teología del Corpus Chirsti College y que ha estudiado como pocos la “otra historia” de los Papas (2) nos dice al respecto de León X : Era un temerario homosexual. Estuvo a punto de morir cuando el médico florentino Batista de Vercelli intentó introducirle por el ano un poderoso veneno, No lo consiguió y ya podemos imaginar el “feliz” final del galeno papal.

Como las 7000 prostitutas que tenía registradas en los burdeles no le daban los suficientes beneficios, León X puso en subasta nada más y nada menos que 2150 cargos ( su antecesor Sixto IV, “solo” había vendido 650), y para que el lector se haga una idea de lo que aquello suponía, solo le indicaremos que un cargo cardenalicio costaba ( comprarlo) unos treinta mil ducados.

En su defensa debemos comentar que por lo menos, fue como muchos otros papas del Renacimiento, un gran amante del arte, y al respecto y al morir, el historiador coetáneo de León X, Sarpi, dijo de él: Hubiera sido un papa perfecto, si a sus consecuciones artísticas, hubiese añadido una sola brizna de religión.

Otra de sus aficiones “pías”, era la de coleccionar animales exóticos, entre los que tenía panteras, leopardos, avez de la India, caballos árabes, etc, pero su preferido era un pobre elefante blanco de nombre Hanno, que vivía como un príncipe ( lo que personalmente nos parece lógico, que conste esto a favor de los animales) en el palacio de Belvedere. Curiosamente, al elefante se le había enseñado a incar la rodilla delante del pontífice, como el protocolo y la etiqueta exigía (Sic).El pobre paquidermo murió el 14 de junio de 1516. Peter de Rosa dice que la muerte del bello animal, inmortalizado por el genial pintor Rafael en una de sus obras, causó más pena entre la gente, que la de muchos papas ( no nos extraña).

No seguiremos con este “papa bondadoso y de buen carácter” como lo define algún piadoso escritor de nuestros tiempo; que el lector juzgue que tipo de individuos fueron la cabeza visible de la Iglesia en ciertas épocas.

 

  • Algunos historiadores, incluido el muy ortodoxo doctor Carlo Castiglioni, opinan que la elección de un enfermo ( o al menos eso creían ellos), era ventajoso para los obispos y cardenales que creían que viviría pocos años. No fue así, y los diferentes retratos que de él nos han llegado, principalmente el de Rafael, y que se conserva en la galeria Pitti de Florencia y en el que se encuentra junto a su pariente el cardenal Juliano de Médicis, nos lo muestra ya muy maduro y con un aspecto sano y presumiblemente muy bien alimentado.
  • Ver Vicarios de Cristo, la cara oculta del Papado, Ediciones Martínez-Roca (Colección Enigmas del cristianismo)

 

 

CAPITULO TERCERO

 

 

¿Existen evidencias históricas de Jesucristo?

 

Durante mis primeros 25 años de vida, fui católico. Siempre me había inspirado un inmenso respeto la imagen de Jesús clavado cruelmente en el madero. Aún hoy, siendo agnóstico, cuando entro en una iglesia por razones profesionales ( un reportaje, una filmación) o simplemente por curiosidad, contemplo aquellas imágenes de dolor, pero desde hace muchos años mi cerebro se hace una pregunta que durante el primer cuarto de siglo de mi vida, tan siquiera me hubiera atrevido a hacerme: ¿existió realmente el personaje que conocemos como Jesús el Nazareno?.

Desde hace un par de años, son sin duda cientos o miles los españoles que se plantean este interrogante, y muy posiblemente gracias ( o por culpa, cada cual piense lo que quiera) a la impecable obra del periodista Juan Arias titulada Jesús, ese gran desconocido(1).

Pero muchísimos años antes, nos habríamos de remontar al siglo XVIII,  un ilustre historiador como fue el francés Constantin François Voney, a finales de aquel siglo y después de haber dedicado gran parte de su tiempo al estudio de todo lo referente a Jesús, llegó a expresar públicamente que tenía serias dudas sobre la existencia histórica del profeta de Galilea.

Pocos años más tarde, hacia el 1794, fue otra vez un francés, en esta ocasión Charles François Dupuis, quien de igual manera, puso en tela de juicio la existencia histórica de Jesucristo.

Como bien nos dice Juan Arias en su libro ya citado, Cuando el tema empezó a preocupar a la Iglesia, fue con la nueva ola filosófica de la Ilustración, la cual trajo consigo, la famosa crítica histórica.

La Iglesia se defendió con uñas y dientes como pudo, pues ya no eran los tiempos de encender las hogueras y quemar a los herejes y a los “impíos”, aunque ya hemos dicho anteriormente que en tierras de Lleida, aún en el siglo XIX se llegó a quemar a alguna mujer por “bruja”, pero en general, la Iglesia por aquel tiempo debió pasar del ataque, a la defensa, y la mejor para seguir manteniendo sus dogmas y teorías sobre la existencia histórica de Jesucristo, eran los “Evangelios”.

Pero los investigadores no paran en sus estudios, sin miedo ya al capirote, el potro y las llamas, y en pocos años, son muchos los estudiosos serios que reconocen ( y dan a conocer a los demás), que los evangelios y otros documentos que han sido hasta aquel momento considerados como “pruebas históricas”, son solamente escritos literarios, y como dice Arias, no pretendían presentar la figura histórica de Jesús, sino al Jesús tal como era visto por las primeras comunidades cristianas.

Aquello era una verdadera patada a la espinilla para la Iglesia, pues todo lo relacionado a su crucificación y su resurección, quedaba prácticamente sin argumentos de valor significativo.

Algunos teólogos de talante crítico y liberal, llegaron a comentar que incluso en las Cartas de San Pablo, al que muchos( principalmente el investigador francés Gerald Messadié) consideran el verdadero “fundador” del cristianismo, apenas se habla de Jesucristo ¿ por qué?.

A principios del siglo XX, aquellas dudas sobre la existencia real del Mesías, se revolucionan aún más, con el libro El Mito de Cristo, escrito por A. Drews. Ëste y otros historiadores y filósofos de la época, estaban convencidos de que era imposible encontrar datos históricos y reales de su existencia.

La Iglesia empieza una búsqueda incesante de datos históricos que avalen la existencia real del Nazareno, pero cuando por ejemplo recurren a Filón de Alejandría, un experto en sectas de aquel tiempo ( y los personajes con éllas relacionadas) y que sobrevivió varios años después de la muerte de Jesús, en sus más de cincuenta escritos, tan siquiera lo menciona, y eso que conocía sobradamente y habló incluso del gobernador romano Poncio Pilatos, personaje como todos sabemos muy relacionado con los últimos días de Jesús.

Otro historiador, en este caso muy cercano geográficamente a Jesucristo, Justo de Tiberiades, escribió una interesante obra histórica que abarca toda la historia de Palestina, desde Moisés  hasta el año 70 después de nuestra era, y no menciona para nada al Mesías.

Pero no todo iban a ser penas para la Iglesia, pues al fin aparece un personaje histórico, y bien conocido que nos habla de Jesucristo, se trata del polémico y romanizado historiador judío Flavio Josefo, que lo nombra en dos ocasiones ( que tampoco son muchas que digamos, para un personaje supuestamente tan importante), en una de éllas dice textualmente: Anás convocó a los jueces del Sanedrín, y trajo ante ellos al hermano de Jesús, llamado el Cristo, su nombre era Santiago, y a algunos otros.Los acusó de haber violado la ley y los entregó para que los lapidaran.

Este texto aparece publicado en el libro de Josefo titulado Antigüedades, que vió la luz unos sesenta años después de la muerte de Jesús.

La Iglesia coge y defiende otro texto que se atribuye también a Flavio Josefo, pero del cual el teólogo Juan José Tamayo dice que “Parece tratarse de un texto muy manipulado, sobre cuya autenticidad, se cierne una larga sombra de dudas”. Por su interés, lo reproducimos :”Por esa época (durante el gobierno de Poncio Pilato, entre los años 26-36 d.C.)vivió Jesús, un hombre sabio, si es que se le puede llamar hombre, porque realizó hechos portentosos. Maestro de hombres que aceptan con gusto la verdad, atrajo a muchos judíos y a otros de origen griego.Era el Mesías. Cuando Pilato, tras escuchar la acusación que contra él formularon los principales de entre nosotros, lo condenó a ser crucificado, aquellos que lo habían amado al principio, no dejaron de hacerlo. Porque al tercer día se les manifestó vivo de nuevo.”

Como nos dice Juan Arias, hay quien cree que todo el texto es falso en su totalidad, y escrito por alguien que no fuera Flavio Josefo.

Pero ¿qué dicen de él los historiadores romanos?: solamente que sepamos el cronista Tácito nacido en el año 56 d.C. en su obra Anales hace una mención a Jesús cuando al hablar del emperador Nerón habla de los cristianos y dice “este nombre viene de Cristo, que había sufrido la pena de muerte bajo el reinado de Tiberio, tras haber sido condenado por el procurador Poncio Pilato”.

Después de haber leido todo lo que hemos podido sobre la “posible” existencia de Jesucristo, desde el libro antes mencionado de Juan Arias, hasta los estudios del profesor Hugh J. Schonfield (2) y las investigaciones de Weddig Fricke (3) o el polémico pero interesantísimo trabajo de John Shelby Spong (4), hemos llegado a la conclusión, lógicamente muy personal, conforme Jesús de Nazaret, existió realmente, posiblemente estuvo casado ( muy posiblemente con María Magdalena) y tuvo hijos. Fue como bien dice Arias un “revolucionario”, un amante de la “Libertad”, de la “Igualdad”, e incluso un defensor de la dignidad de las mujeres y los niños, muy mal vistos y peor tratados en aquellos tiempos, o sea un “progresista” para su época ( muy distinto a mucho payaso que actualmente y por razones políticas así se autotitula). Sus relaciones con sus padres y hermanos no fueron precisamente las mejores, y aquel hombre que hace casi dos milenios predicó en la cálida y polvorienta Palestina, está muy alejado del personaje que viene contándonos durante casi dos mil años la Iglesia Católica.

 

 

  • Publicado en castellano por ediciones Maeva.
  • Sus dos obras cumbre sobre dicho tema, son Jesús: ¿Mesías o Dios? Y El Complot de Pascua, ambas publicadas en España por ediciones Martínez-Roca en su colección “Enigmas del cristianismo”
  • Ver su obra El juicio contra Jesús. Ediciones Martínez-Roca. Colección “Enigmas del cristianismo”
  • Ver: Jesús, hijo de mujer. El autor, un conocido obispo episcopaliano, parece ser que tuvo algunos serios problemas debido a la edición de este polémico libro.

 

 

CAPITULO CUARTO

 

 

 

¡Al infierno con los bebés!

 

“Los papas no fueron solamente homicidas de gran categoría; también hicieron desaparecer una base legal de la Iglesia cristiana y  una condición para la salvación”

Lord Acton

 

Cuando nací en el año 1955, las ideas religiosas de muchas de aquellas personas que vivían en plena dictadura del nacionalcatolicismo, era muy parecida o peor en algunos casos, a las de sus padres e incluso abuelos. Voy a poner un ejemplo que me afectó directamente. Cuando nací, mis llorados padres decidieron  retrasar mi bautismo durante bastante semanas o incluso algún mes, hasta que un tío mio ( al que seguro que yo personalmente le importaba un rábano) volviera de su servicio militar en Africa. Aquello que actualmente, en el dudoso caso de que se bautize a un bebé poca importancia tiene, fue de infarto para mi abuela materna, que después de consultar con unos sacerdotes paisanos de élla, le aseguraron que si yo moría antes de bautizarme ( y conste que gozaba de una espléndida salud neonatal) me iba de cabeza al “limbo”, donde según le dijeron, iban los “niños sin bautizar” y los “tontos” (¡valiente caridad cristiana!), Pasaron las semanas y por fin el pariente esperado colgó el uniforme de “regular de Melilla” y regresó a Barcelona; ya me podían bautizar.

Recuerdo que mi abuela durante los veintitantos años que la traté, y que por cierto nunca más se volvió a preocupar tanto por mí  como cuando temía que me fuera a “vivir al limbo”, me recordaba horrorizada aquel caso, pero no era la única, pues mossén Joan, mi párroco de infancia y adolescencia, seguía convencido que aquel retraso me hubiera podido condenar al lugar donde “ni se sufre ni se goza” (¡ menudo aburrimiento!), Aquellas gentes, el párroco, mi abuela y las “piadosas” vecinas que la “asesoraban” eran gente de pocas luces y cultura “medieval”, pero no vayamos a creer que estas creencias sobre el destino de los pobres niños muertos sin bautizar siempre ha sido así, pues en algunos casos y de la mano de varios papas, todavía fueron mucho más integristas y radicales.

Hemos creido oportuno poner como ejemplo algunas de las cuestiones de fe y consecuente orden papal que al respecto de los niños recién nacidos, ha dado la Iglesia.

Un pontífice tan estimado y alabado como Gregorio Magno (590-604) y del que Juan Dacio nos dice (citamos textualmente de su Diccionario de los Papas): Defendió los derechos de los pobres y los judíos, cuyos derechos estaban garantizados desde hacía siglos por la Iglesia (Sic), repartió sus bienes entre los pobres,y supo transformar a sus monjes en un admirable instrumento religioso y civilizador y … aquel hombre tan maravilloso ( y no dudamos que fue uno de los papas más influyentes de la Iglesia Católica) declaró solemnemente, que: Todos los recién nacidos sin bautizar, van al infierno para toda la eternidad. Imaginemos el terror y la angustia que sentirían los pobres y crédulos padres que veían que sus bebés, que en muchísimos casos morían al poco de nacer, en algunos casos pocas horas más tarde debido a las muy precarias condiciones sanitarias y sociales en que vivían, perdían su último y prematuro aliento antes de recibir el santo bautismo.

Pero no creamos que el caso del papa Gregorio es único, pues todavía tenemos noticias gracias a los estudios del exsacerdote católico Peter Rosa, de otras casos que aún son peores si cabe, como por ejemplo las “sabias y santas” palabras que dictaron el papa Inocencio I (401-417) el gran defensor de San Juan Crisóstomo que durante el Concilio de Milevo, aseguró que los recién nacidos estaban “obligados” además de ser bautizados, a tomar la Santa Comunión, o en caso contrario, por mucho bautismo que se hubiera celebrado, se iban directamente de cabeza al infierno. Aquello sentó cátedra, pues otro papa, en esta caso Gelasio I (492-496) que según creo fue incluso nombrado “santo”,y el cual tiene el “honor” de haber perseguido los ritos paganos con encomiable fervor cristiano y en su curriculum destaca haber acabado (al menos oficialmente) de forma drástica con la última fiesta pagana que se permitía, la de las Lupercalia (1)., decidió que era una verdad improtestable el que los recién nacidos debían recibir la comunión además del bautismo, pues en caso contrario, irían directamente al infierno si morían (2).

A favor de la Iglesia hemos de decir, que con una rápidez un tanto dudosa, pues tardaron casi mil años, pero nunca es tarde si la dicha es buena, los responsables de la Iglesia decidieron anular e incluso en algún caso condenar aquellas barbaridades en el Concilio de Trento ( 1545-1563).

Como vemos, según el Evangelio, Jesucristo decía a las gentes: “Dejad que los niños se acenquen a mí”, en cambio algunos papas, sus embajadores en la Tierra, decidían que los pobres bebés que morían sin cumplir las “normas” se iban hacer compañía al diablo para toda la eternidad. Qué distantes están las prédicas del Hombre de Nazaret y las de algunos de sus representantes en la Tierra.

 

  • En las fiestas del 15 de febrero, jóvenes vestidos con pieles e incluso muchos de ellos desnudos, seguían la antigua costumbre de recorrer la ciudad para ahuyentar la mala suerte y según se decía a los lobos.El Lupercal, estaba en una cueva situada en la falda del monte Palatino. Existía una cofradía de Lupercos,  o sea sacerdotes que rendían culto al fauno Luperco. Era tradición que en aquella cueva del Lupercal, la loba había amamantado a Rómulo y Remo.
  • Poco después de confirmar tal bestialidad se enteró que algunos de sus proveedores de trigo y frutos, que según los “historiadores oficiales de la Iglesia” repartía entre los pobres ( aunque no hay pruebas de ello) seguían adorando a los dióscuros Castor y Pólux, montó en ira y castigó a los “paganos” y tomó las más severas medidas contra los “últimos” paganos “oficiales”.

 

 

 

CAPITULO QUINTO

 

 

Las SS hubieran sentido envidia:

 

“El terreno de la religión, es aún más fértil en el campo de las torturas y suplicios, que el político y el jurídico”

Rolland Villeneuve

 

Hablar de las SS o de la terrible Gestapo ( sin olvidar a la repugnante y paranoica KGB comunista) y sus métodos, ponen la piel de gallina a cualquier persona con un mínimo de sentimientos y humanidad. Pues bien, existe una larga lista de papas, que hubieran dado envidia al mismísimo Heinrich Himmler, jefe supremo de la SS, brazo derecho de  Adolph Hitler  y uno de los principales asesores esotéricos del dictador nazi.

Leer las crónicas de algunos de los pontífices que fueron durante décadas cabezas visibles de la Iglesia, parece estar repasando aquellas terribles crónicas escritas por Heinz Hójne, especialista en la Orden de la Calavera ( la SS) o R. Petitfrére, autor del ya clásico La mística de la Cruz Gamada.

Podríamos hacer un verdadero vademecum de hechos increibles efectuados por diversos pontífices, pero como la lista sería tan larga que posiblemente necesitaríamos todo un libro, vamos a dar algunos significativos ejemplos.

El “bueno” de Benedicto V (964), del que varios libros “oficiales” de la Iglesia lo califican de Sabio y piadoso sacerdote en el verdadero sentido de la palabra, muerto “desgraciadamente” en el destierro, fue todo un “personaje” según nos cuenta Peter de Rosa; luego de deshonrar a una jovencita, escapó hacia Constantinopla con la mayor parte de la fortuna pontificia. Una vez agotado el dinero a base de grandes fiestas , volvió a Roma, donde se dedicó a seguir persiguiendo mujeres, incluidas las casadas, hasta que un marido celoso, lo atravesó parece ser que en Hamburgo cien veces con un cuchillo. Su cuerpo fue arrastrado por los suelos y lanzado a un sumidero. De él, dijo el escritor y cronista católico Gerberto: fue el más inicuo de todos los monstruos del drescreimiento

De Esteban VI (896-897) se podría hacer una película de terror. Se hizo famoso por haber organizado el famoso “Sínodo cadavérico”, en el cual, presa de un terrible ataque de locura o quizá de maldad, hizo desenterrar el cadáver de uno de sus predecesores, concretamente del Papa Formoso (891-896), que había sido obispo de Porto. Hizo que vistieran el putrefacto cadáver de pontífice con los atuendos pontificios, lo sentó en el trono lateranense y seguidamente en una escena horripilante, digna de las pesadillas oníricas de Locecraft, el papa Esteban procedió a interrogar personalmente aquel cadáver maloliente.No hace falta decir que el cadáver de Formoso, “no abrió boca” y por lo tanto fue condenado entre otras cosas por haber sido obispo de Porto y no de Roma. Para que aquello pareciera más “legal” y digno de la “justicia romana”, pusieron a un diácono, al parecer disminuido o limitado mental para que contestara en lugar del cadáver. Sobre lo que siguió a continuación, dejamos al lector con las palabra de De Rosa: Una vez hallado culpable, el cadáver fue condenado como antipapa, despojado de todo lo que llevaba puesto, a excepción de un cilicio que llevaba puesto en sus ajados despojos, y menos los dos dedos con los que había impartido sus indebidas bendiciones apostólicas, arrojado al Tiber. Poco después el psicópata y necrótico Papa  moriría estrangulado en la lóbrega cárcel donde lo habían encerrado los partidarios de Formoso.

Si a este Papa lo podemos señalar como un posible psicótico peligroso, y que tal vez tan siquiera fuera consciente de sus monstruosidades, no podemos decir lo mismo del siguiente Papa que aquí trataremos.

Sergio III (904-911) reinó siete años, cuatro meses y dieciseis años, y dejó un historial digno de Al Capone. Según nos indican el exjesuita Salvador Freixedo y otros autores, este hombre, que fue obispo de Cere, mandó degollar a dos de sus antecesores, León V, que fue encarcelado y asesinado en la prisión, y Cristobal I que al igual que su compañero anterior, solo ejerció su pontificado dos meses y murió así mismo degollado en la prisión a la que tan aficionado era Sergio III.

Además de sus aficiones matarifes, las mujeres tampoco le eran ajenas, y por dicha razón cogió como compañera de cama a la famosa y todavía casi niña, pues apenas tenía quince años, Marozia, una de las mujeres más hermosas e influyentes de toda la Edad Media. Con aquella adolescente tuvo como mínimo un hijo, el cual, siendo “hijo de Papa” ( que es diferente que “hijo de papá”) y como no podía ser de otra manera, llegó a ser pontífice con el nombre de Juan XI (931-935). En su pontificado, se dan encarcelamientos, nepotismos, y luchas fraticidas, e incluso parece ser que este papa, murió en la cárcel donde fue mandado por su propio hermano ( para que después critiquen a Caín y Abel) que también encerró durante muchísimos años a su propia madre Marozia, la cual como luego veremos, tuvo una muerte muy “cristiana”a manos de otro papa..

Sigamos con esta galería de “piadosos”. Con “luz propia” entre los peores destaca Juan XII (955-963), que como ya era habitual en aquellos tiempos, aunque hay quién prefiera olvidarlo, era hijo de otro papa, de Agapito II (946-955).

Este Juan XII, al que algunos historiadores de la Iglesia le reprochan “ciertas liberalidades”, fue todo un ejemplo de los peores vicios, y para no hacer una “biografía del diablo” muy extensa, resaltaremos que subió al pontificado a los veinte años, y que entre sus “virtudes” estaba el practicar incesto con su propia madre, formó un espléndido harén con decenas de mujeres en el palacio de Letrán, se jugaba las ofrendas de los peregrinos a los dados, mantenía una cuadra de más de dos mil caballos a los que alimentaba con almendras e higos remojados con vino (mientras el pueblo moría de hambre). A sus acompañantes de las viciosas y constantes noches de amor, les regalaba los cálices de oro de San Pedro. Era ya una consigna entre las familias de Roma, que las esposas jóvenes y las hijas, se abstuvieran de visitar San Juan de Letrán si querían preservar su dignidad y honor, y en el summum del horror, llegó a brindar por Satanás ante el altar de la principal iglesia de la cristiandad. No es de extrañar que en los lejanos monasterios y conventos, monjes y monjas rezaran cada día para que aquel ser abyecto y repugnante muriera pronto. Y los rezos y ruegos parece ser que llegaron a donde iban destinados, pues una plácida noche de mayo en que se llevó (posiblemente por la fuerza) a una joven casada a su cama, el marido, celoso y encolerizado le partió la cabeza de un martillazo.

De este Papa, un historiador especializado en el Papado, y nada sospechoso de heterodoxo ni de liberal como el cardenall Bellarmino, que en su obra De Romana Pontífice escrita en el siglo XVII destaca como “más papista que el Papa”, lo define con solo tres palabras : Fue la escoria.

Mientras, la antes hermosísima Marozia, esposa y madre de papas,  con noventa años, seguía encerrada y excomulgada, hasta que aparece un Papa conocido como Gregorio V (996-998). Dice la “historia oficial pontificia” que este pontífice que tenía la “avanzada” edad de veintitres años, se ablandó y su corazón  sintió pena por aquella anciana y como buen cristiano mandó a un obispo, primero para que la exorcitara por si llevaba algún malvado demonio dentro, seguidamente y de forma piadosa le levantó la excomunión, además el papa le perdonó todos sus pecados anteriores, y finalmente… y tras pensarlo bien, le hizo cortar la cabeza.

Y antes de dejar esta época y sus “particulares” papas, hablaremos de Benedicto IX (1035-1045), que subió al trono de San Pedro a los ONCE años. Monseñor Louis Duchesne(1) que siguió con atención la vida de este pontífice lo define así: era un mero golfillo, que aún tardaría mucho en convertirse en activamente agresivo. De él podemos decir a nivel anecdótico e incluso positivo tratándose de él, que fue el papa  que creó el actual escudo Pontificio, con las llaves de San Pedro.

No estaría de más en un capítulo en que hablamos de “monstruos” mencionar a Juan XXII(1316-1334), uno de los llamados Papas de Aviñón. Era un obseso del dinero, pasaba el tiempo inventando nuevos impuestos y tributos y fue una de los hombres más ricos de Europa. Sabemos que el 70 por ciento de sus inmensas riquezas las dedicó a guerrear. Era un “chauvinista”( como buen francés, eso está claro) de primera, pues sabemos que de los 28 cardenales que ordenó, 23 eran franceses, e incluso nueve de ellos, de Cahors, el pueblo donde él había nacido; eso es ser un buen vecino. Odiaba a todo aquel que practicara “brujerías” y de esta manera, en una ocasión se le metió en la cabeza que el obispo Geraud había estado “trabajando” mágicamente a su sobrino hasta matarlo, y el papa Juan XXII decidió dar una lección a aquel tipo de gentes. Mandó apresar a su obispo, lo entregó a un verdugo que con un cuchillo le despellejó la cabeza, y como aquello le pareció poco, hizo que la tortura se repitiera también en ambas manos. Pero el pontífice creyó que se había quedado corto, por lo que hizo que se encendiera una hoguera y metieran al pobre hombre vivo dentro del fuego hasta que muriera.

Un día se enteró que un monje franciscano ( algunos autores dicen que los consideraba unos “herejes”, pues recordemos que la sencillez en que vivían los franciscanos, no gustó siempre a algunos papas) recorría los pueblos predicando la pobreza. Encolerizado por aquellas “prédicas indecentes” a favor de la pobreza, mandó a buscarlo y lo envió directamente a las mazmorras. Cuando le llevaron frente a él a su rival Nicolás V que desde Pisa aseguraba ser también Papa, lo mandó encerrar de por vida, y además al saber que su contrincante tenía ( como tantos otros papas) una esposa e hijos, le mandó la siguiente “bendición papal”: Que sus hijos lleguen a ser huérfanos y viuda su esposa.. Para agrandar un poco más su curriculum, se llegó a inventar una herejía sobre el fin del mundo, de la que al parecer y según algunos de sus historiadores, se retractó poco antes de morir a los noventa años de edad..

No vamos a extendernos más en este capítulo, aunque podemos asegurar que todavía hay muchos papas que nos hemos dejado en el tintero, y que merecen sobradamente y por méritos propios estar aquí incluidos, pero por temor a aburrir a los lectores, dejamos aquí la lista (2), dejando claro que también los ha habido, faltaría más, que fueron verdaderamente buenos cristianos e hicieron lo que pudieron por sus fieles, pero los crímenes y torturas que se inflingieron en nombre de Dios, y por la mano de sus “delegados” forman un verdadero “museo de los suplicios” (3)

 

 

 

(1) Dicho personaje, no muy bien visto por la Iglesia, tuvo en  el abate Loisy a uno de sus principales discípulos.Este hombre, Loisy, fue una de las mentes más claras de la Iglesia de principios del siglo XX, y sostenía que la actitud de Roma respecto a las Sagradas Escrituras, era insostenible, y a propósito de éllo escribió el libro El Evangelio y la Iglesia, la respuesta del papa Pío X fue inmediata, lo censuró de principio a fin. El abad pidió perdón por carta al Papa, pero éste en una nueva muestra de prepotencia y soberbia, tan siquiera le contestó, es más, en marzo de 1908 decidió excomulgarlo calificándolo de vitandus, la formalidad más severa dentro de la ley canónica.

 

(2)Mientras durante siglos se llevaban estas aberraciones y estos asesinatos en la Santa Sede, en los diferentes países de Europa se perseguía con cruel persistencia, las últimas creencias que del paganismo quedaban, y que eran tachadas por las autoridades eclesiásticas de “inmorales” e insultos a Dios.

 

(3) Para quien quiera ampliar los conocimientos e incluso leer testimonios sobre los tipos de tortura y las atrocidades realizadas en nombre de la religión, o las religiones, aconsejamos el libro El museo de los suplicios” del investigador francés Roland Villeneuve (Editorial Martínez-Roca)

 

 

CAPITULO SEXTO

 

 

Con dinero y poder se vive mejor, sí señor:

 

“Urge acabar con este inmundo ruido de dinero alrededor del altar”

Mi Iglesia duerme de Salvador Freixedo

 

Hace pocos días que alguien me contó que en unas horas concretas, para entrar en la catedral de Barcelona se debe de pagar “entrada”. La verdad, me quedé muy sosprendido pùes no creí que las autoridades religiosas barcelonesas llegaran a tanto, por lo que me dirigí a la magnífica y turística catedral gótica y pedí información. Me indicaron que durante algunas horas del mediodía, para entrar al templo, era necesario “hacer un donativo” de CUATRO euros. Me mostré indignado, y pregunté qué pasaba con las fieles católicos que sintieran la necesidad de rezar en dicho templo en aquellas horas y no quisieran, o peor aún, no pudieran pagar aquel “donativo”; se me respondió que el día tenía más horas.

Pompa, dinero, lujo, etc, siempre ha ido muy ligado a la Iglesia. Qué alejados están sus “referentes” y responsables de las prédicas que según el Evangelio hacía Jesús de Nazaret por los áridos caminos de Palestina.

Que se vendieron papados, cardenalicios, obispados, etc, no extraña a nadie, pero hay casos que merecen ser citados como ejemplo de que aquellos votos de pobreza que se supone debe defender y practicar todo religioso o religiosa, es una pantomima para muchos de los dirigentes de la Iglesia, antes, sí, pero ahora también.

De todos son conocidas las “indulgencias” que se daban a cambio de dinero, y entre estos “recaudadores de impuestos” brilla con luz propia Inocencio III (1198-1216) que se hizo además famoso por su radical condena contra la herejía cátara, la cual terminó en un verdadero genocidio, así como su tendencia a organizar “cruzadas” armadas.  Para ser objetivos también hemos de decir que en algunas ocasiones se ha querido ensuciar a algún papa con supuestas  tramas de compra-venta de indulgencia, como es el caso de León X  (1513-1521), al cual se le ha achacado en algunas ocasiones la “paternidad” de la célebre Taxa Camarae, la cual constaba de 35 artículos (siempre referidos a las tarifas a pagar para que sean perdonados los pecados). No los vamos a repetir uno por uno, que ya lo hizo  el periodista y psicólogo Pepe Rodríguez en su libro Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica (1) y que como bien dice en este trabajo, sirvieron para “declarar abierto el cielo para quienes, clérigos o laicos, hubiesen violado a niños o adultos, asesinado a uno o a varios, estafado a sus acreedores, abortado…pero tuviesen a bien el ser generosos con las arcas . Pero llegados a este punto, debemos de romper una lanza en defensa de este papa, el cual aunque podemos asegurar que no fue un santo, esto que quede claro, parece que no fue quién dicto esta sarta de atrocidades y simonías que se conocen como Taxa Camarae, es más, puestos al habla con Pepe Rodríguez en noviembre de este año ( 2003), me dijo que actualmente tenía serias dudas sobre quién fue el que redactó estas tarifas, y que no podía descartarse que hubieran sido los protestantes para ensuciar al Pontífice o incluso algún desconocido obispo de origen centroeuropeo . Personalmente  y aunque ya hemos dejado bien claro que podemos creer cualquier cosa de algunos de los hombres que han ocupado el trono de San Pedro, vemos demasiado abominante este listado de “indulgencias” y tendemos a creer tal como apunta Rodríguez, a que se debiera a un posible envenenamiento por parte de luteranos, calvinistas o similares. Para que juzgue el lector, reproducimos algunas de estas “tarifas” que en total sumaban 35..

 

  • El eclesiástico que incurriese en pecado carnal, ya sea con monjas, ya con primas, sobrinas, o ahijadas suyas, en fin, con otra mujer cualquiera, será absuelto, mediante el pago de 67 libras, 12 sueldos.

 

  • Si el eclesiástico además de pecado de fornicación, pidiese ser absuelto del pecado contra natura o bestialidad, deberá pagar 219 libras, 15 sueldos. Mas si sólo hubiese cometido pecado contra natura con niños o con bestias y no con mujer, solamente pagará 131 libras, 15 sueldos.

 

  • El sacerdote que desflore a una virgen, pagará 2 libras, 8 sueldos.

    

  • Para todo pecado de lujuria cometido por un laico, la absolución costará 27 libras, un sueldo, para los incestos, se añadirán en consciencia 4 libras.

 

Y para finalizar, una que nos parece muy tendenciosa y que nos sigue decantando hacia el terreno de la “guerra sucia” que durante siglos han mantenido la Iglesia Católica y las demás iglesias cristianas.

 

-La mujer que destruyese a su propio hijo llevándole en sus entrañas y el padre que hubiese contribuido a la perpetración del crimen, pagarán 17 libras, 15 sueldos cada uno. El que facilitare el aborto de una criatura que no fuere su hijo, pagará una libra menos.El que ahogase a un hijo suyo, pagará 17 libras, 15 sueldos, y si lo matasen el padre y la madre de mutuo acuerdo, pagarán 27 libras, 1 sueldo por la absolución.

 

Antes de dejar a este papa, fuera o no realmente el autor de estas “leyes” y del que ya hablamos en otro capítulo, recordemos que “historiadores oficiales” como el ya nombrado varias veces Juan Dacio (2), con el prefacio gustoso de Vintila Horia, dicen de él, entre otras cosas, que fue un “mecenas”, elegante,  y que “supo dar al Renacimiento su mayor esplendor”; sobran los comentarios. Aunque no fuera probablemente el autor de la Taxa Camarae su pontificado no puede definirse de “ejemplar” por mucho que lo quieran defender los “oficialistas”.

Pero hubieron papas que llevaron la pompa y el desperdicio económico a grados patológicos, como es el caso de Clemente VI(1352-1362) que mientras una tercera parte de la cristiandad moría de hambre, el pontífice había comprado para la elaboración de sus vestidos, 1.080 pieles de armiño. En sus numerosos banquetes, se servían por persona 27 platos diferentes de manjares, sin contar los entremeses (3).

Un “santo varón” como el cardenal Hugo Roger que cuando murió el año 1364, una época en que la gente moría por miles cada día por la peste y las hambrunas, él, que pedía dinero para la Iglesia, resultó que tenía escondidos en un enorme arcón, varias bolsas de oro y plata por valor de 200.000 florines. Para que alguien calcule, diremos que la reina de Nápoles Juana de Anjou vendió la ciudad de Aviñón al Papa Clemente VI por 80.000 florines.

Salvador Freixedo habla largamente del sobrino de Inocencio VIII (1484-1492) de nombre Cibo, y de profesión cardenal, lógicamente escogido de manera nepótica., y gran amante del juego, perdió en una sola noche 14.000 florines de oro, que quizá fueron a parar a manos del también cardenal Riario ( curiosamente sobrino de otro papa). Por aquella época había otro cardenal de nombre Balue que también vió como le volaban de su bolsa y en una sola noche  por culpa del juego, otros 8000 florines.

Viendo Inocencio VIII que su ludopático sobrino perdía fortunas por las noches jugando con sus “colegas” cardenales, le ofreció una ayudita, dándole las diócesis de Sevilla y Valencia entre otras, para poder reponer sus arcas.

Los tiempos han cambiado, la gente ha madurado y ya no tiende a comulgar con rueda de molino, a la mayoría o al menos eso creo, le importa un comino que lo excomulguen, si es ateo o agnóstico ( que no es lo mismo) por que se la trae al pairo, si es creyente pero tiene libre albedrío, por que cree que si Dios existe, Este no puede aceptar tanta simonía y tanto mercantilismo con los temas sagrados.

Los tiempos, repetimos, cambian, pero en ocasiones la Iglesia, o al menos una  parte de élla, la de sus dirigentes, sigue pensando como hace siglos, y sirva como ejemplo todo lo que rodeó a los sucesos relacionados con la Banca Ambrosiana y el posterior asesinato del banquero Calvi. Jamás llegó a saberse toda la verdad, y muchas bocas callaron o fueron calladas por miedo, y no precisamente al infierno. Se habló se suicidios, papeles desaparecidos, extrañas visitas a los testigos… Mucho se ha escrito sobre aquello, pero muy poco “oficialmente”. De los asesinatos de los banqueros Calvi y Sidona, Fernando de Orbaneja nos dice :”sobre este asunto, cualquier tipo de investigación está destinada al fracaso.

Terminaré este corto capítulo comentando algo muy personal. Me casé por la Iglesia ( por petición de mi madre) un 15 de agosto de 1981 en una parroquia del barcelonés barrio del Poble Sec (Pueblo Seco). Nos casó el mismo sacerdote que me había dado la Primera Comunión, la Confirmación y que cada primero de mes me daba la Comunión; en el momento que acabó la ceremonia y aún delante del mismísimo altar donde yo había rezado de niño cientos de veces, nos dijo y doy mi palabra de éllo ( y tengo testigos): “Vinga, qui paga això?”(“Venga, quién paga esto?”). Miré las santas imágenes que nos observaban desde sus pedestales y sentí vergüenza ajena. Los tiempos cambian, pero en la Iglesia aún existe ese “ruido de dinero junto al altar” y con una regularidad muy representativa siguen apareciendo reportajes y artículos en diferentes medios de comunicación que nos hablan, informan, denuncian,  comisiones a fotógrafos en bodas, coacciones a jóvenes que van a casarse para que esto o aquello se haga en tal o cual lugar, o lo que es peor, “regalos económicos” a familias para que no denuncien algunos casos de pederastia que ensucian algún sacerdote ( afortunadamente los menos) y que en los últimos años en los Estados Unidos de América, han hecho correr mucha tinta ( cuando estoy corrigiendo estas líneas, el sacerdote de una parroquia andaluza, ha sido condenado a once años por abusos a diversas niñas).  Repito, la mentalidad de la mayoría de la gente ha cambiado afortunadamente y en general no se teme a los infiernos, lugar que de existir, estaría bien surtido de papas, obispos y cardenales mujeriegos, simoníacos, incestuosos, cuando no pederastas…, pero lo que por desgracia parecer ser que apenas cambia, son algunos deseos y ambiciones por parte de algunos dirigentes de la Iglesia. Finalizaremos contando como simple anécdota y para que el lector vea que todos estos despilfarros de que se ha acusado a la Iglesia no son “cosas del pasado”, que el traje de cardenal, que no olvidemos que ha hecho voto de pobreza, varía actualmente entre los 3500 y 4000 euros, siendo generalmente los cardenales italianos, los más “bien vestidos”. Solamente el fajín cardenalicio cuesta aproximadamente 220 euros(4). Jesús de Nazaret, el Maestro, se dice que andaba por los caminos con unas simples sandalias y repartía lo que tenía entre los pobres; que lejos quedan aquellas enseñanzas.

 

 

  • Publicado por Ediciones B. (Barcelona 1997)
  • En la década de los sesenta, se aconsejaba a las personas que querían introducirse en la historia del papado, que se leyera el libro sobre este tema escrito por Juan Dacio y con prefacio de Vintila Horia. Dejo al lector que llegue a consultarlo, calificar este trabajo que en su comienso define a la Iglesia con estas palabras: “Destaca por la permanente lucha que ha  venido sosteniendo en pro de la libertad del hombre”

(3)Para quien tenga curiosidad de lo que podía llegar a gastar un papa de aquella época en un solo banquete, le aconsejamos que lea el capítulo 18 del libro El cristianismo un mito más y que en su página 239, su autor da un listado completo de los alimentos y los miles de litro de vino utilizados por Juan XXII en uno de sus ágapes.

 

(4)Pero esto parece una nimiez si lo comparamos con lo que la Iglesia se gastó con la mitra papal que en el año 1903 sirvió para la consagración del papa Pio X (1903-1914), un hombre que curiosamente provenía de una familia muy pobre, su padre campesino y su madre una humilde costurera. Aquella joya estaba formada por 529 diamantes, 252 perlas, 32 rubiés, 19 esmeraldas y 11 zafiros.

 

 

CAPITULO SÉPTIMO

 

 

El negocio de las reliquias:

 

    Durante siglos y más durante la larga y oscura Edad Media, se dio una verdadera obsesión, casi patológica, acumular reliquias sagradas, fueran éstas trozos de la cruz dónde se dice que murió el Mesías, huesos de santos, ropajes sagrados, cadáveres incorruptos y por lo tanto “santos” ( en según que zonas, principalmente Centro Europa, y a partir del siglo XVII aquello pasa a ser mirado como una posible forma de vampirismo), gotas de leche de la Virgen,espinas de la corona de Cristo, pajas del pesebre donde nació el Mesías, los clavos con que se crucificó al Nazareno, u objetos que según la piadosa memoria popular, habían pertenecido a tal o cual santo. En nuestro país, incluso se llegó a la verdadera “inocencia” en el tema de las reliquias, y permítame el lector un ejemplo. Siendo yo adolescente, pasaba largas jornadas en el bello pueblecito costero de Torredembarra (Tarragona) bajo el cuidado de un señor mayor de nombre Toni Mir, oriundo de la capital leridana. Su esposa, tenida por todos por muy “roja”, era en el fondo una aprendiz de beata que me contaba viejas tradiciones cristianas, y una de éllas es la que hablaba de la ubicación durante más de setecientos años, de los “pañales del Niño Jesús” en una iglesia de Lleida. Aquello, pese a mi juventud y mi por aquel entonces auténtica fe cristiana, me parecía “demasiado”, incluso en aquellos años finales del franquismo, pero curiosamente, a mediados de diciembre de este año (2003), ha aparecido en la prensa catalana ( diario 20 minutos) un escrito en el que se confirma que hasta el año 1938, en dicha ciudad, se veneraban unos tejidos que según el experto sueco en temas bíblicos Adolf Fäh, se remontaban al siglo primero de nuestra era y que se creía que habían sido los primeros pañales de Jesucristo. Estos desaparecieron con la entrada de las tropas de Franco, y aquella reliquia tan “particular” y venerada que se conoció como el Sant Drap (Santo Trapo) ahora es solo un recuerdo perdido entre aquellas miles de piezas increibles que se veneraron como reliquias y que tanto dinero dieron a la Iglesia.

Reyes, cardenales, emperadores, papas, todos querían para sí alguna reliquia, principalmente para estar más a bien con Dios y poder conseguir sus propósitos. De las reliquias sagradas, es sin duda la Sábana Santa o “Síndone” la que más tinta ha hecho correr, y que ha llegado, en el caso de la de Turín, a movilizar a docenas, quizá centenares de científicos que aún hoy no tienen una explicación clara sobre qué extraño fenómeno hizo que en un lienzo de espiga de lino, tejido a la manera de sarga o “cola de pescado” y con unas dimensiones de 430 centímetros de largo por 110 de ancho se encuentre la misteriosa imagen de un hombre torturado y posiblemente crucifijado y que muchos creen que se trata de Jesucristo, y otros como los investigadores Robert Lomas y Christopher Knight , autores del polémico libro El Segundo Mesías. Los Templarios, la Sábana Santa y el gran secreto de la masonería, aseguran que muestra el rostro de Jacques de Molay, último Gran Maestre de los templarios, mandado asesinar por la Iglesia, y más concretamente por el Papa Clemente V (1305-1314) y el rey de Francia Felipe el Hermoso a principios del siglo XIV.

La historia de esta reliquia que sigue siendo un verdadero enigma y que fascina a los millones de personas que han podido observarla a lo largo del tiempo, está llena de lagunas, pero su magnetismo divino parece ser cierto pues incluso cuando ocurrió el “misterioso” incendio que casi acaba con élla en la madrugada del 11 al 12 de abril de 1997, y de la que ni Iglesia ni policía quisieron dar explicación “oficial”, el bombero Mario Trematore, un sindicalista muy de “izquierdas” , que no era católico y que la salvó del incendio a golpe de martillo, al ser preguntado dijo: “ el cristal puede parar las balas, pero no la fuerza de los valores representados en el símbolo que lleva dentro. Rompí el cristal con solo una maza y las manos que aún me sangran. Es extraordinario, Dios me ha dado la fuerza para romperlo”. Presentamos esta anécdota solamente como ejemplo de la fascinación que dicha reliquia puede crear en muchas de las personas que la han contemplado. No entramos personalmente en la peliaguda cuestión de quién es el hombre allí representado, aunque después de haber leido bastante sobre el tema, tanto de parte de los defensores como detractores, estamos convencidos de que se trata como mínimo, de alguien “muy especial”.

Pero no vamos a hablar de la Sábana Santa, que muchos estudiosos, entre ellos la periodista madrileña Carmen Porter (1) ya lo han hecho y de forma extensa y objetiva en algunas ocasiones, y “piadosa” en otras. Nos referiremos a las muchas copias que se han hecho desde el siglo XVI para “atraer” a los fieles, y así poder recoger más limosnas. El historiador leonés Nacho Ares en uno de sus libros (2) nos cuenta que solo en España, existían 23 copias de la Sábana Santa, de las que actualmente solo quedan 18.

Esta santa reliquia, sea quién sea el hombre allí representado, movió como no podía ser de otra manera, la codicia de muchos religiosos, y así en el libro de Porter, podemos seguir su recorrido a través de los siglos, en que emperadores la desean para tener más “poder”, y obispos, para recoger más limosnas, como es el caso de Pierre d´Arcis, obispo de Troyes, que montó en cólera y envidia al saber que aquella pieza sagrada que se veneraba en la iglesia de Nuestra Señora de Lirey, “atraía a masas enormes, las cuales, al venerar la reliquia, dejaban limosnas cuantiosas” tal como nos lo cuenta sin remilgos ni tapujos el jesuita Paul de Gail en su obra Las ostensiones de la Síndone. El obispo, avisó al propietario de la Santa Sábana, que dejara de exibirla o sencillamente lo excomulgaba.

Algunas décadas más tarde, concretamente en el siglo XV, la propietaria de la Síndone es Margarita de Charney, y constantemente se ve asediada por los sacerdotes de Lirey para que la devuelva y es curioso el mandato que le hacen a la aristócrata: “debe de devolverla en un máximo de cinco años, y darles una cantidad de francos, por la pérdida de limosnas que suponía para la Iglesia no tenerla en su poder. Sin comentario.

Indudablemente en las reliquias, la Iglesia vió un buen negocio, y llegó en algunos casos al esperpento, pero los fieles acudían a verlas, a rezar ante éllas y lo más importante, a “donar” algunas monedillas, cuando no, grandes cantidades..

Mis buenos amigos el periodista Javier Sierra Albert y el abogado, editor y escritor Jesús Callejo Cabo  en su interesante libro titulado La España extraña (3) dedican uno de sus capítulos al tema de las “reliquias”. No podemos resistirnos a reproducir con su permiso alguno de los stoks que se guardaban en diversas iglesias españolas ( muy parecidos a otros de diferentes países de Europa).

En la preciosa iglesia de Santa María de Sangüesa, lugar de obligada parada para los miles de peregrinos que realizaban el Camino de Santiago (4), en el siglo XIV se hizo un inventario de “sus” reliquias; lo reproducimos por  su interés: Aceite de la tumba de San Juan, un poco del maná que Yhavé dio a los israelitas, un poco de barro del que usó Dios para crear a Adán, y unas cuantas lágrimas de la que Moisés derramó al ver la Tierra Prometida.

Pero Sierra y Callejo también nos dan una relación de las reliquias que se encontraban en la catedral de Mallorca y que fueron recopiladas por el archivero don Josep Miralles Sbert antes de morir el año 1947. Antes de relacionarlas, hemos de decir que parece ser que varias de éllas, iban acompañadas de su respectivo “certificado de autenticidad”. Lea y juzgue el lector: Porción del pesebre donde la Virgen María reclinó al Niño, Tierra de Nazaret, piedra del lugar donde Jesucristo fue bautizado, parte de una túnica de Nuestro Señor, parte de la columna donde el Mesías fue atado para ser flagelado, porción de la esponja que llena de hiel y vinagre, pusieron en los labios de Jesucristo, porción de los cabellos de la Virgen María, leche de la Virgen, trocito de la piedra donde Jesucristo fue depositado al bajarlo de la cruz… no seguimos para no aburrir al lector. Si alguien desea la lista íntegra, la podrá consultar en dicho libro.

En la catedral de Valencia, según Sierra y Callejo, se guarda el cuerpo incorrupto de uno de los “inocentes” que mandó asesinar Herodes, y en diversas iglesias, se guardan “plumas” que les cayeron a los arcángeles ( ¿deberíamos hablar de alopecia angelical?).

No vamos a extendernos más en el tema de las reliquias, pues después de escribir estas líneas solo nos quedan dos reflexiones. Una es la que trata de la “piadosa ignorancia” de aquellas gentes que durante siglos e incluso dos milenios, se creyeron todo lo que la Iglesia les contara, aunque fuera “incomible”, y si alguno no lo creía, pues sencillamente callaba para evitar ir a las mazmorras o directamente a la hoguera. Hasta aquí no seríamos demasiado agrios con unos monjes y sacerdotes que en muchos casos eran casi tan ignorantes como sus fieles, pero lo malo es cuando observamos que detrás de estas supuestas reliquias, se movían inmensos intereses económicos y de poder. Esto de traficar con lo sagrado, se llama desde hace milenios SIMONÍA y es sin duda una de las sombras más negras que recae sobre la Iglesia Católica, aunque estamos seguro que las otras doctrinas y credos cristianos ( al igual que otras religiones no cristianas) tampoco se libran de éllo.

Finalizaremos el tema de las reliquias indicando algo que muy poca gente conoce. En la Ciudad-Estado del Vaticano, existe un departamente conocido como “Archivo de las Reliquias” donde constantemente tres sacerdotes trabajan enviando a distintos puntos del planeta, grandes o pequeñas reliquias, pues según nos han informado, el Derecho Canónico exige que todo altar o capilla, sea de donde sea, debe contener como mínimo una reliquia. Como con regularidad se construyen nuevos templos y pequeñas iglesias, estos tres laboriosos sacerdotes, reparten reliquias por todo el mundo, siendo al parecer la más “estándar”, una cajita sellada que contiene  tierra sacada de las cercanías de donde supuestamente se encuentra enterrado San Pedro(5).

 

  • La Sábana Santa de Turín. Editorial EDAF. Colección Archivos del Misterio
  • .La Historia Perdida (Segunda parte). Editorial EDAF. Colección Archivo del Misterio
  • La España Extraña. Ediciones EDAF
  • Guía mágica del camino de Santiago: De Puigcerdá al Finisterre por el Camino de las Estrellas.Migeul G. Aracil. Editorial Indigo
  • Los secretos vaticanos. Eric Frattini

 

 

CAPITULO OCTAVO

 

 

 

Todos españoles, todos santos, pero con…algunas diferencias.

 

El Papa es el último “monarca absoluto”

Hans Küng (teólogo)

 

   Hace ya varios años adquirí en una librería especializada el libro del filólogo y escritor valenciano especializado en temas heterodoxos y de la España mágica Juán García Atienza  titulado  Santoral Diabólico (1). Lo leí con placer pues nos daba una visión totalmente nueva y heterodoxa de muchos santos que en su vida, lo fueron realmente poco o que tan siquiera llegaron a existir y eran simplemente sincretismo religioso por el que un antiguo dios o diosa pagana contra la que la Iglesia no podía combatir, y mucho menos vencer pues seguía teniendo sus “adoradores”, de un plumazo se le hacía cristiano y se le llevaba a los altares. Santa Brígida, San Cornelio, San Saturnino, San Lucio, etc son simples ejemplos de este sincretismo.

 

TRECE AÑOS Y SANTO:

 

En aquel voluminoso libro de casi seicientas páginas, desfilaron todo tipo de “santos”, pero había uno que me interesaba en concreto, pues yo estaba a punto de ser el primer y único representante español en el Primer Congreso Internacional de Catarismo que se celebraría en la bellísima y medieval ciudad de Carcasona (Francia), me estoy refiriendo a Santo Domingo de Guzmán (Caleruega-Burgos 1171-Bolonia 1221) que a buen seguro los cátaros no debieron de tener en gran santidad. Al poco de haber acabado aquel libro, quise saber algo más y me dirigí a una librería muy “piadosa” con nombre de insecto laborioso y me recomendaron adquirir el libro España Tierra de Santos de la que era autor Argimiro Hidalgo Juárez S.J. y “censor” Jesús Martín O.P.

Cuando acabé de leer aquel libro editado por Sal Terrae me quedé con ganas de tirarlo a la basura, pero preferí finalmente guardarlo en mi bien provista biblioteca, concretamente en la sección donde guardo libros como el que asegura que los incas no podían hacer grandes construcciones por qué los “indios” eran poco más que “memos” o el que asegura que Adán y Eva existieron en realidad.

Comparando la vida de Santo  Domingo de Guzmán escrita por el sacerdote-escritor y la versión de Atienza, quedaba claro que hay quien toma al ser humano por idiota. Solo como ejemplo citaremos dos comentarios bastante enfrentados: Hidalgo Juárez dice de él: “Nuestro gran predicador, que va sembrando por doquier la palabra evangélica salvadora. Pero no puedo omitir la intervención de María que con su ayuda fue el arma más terrible contra la herejía”

García Atienza por su cuenta nos dice:   Hay un hecho que aprobado y asumido por la Iglesia, constituye todavía la muestra más execrable, cruel , inhumana, y , si cabe, asesina de hasta dónde puede alcanzar el fanatismo religioso y el ansia de poder de una institució: el establecimiento de la Inquisición.

Y seguidamente continúa diciendo: “Hay que reconocer que ese establecimiento fue posible sin lugar a dudas, gracias a los principios proclamados en las Constituciones que Domingo de Guzmán redactó para su orden” (2)

Alguien que por muy ascético que fuera, por muy “prudente” y “sabio” funda algo tan terrible y siniestro como la Inquisición, culpable de la muerte de miles y miles de personas, perseguidor de los cátaros, no puede contar con la admiración de la sociedad, pues bien, solo TRECE AÑOS más tarde (1234), el Papa Gregorio IX (1227-1241) el que declaró solemnemente que “el pontífice es señor y dirigente del Universo, de las cosas y de sus gentes” lo llevaba a los altares como santo. Aún en la actualidad hay mucha gente que se encomienda a este personaje y que le reza; de los muertos en las hogueras, casi nadie se acuerda.

 

VEINTISIETE AÑOS  Y A LOS ALTARES:

 

    José María Escrivá de Balaguer nació en Barbastro en 1902, fue ordenado sacerdote a los 23 años de edad. En 1928, fundó en la capital de España el Opus Dei, la cual oficialmente es una congregación católica dedicada a alcanzar la santificación a través del apostolado y el trabajo espiritual. Algunos años más tarde fundaría a su vez la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Las dos asociaciones serían aprobadas por la Santa Sede el año 1950, durante el papado de Pío XII ( 1939-1958).

Al Opus Dei pertenecen o pertenecieron importantes personalidades del mundo de la política y las finanzas ( incluidos ministros). Se extendió por diversos países, entre ellos además de España, Portugal, Italia, Reino Unido, Méjico y Estados Unidos. Cuenta en la actualidad con más de 80000 ( ochenta mil) miembros y su poder es espectacular.

La importancia del Opus en la política franquista fue importante a finales de la década de los 50, y las buenas relaciones epistolares entre el general Franco ( parece ser que sentía un gran aprecio por  esta organización) y el fundador de la “Obra” es innegable. Así mismo parece ser que existió una muy buena relación con el Chile del general y “gran actor” Augusto Pinochet.

No vamos a entrar en juicios de valor sobre la “santidad” del Opus Dei, la “Obra de Dios”, cada lector que juzgue según sus convicciones, pero lo que sí realmente nos interesa para este trabajo, es que su fundador murió el año 1975, el Papa Juan Pablo II iniciaba en 1981 la causa para su beatificación, declarada el 17 de mayo de 1992, y el 20 de diciembre del 2001, firmaba que autorizaba su canonización, la cual proclamó de forma efectiva el 6 de octubre de 2002. Parece ser que algunos medios de comunicación muy vinculados a sectores “ultracatólicos” afirmaron que en la canonización habían estado presentes importantísimas autoridades españolas que realmente no habían asistido. Sin duda toda una “santa carrera” a los cielos. Como el tema daría para un libro entero, recomendamos al lector que quiera profundizar en este espinoso y delicado tema, que consulte el polémico libro del periodista Jesús Infante titulado La cara oculta del Vaticano (ver bibliografía).

 

NADA MÁS Y NADA MENOS QUE …207 AÑOS, Y AÚN GRACIAS

 

Nadie puede dudar que en la Iglesia Católica han existido verdaderos santos varones, gente que hubieran sido un orgullo ante los ojos de Jesucristo, y entre estos destaca con luz propia, el catalán, y más concretamente barcelonés San Josep Oriol ( 1650-1702). Fue además de un hombre santo, todo un fenómeno paranormal en vida. Sus bilocaciones ( se encontraba en dos o tres lugares al mismo tiempo), su afán por ayudar a los pobres y necesitados, sus cuidados a los enfermos, su vida ascética, que le llevó a alimentarse solo de pan y agua, de aquí el sobrenombre con que se le conoce aún hoy “ El doctor Pan y Agua” (2) sus contínuos milagros, incluyendo alguna “posible” resurección, y la gran cantidad de curaciones milagrosas que realizó al parecer, hacían de aquel hombre una isla de Paz y Amor.

Lo poco que ganaba, lo repartía entre los pobres, cuidó con amor a su madre y a su hermanito, que murió siendo pequeño. O sea el prototipo de “hombre de Dios” que cualquiera imagina al pensar en un santo llevado a los altares.

Pues bien, este hombre de tremendo corazón y extraordinarias facultades, tardó nada más y nada menos que 207 años en ser declarado santo.

Siempre he pensado que esa “manía suya” de dar todo lo que tenía a los pobres, su amistad con Oleguer de Montserrat, hombre éste muy mal visto por la Iglesia, que incluso tuvo que sufrir encarcelamiento por la Inquisición y el mismo Josep Oriol tuvo que defenderlo, o lo inexplicable de los fenómenos paranormales que le rodearon, hiceron que no fuera demasiado bien visto por las autoridades eclesiásticas.

Se le hicieron varios procesos para “comprobar” su santidad, e incluso se nombró a dos “subpromotores de la Fe”, Carles Erskine y Jeroni Napulioni para que actuaran como “abogados del diablo”, lo que hicieron con unas ganas y afán dignas de “elogio”.

El primero proceso empezó el 16 de septiembre de 1758 y terminó el 20 de enero de 1765. En estos siete años, se hizo el proceso introductorio del non cultu consistente en saber dónde estaba enterrado el santo y confirmar que no se le había dedicado culto antes del permiso de la Iglesia, así mismo, averiguar si había vivido santamente y si en realidad había tenido experiencias extraordinarias.

El segundo proceso empezó el 30 de enero de 1768 y terminó el 14 de abril de 1778. Su finalidad fue averiguar si había practicado todas las virtudes teologales y cardenales de una forma “heroica”. Aunque los tstigos habían sido muchos y todos hablaron a favor del catalán, la Curia romana que al parecer se sentía poco cómoda con el personaje, pidió más pruebas.

Se decide hacer otro proceso, o sea el tercero, que empieza el 18 de julio de 1770 y termina el 24 de abril del año siguiente. La Iglesia sigue pidiendo más pruebas, o si queremos decirlo de otra manera, poniendo “palos en las ruedas”.

Debemos esperar hasta finales del año 1791, para que la Iglesia decida hacer otro proceso ( el cuarto, no lo olvidemos) el cual durará casi cuatro años, pues termina el 5 de agosto de 1795.

Los resultados de este último, son enviados a la Santa Sede, donde son estudiados, y después de once años, y muchas discursiones, las mentes “sabias” de Roma deciden que aún no puede ser canonizado, pero en recompensa, lo hacen beato, y así se dicta el 21 de septiembre del año 1806, de la mano de Pio VII, mucho más preocupado de los temas “napoleónicos” que de Josep Oriol y su santidad.

La Santa Sede, aducía que para su santificación neceitaba más pruebas sobre la “intervención de Dios en la glorificación del beato”.

No es hasta el año 1896, cuando a iniciativa del cardenal Salvador Casanyas y Pagés por aquel entonces obispo de la Seo de Urgell y con el apoyo de varios obispos catalanes, posiblemente todos, se presentan en la Sede con dos nuevas “curaciones milagrosas” de Josep Oriol, una la de la religiosa Gertrudis Casas que curó de una meningo-mielitis difusa, y otra, la curación instantánea de una terrible tuberculosis, de la religiosa  Bonaventura Tragant.

Pero no es hasta abril de 1907, que el papa Pio X, aceptaba esas curaciones como milagrosas, pero después de estudiar los informes médicos.

Pero todavía tarda el Vaticano dos años más para llevar al barcelonés a la santidad, y así un 20 de mayo de 1909, por fín, aquel hombre bueno, quizá demasiado para algunos, ingresaba en la larga y polémica lista de santos.

Tras esta pequeña crónica de San Josep Oriol y los obstáculos para hacerlo santo, después de dos siglos de su muerte, nos preguntamos y es obligatorio hacerlo,: ¿ por qué el fundador del pus Dei o el de la Inquisición “ascendieron” a los altares con tal rapidez y nuestro pobre párroco barcelonés tardó tanto?, Supongo que cada cual tendrá su respuesta, pero sobre el favoritismo de la Iglesia hacia ciertos personajes, creemos que no hay ninguna duda, y otro ejemplo sería el del obispo catalán  Buenaventura Codina i Augerolas (Hostalric-Girona 1785) que destinado a las Islas Canarias, dedicó toda su vida a cuidar y ayudar a los pobres, e incluso durante la epidemia de peste que asoló a Gran Canaria el año 1851, se dedicó personalmente a cuidar a los enfermos, aún a pesar de su muy precaria salud. Murió de hidropesia severa el 18 de noviembre de 1857. Todos los documentos y recuerdos que nos han llegado de él, lo consideran un santo varón, dedicado a ayudar a los más pobres. Cuando el año 1987 se llevó a cabo la exhumación de los cuerpos enterrados en la cripta de la catedral de Santa Ana, se pudo observar con perplejidad, que el cadáver del obispo catalán, se encontraba en perfecto estado de conservación, mientras los otros cuerpos, también de obispos, habían sufrido el proceso natural tras la muerte. La voz popular pedía su subida a los altares, pero no fue hasta 1994, en que se abre un proceso de beatificación. Mi buen amigo el periodista tinerfeño José Gregorio González Gutiérrez entrevistó al Vicario de la Diócesis Canariense Juan Artiles sobre el tema, y según recoge el informador en uno de sus reportajes, el sacerdote le dijo al respecto: La incorruptibilidad no es señal de santidad , y nosotros no la hemos contemplado como tal en el caso del obispo Buenaventura Codina. En el mismo trabajo de González Gutiérrez, el Vicario canario asegura que …ahora esperamos que haga un milagro.

Parece ser que una vida dedicada a los pobres y enfermos y el extraño caso de la conservación de su cuerpo, no son suficientes para hacerlo santo. Nos tememos que este hombre y su santidad, seguirá los pasos de su paisano Josep Oriol (3)

 

 

  • Publicado por Martínez- Roca , Barcelona 1988

 

  • Para más información sobre este santo, ver Segunda guía maldita de Cataluña, Miguel G. Aracil. Editorial Bastet

 

  • Para más información sobre este santo, ver el libro Canarias mágica de José Gregorio González, editorial Corona Borealis.

 

 

CAPITULO NOVENO

 

 

 

INSULTOS A LA INTELIGENCIA: Algunas “santas” aberraciones.

 

Que la Iglesia Católica está obsesionada en anatemizar los nuevos descubrimientos científicos, no es nada nuevo. En muchos casos prohibe sin saber tan siquiera que es lo que prohibe, y en diversas ocasiones esta política ha llegado a estados patéticos, indignos de alguien medianamente inteligente como se supone que son las autoridades religiosas.

En este capítulo, hemos creido oportuno dar unos pocos ejemplos de verdaderas barbaridades que han sido fruto de esta incomprensible fobia a todo progreso de la humanidad.

 

VACUNA “ATEA”:

 

La viruela fue durante siglos uno de los peores azotes que sufrió la humanidad. Se supone que en la Edad Media, murieron unos 300 millones de personas por su causa, aunque esto es siempre difícil de precisar, por no decir imposible, pero sí que sabemos que en el siglo XVIII, y durante un espacio de solo treinta años, murieron aproximadamente y solo en Europa, 10.000.000 de personas por causa de la viruela.

Afortunadamente y casi por casualidad, un médico inglés de nombre Edward Jenner (1749-1823) descubrió en 1796 la vacuna que podía combatir aquella pandemia que tenía aterrorizada a toda Europa.

Se probó en una epidemia de viruela que afectaba a la bella e imperial ciudad de Viena y que estaba causando una gran mortandad. Los resultados fueron brillantes, y ante aquello, un grupo formado por sesenta de los mejores médicos ingleses, firmaron una declaración a favor de la vacuna; ¿cuál fue la posición de la Iglesia Católica?, pues como mínima “curiosa” por no decir deleznable. Cardenales y obispos lanzaron el grito al cielo, aquello era terrible, y en nombre de la Iglesia, el papa León XII (1823-1829) , el pontífice de la “Santa Alianza”, que persiguió con furia a los judíos que habitaban la ciudad de Roma, según la Iglesia para “sanear y modernizar” el ghetto romano, cuando supo de la expasión y fama que estaba adquiriendo dicha vacuna, que no olvidemos debía de salvar millones de vidas humanas, la CONDENÓ POR “ATEA”  y la explicación que dieron a sus fieles era de lo más penosa, pues según la autoridad católica, aquello consistía en “mezclar la pus de un animal, con la sangre humana”. No hace falta ningún comentario.

 

LA IGLESIA CONTRA LOS AVANCES MÉDICOS:

 

Uno de los males más temidos durante siglos fue la “rabia”, también llamada hidrofobia, por el horror que sienten los afectados hacia el agua. Con la llegada del Renacimiento, los oscuros galenos y físicos del mediévolo, empiezan a convertirse en “investigadores”, gente que busca una razón a las enfermedades y la manera de intentar curarlas.

La Iglesia pone pegas a estas investigaciones, no vé con buenos ojos que haya “cirujanos”, e incluso en algunas universidades como la de Montpellier (siglo XIV) se prohibe ejercer la cirugía. Uno de los más claros ejemplos de esta imperdonable política de mantener a la humanidad en el peor oscurantismo sanitario, lo encontramos en la persona de Andrés Vesalio (1514-1564). Este anatomista belga ( nacido en Bruselas) fue catedrático de anatomía en la Universidad de Padua (1537) y sus teorías y el hecho de diseccionar cadáveres de convictos para estudiar sus órganos , lo enfrentó con las autoridades religiosas, que lo persiguieron por toda Italia, hasta que huyó a España y curiosamente acabó siendo médico privado de los muy católicos monarcas Carlos I y Felipe II.

La “rabia” era trasmitida por perros y otros animales a miles de personas cada año en toda Europa. Aquella misserimum morbi genis de la que el patricio romano Aulo Cornelio Celso ( 25 a.d.C- 50 d.d.C), uno de los más importantes médicos de la antigüedad ya veía o intuía que era una enfermedad por contagio, y que debía buscarse una terapia adecuada, la Iglesia la ve como algo que debe de tratarse de forma muy “especial”, así recomienda que para evitar ser mordido por un perro rabioso, se mantenga la boca completamente abierta durante el Sanctus de la Misa de Difuntos. Pero si alguien es mordido, la cosa aún puede tener solución: Rezar una plegaria a San Huberto,  e incluso buscar a un “descendiente” de este santo, el cual podrá curar la rabia por imposición de manos. Pero si tan siquiera esto pudiera conseguirse, se aconsejaba, con el “pláceme” de los sacerdotes lo siguiente, reproducido literalmente del libro El diario de la Medicina: Del brujo curandero a los hombres de blanco (1): “Cuando todo se haya intentado en vano, no queda más que un medio para dar fin al horrible drama: unos cuantos hombres forzudos se apoderarán del desgraciado, evitando ser mordidos, y después de que le sean dadas la absolución y la comunión, lo sofocarán entre dos colchones, según la costumbre más corriente. O bien un tirador hábil lo matará de un tiro de fusil.

La Iglesia no veía con buenos ojos el estudio de los cirujanos y médicos en cadáveres, pero en cambio no se oponía, e incluso veía lógico asesinar a aquellas pobres enfermos. Indudablemente la posición de la Iglesia con algunos enfermos, era sencillamente miserable, y por poner un ejemplo que no acostumbra a aparecer en los libros de Historia de la Iglesia, recordaremos que el año 1265, el papa Clemente IV

ordenó a los enfermos de lepra encerrarse en los hospitales que tenía la Orden hospitalaria de San Lázaro, añadiendo que todo aquel que no obedeciera aquella orden, sería “excomulgado”. Sobre esta orden hospitalaria, debemos recordar que debido a sus repetidos abusos económicos y según los médicos franceses e historiadores de la medicina André Soubirán y Jean de Kearney, al abandono que hacían de los enfermos pobres, todo lo contrario que hacían con los afectados ricos, de los que acababan adquiriendo sus riquezas, el papa Inocencio VIII en el año 1490 suprimió mediante una bula  a dicha orden en Italia, y la fusionó con la de San Juan de Jerusalén. Y aún otro ejemplo más de intolerancia y falta de caridad con los enfermos: Las personas consideradas “poseidas” eran tratadas en ocasiones, cuando un exorcismo no daba sus frutos, como verdaderas bestias, hasta que un médico de nombre Johan Wier, discípulo del polémico Cornelio Agrippa dio una multitudinaria conferencia ante un gran número de médicos, estudiantes e…inquisidores. Wier después de estudiar a los pobres “posesos”, muchos de ellos torturados, llegó a la conclusión de que se trataba de enfermos mentales, y ante su dividido público dijo: Se trata de enfermos, y yo junto con la mayoría de médicos, estoy dispuesto a combatir a vuestros diablos sin necesidad de exorcismo. ¡no los tortureis! ¡No los quemeis! ¿Creeis acaso que estas pobres gentes no sufren lo bastante para ingeniaros en aumentar sus sufrimientos?¿Pensais que existe una miseria mayor que la que ellos sufren?Si pensais que merecen un castigo, podeis estar tranquilos, su enfermedad es suficiente.

Las autoridades religiosas pusieron el grito en el cielo, y el decano de los inquisidores y magistrado, Juan Bodín dijo: Si se escuchase a este miserable, tan ignorante como perverso, ya no se quemaría a nadie.

Pero si seguimos los estudios de Edward Burman (2) que se especializó en la Inquisición y las constantes prohibiciones de la Iglesia Católica ante todo lo que fuera progreso, vemos que su fobia a las ciencias y principalmente a la medicina, se remontaba a siglos antes, y un ejemplo claro sería, la tajante prohibición de los dominicos en el año 1243, conforme ninguno de los miembros de su orden, podían estudiar medicina e incluso filosofía natural. No contentos con aquella prohibición, 44 años más tarde, incluso prohibieron el estudio de la química, lo que afectó no solamente a los dominicos, si no incluso a otras órdenes más “liberales”, y un claro ejemplo sería la encarcalación del franciscano Roger Bacon, acusado de practicar la “magia”.

Creemos que estos ejemplos son suficientes para exponer la política que la Iglesia Católica ha venido manteniendo durante siglos en el campo de los avances médicos. Aún hoy, muchos sacerdotes condenan la píldora anticonceptiva, y los experimentos en cuestión de clonación de embriones, aunque sea para su utilización terapeútica, sigue llevando de cabeza a la Iglesia. La medicina debería ser sin duda la más “sagrada” de todas las ciencias, pues es la que puede combatir el dolor y dar al ser humano la mayor calidad de vida posible, pero desgraciadamente aún hoy, al igual que hace siglos, algunas autoridades religiosas ( no todas afortunadamente) siguen pensando que el progreso puede ser “peligroso”.

 

  • Editada en castellano por Luis de Caralt, es obra de los dos historiadores de la medicina antes citados.

 

 

CAPITULO DÉCIMO

 

 

 

“LA PELA ES LA PELA”: ¡ VIVA LOS NEGOCIOS!

 

Esta frase se utiliza en general en toda España para mofarse de la supuesta tacañería que se nos coloca a los catalanes, y la verdad es que los catalano parlantes, la utilizamos en ocasiones, pero como veremos, se podría aplicar mejor a la Iglesia, y no vamos a remontarnos a los oscuros siglos del mediévolo, ni tan siquiera al Renacimiento. En el no tan lejano siglo XIX, cuando se da la caida del poder temporal del Papado, y con el reinado del rey italiano Victor Manuel II la Iglesia se queda sin territorios, y el papa Pío IX (1846-1878) lo consideró como un “atentado contra la fe y el papa”, y se consideró “prisionero en el Vaticano”, aunque curiosamente el día 13 de mayo de 1871, el Parlamento italiano había votado una ley de ganantías por la que se concedía al papado, la “modesta” cantidad de 3.225.000 liras al año, exentas de impuestos, cantidad que el papa, muy devota y cristianamente aceptó, y conste que no le hacía precisamente falta dinero a la Iglesia para sobrevivir, pues como muy bien nos dice el doctor Fernando de Orbaneja, uno de los investigadores más críticos pero objetivos en el estudio de las religiones, la Iglesia se había cubierto bien las espaldas a nivel económico, pues en 1830, la Santa Sede había fundado la Banca di Sconto, cuatro años más tarde, la Banca Romana y el Banco del Espíritu Santo (sic), en 1836, una importante Caja de Ahorros, en 1845, una sociedad de aguas, en 1852, una sociedad de gas, y seguidamente y si seguimos los estudios al respecto del doctor Orbaneja: un sinfín de empresas constructoras, inmobiliarias, editoras, metalúrgicas, químicas,de trasportes” y añade en su polémico y totalmente recomendable libro Historia impía de las religiones (1) también actualmente “empresas de píldoras y preservativos”

Afortunadamente hace poco, el papa Juan Pablo II pidió perdón por los errores cometidos por la Iglesia, aunque creemos que eso no es suficiente si no se intenta dar un giro a su política y su manera de actuar.

 

  • Publicado por la editorial Corona Borealis (Madrid 2003)

 

 

CAPITULO ONCEAVO

 

 

CUANDO MÁS IGNORANTES MÁS SUMISOS:

 

El Bajo Imperio Romano y mejor aún la tenebrosa Edad Media fue un excelente campo de cultivo para los dogmas de la Iglesia. Apenas unos pocos sabían leer y escribir, la gente temblaba al oir al obispo condenar a la hoguera o peor aún a los fuegos eternos del infierno a quien no fuera un manso cordero en el “gran rebaño” ( y nunca mejor dicho) de la Iglesia. Con los últimos años del siglo XIV y principalmente con los siglos XV y XVI, Europa se vé inundada por la luz del Renacimiento. En aquellos escasos dos siglos, sucede un hecho perfectamente definido por Orbaneja y que reproducimos: En el Renacimiento se produce un imparable movimiento hacia la libertad de pensamiento. Por toda Europa surgen “mentes libres” que se revelan, que gritan “Basta ya”, y que vuelven sus ojos hacia el pensamiento crítico y filosófico de los “clásicos”.

Nombres que actualmente son orgullo para cualquier persona más o menos instruidas, en aquellos siglos de apertura eran “incómodos” en el mejor de los casos, y perseguidos en otras muchas ocasiones.

En 1543, un extraño hombre daba clases  en  la Universidad de Cracovia (Polonia), aquella que había fundado el rey Casimiro III, llamado el “Campesino” y que por su talante liberal ( y conste que vivió en pleno siglo XIV) no gustaba en sus tiempos ni a las autoridades pontificias ni tan siquiera seis siglos más tarde a las paranoicas y aberrantes autoridades comunistas que mandaban en Polonia, y que mandaron abrir su tumba (1973), lo que curiosamente provocó la muerte de 12 de los 14 científicos que intervinieron en aquel acto como mínimo poco ético. Se llamaba Nicolas Copérnico (1473-1543). Nacido en la ciudad polaca de Torun, estudió astronomía, matemáticas, medicina y derecho canónico. Jamás fue un “ateo” como algunos lo calificaron más tarde, pues en el año 1501, aceptó el cargo de canónigo en la catedral de Fronmborg. Mente libre y abierta, no aceptaba las teorías sobre el universo que dogmatizaba la Iglesia, y en 1507 empezó a escribir su revolucionario libro Sobre las revoluciones de las orbes celestes. En dicho trabajo buscó una nueva teoría del universo, porque las muchas e inexplicables que existían en las teorías “oficiales” no le convencían en absoluto.

. Abandonó la teoría geocéntrica tolomeica, y propuso una teoría del Universo heliocéntrico, que atribuía al Sol el centro del Universo, relagando a la Tierra a un plan meramente secundario, sin más importancia que la que tenían los demás planetas del sistema solar. Terminó su trabajo en 1530, pero ante las amenazas de las autoridades, aplazó su publicación durante trece años. Sobre su muerte hay una nube de leyendas, pero parece ser que poco antes de morir, ya en su lecho de muerte tuvo la oportunidad de tener en sus manos un ejemplar de su libro, pero al que curiosamente por orden papal, se le había añadido un prefacio, escrito por el “oficialista” Andreas Osiander, en el que se decía ( lógicamente sin autorización Copérnico), que lo allí escrito era meramente una “hipótesis”. Pensemos que durante siglos, el dogma oficial decía textualmente que “la Tierra es plana, y el sol y los astros giran alrededor de élla”. Orbaneja lo dice claro: La teoría de Copérnico suponían para la Iglesia una derrota.

Parece ser que Osiander, que a la vez que autor del manipulado prefacio fue el impresor de la primera edición, fue considerado como un hereje, y las tesis de Copérnico perseguidas.

No es casualidad que a partir de aquel mismo año (1543) en que se popularizan las tesis de Copérnico, la Iglesia anunciara que no podría publicarse ningún libro sin el debido permiso de la Inquisición. Dieciseis años más tarde, aparece el famoso y tenebroso a la vez  “Indice” o Index, donde se recogen todos los libros prohibidos por la Iglesia, y que en pleno siglo XX, ha seguido vigente y siendo “dogma  y consejo de lecturas” para toda clase de “fieles seguidores” de las autoridades religiosas.

Las teorías de Copérnico no caen en terreno estéril, pues personajes como Giordano Bruno (1546-1600) o Galileo Galilei (1564-1642)  las defienden o comparten. Las autoridades papales toman sus medidas, a Giordano Bruno, que curiosamente era dominico ( ingresó en la orden el año 1563) y un ferviente creyente en Dios, pues su filosofía podría definirse en una deificación de la Naturaleza, concibiéndola como el efecto infinito de una causa infinita e inmanente, Dios, con el que forma un Todo, infinito e inmanente., se le persigue por donde vaya, Francia, Inglaterra, Alemania, pero finalmente regresa a su Italia natal de la mano de su protector veneciano Mocenigo, pero la Inquisición está alerta, y en 1593 es apresado por un piquete que lo anda buscando, y que lo encarcelan en Roma. No se arrepiente de sus teorías, y sigue defendiendo las ideas de Copérnico y la teoría de la pluraridad de los mundos, y ante esta situación, las autoridades papales deciden mandarlo directamente a la hoguera ( lógicamente vivo). Con 54 años Giordano Bruno, aquel joven inteligente y amante incondicional de Dios, que de pequeño recorría las iglesias y templos de su natal ciudad de Nola, muere en uno de los peores y más crueles suplicios que pueda imaginarse la mente humana.

Pero quedaban muchos otros, entre ellos Galileo Galilei, aquel italiano listo, peligroso para los dogmas, que supo burlarse por años de la Inquisición. Nacido en Pisa, hijo de un famoso matemático, supo en un principio, alejarse de la mano cruel de la Inquisición, pero su defensa de las ideas copernianas y la consecuente relación con la Biblia, hizo que el año 1616, el Santo Oficio lo apresara y le tomara declaración. Posiblemente más listo que los demás “herejes” del Renacimiento, prometió en un acto acaecido en el edificio principal de la Inquisición el 26 de febrero del 1616, “no sostener, enseñar o defender las doctrinas condenadas”.

Algunos años más tarde se olvidó de su promesa y en el año 1632 publicó un libro “herético” titulado Diálogo sopra i due massimi sistemi del mondo, tolemaico o copernicano. Aquello fue demasiado para el papa Urbano VIII que además se lo tomó como una burla personal. El pontífice dijo a sus allegados que aquello era una “burla personal a su persona” y no respetando la avanzada edad de Galileo, ni sus múltiples dolencias, incluida una profunda sordera y una preocupante ceguera, la Inquisición lo apresó y mandó a declarar. Se obligó al anciano a abjurar de sus teorías científicas. Las autoridades le dieron dos opciones. Renunciar a sus ideas o morir quemado vivo.Parece ser que así lo hizo, pero en voz baja dijo la famosa frase (1): “Y sin embargo se mueve”.

(refiriéndose al planeta Tierra). En aquellos tiempos de apertura científica, las diferentes iglesias obligaban a los catedrátricos universitarios a hacer un juramento “antipitagórico”. Pensemos que incluso un personaje como San Juan de la Cruz, fue perseguido y difamado por los monjes carmelitas.

Llegados a este punto, hemos de indicar que tan aberrantes en este sentido como las autoridades católicas, lo eran las demás iglesias europeas, pues no olvidemos que nuestro compatriota, el aragonés Miguel Servet (1511-1553), que había declarado que la sangre corría por el cuerpo humano y que además el “sagrado” país de Canaán era poco más que un desierto, fue enviado a la hoguera después de un patético y circense juicio que duró dos meses, por orden de Calvino.

 

  • Esta famosa frase parece que no es seguro que fuera dicha por Galileo, y que quizá tuvo su origen en una anécdota que se remonta al año 1761.

 

 

CAPITULO DOCEAVO

 

 

 

¡Que se nos escapa el rebaño!: Condena a un Primer Congreso Internacional de Filosofía

 

Debemos a uno de los papas más débiles y corruptos del Renacimiento el hecho de que la Filosofía en particular y el saber en general sufriera un grave aprieto, cuando no retroceso, en la Europa que acababa de salir del Mediévolo; nos estamos refiriendo al genovés Inocencio VIII ( Juan Bautista Cibo,1484-1492) emparentado con la familia Doria. Afectado de una verdadera paranoia asesina que le llevó a perseguir por toda la cristiandad a los hombres y mujeres que según la Iglesia eran considerados brujas y brujos, dictó la bula Summis desiderantis ( 4 de diciembre de 1484) que haría que miles de pobres e ignorantes gentes fueran torturados y quemados por mantener supuestamente relaciones con el diablo. Aquella bula dio origen al famoso Malleus Mallificarum o Martillo de las brujas, del que fueron autores dos dominicos alemanes: Enrique Institoris  y Jacob Esprenger y que desde su aparición en Estrasburgo en 1487, fue el “manual de cabecera” de cientos o miles de inquisidores de toda Europa que torturaron, quemaron, asesinaron, violaron a miles de pobres mujeres y también algunos hombres acusados de brujería.

Este “santo varón” como algunos le definen, que se sentaba en el trono pontificio, también decidió organizar una nueva cruzada contra los musulmanes, aunque afortunadamente y a base de “golpe de talonario” atrajo al prícipe turco Dschem a los postulados e intereses políticos del Vaticano, e incluso consiguió enfrentar al aristócrata otomano con su propio hermano Bayaceto II.

Entre otras lindezas, casó a su propio hijo ( tenía como mínimo dos) Franceschetto con la inmensamente rica Magdalena de Médicis y seguidamente instaló a su hijo en el Palacio Vaticano.

Pero no vamos a referirnos a este papa debido a sus simonías constantes o sus abusos, ni mayores ni menores que los de otros papas, si no por un hecho que fue muy grave para el Saber y el avance de la cultura en toda Europa.

Por aquellos años corría por Italia y otros países europeos, una de las mentes más lúcidas del Renacimiento: Giovanni Pico della Mirándola (1463-1494). Nacido en un pequeño pueblecito (Mirándola) cercano a Ferrara, este humanista y filósofo era una persona obsesionada por el saber en todos los campos. A los 23 años se estableció en Roma, donde reunió una de las principales bibliotecas de aquellos tiempos. Poco después escribía sus famosas 900 tesis las cuales tenía previstas que fueran ampliamente discutidas en la Ciudad Eterna. Para éllo invito, pagándolo de su propio y bien surtido bolsillo, a sabios y eruditos de toda Europa y pertenecientes a todas las ramas de las letras y las ciencias. Estaba dispuesto a defender y discutir 400 conclusiones pertenecientes a autores escolásticos, platónicos, árabes, aristotélicos, pitagóricos, neoplatónicos, caldeos y 47 proposiciones cabalísticas, a las cuales él había añadido 500 de propias (secundum opinionem propiam) dedicadas a todos los saberes por aquel entonces conocidos.

Aquella reunión de sabios iba a convertirse en un verdadero “Congreso Internacional de Filosofía” en el que Pico della Mirándola iba a leer su trabajo titulado De Dignitate Hominis, en el que sostenía que Dios había otorgado al hombre la libertad y el poder de elegir su propio destino; es decir, de caer en un estado cercano a la bestialidad, o ser por el contrario una criatura casi superior, parecido a los ángeles. Este humanista defendía que el medio más idóneo para llegar a evolucionar y perfeccionarse, era el Saber y la cultura, buscando siempre la verdad, al igual que habían hecho los filósofos antiguos e incluso algunos cristianos en los primeros siglos antes de la “oficialidad” de dicha religión.

Aquello podía ser una bomba de impensables consecuencias según opinaba el Vaticano, por lo que el papa Inocencio VIII decidió prohibirlo por los medios que fuera. En un principio siete de las tesis fueron condenadas, pero seguidamente fue desautorizado todo el congreso, y el mismo papa y una comisión escogida por él mismo dijo: Estas tesis son en parte heréticas, en parte tienen sabor de herejía; algunas son escandalosas y ofensivas para los oidos piadosos; la mayoría son renovadoras de los errores de los filósofos paganos; otras encaminan a fomentar la pertinancia de los hebreos; muchas, en fin, bajo un cierto color de filosofía natural, quieren favorecer las artes enemigas de la fe católica y del género humano.

La respuesta de Pico della Mirándola fue expresada en su Apología, dedicada al poderoso político y mecenas Lorenzo el Grande(1449-1494)  y de la que recogemos lo siguiente: Todos los filósofos estaban convencidos de que por medio de la disputa se accedía al Conocimiento de la Verdad; frente al reproche de la juventud, pedimos que se nos juzgue por el éxito de la contienda y no por la edad, y en todo caso siempre se aprende de los oponentes.

La airada respuesta de Pico, todavía llena de más ira a la Iglesia, que lo condena inmediatamente por hereje. El joven humanista decide escapar del brazo policial del papado, pues se imagina el fin que sufrirá si es apresado, y por dicha razón escapa de Italia, pero al llegar cerca de la ciudad francesa de Lyón, los soldados de León Felipe de Saboya, señor de Bresse lo apresan y lo llevan al lóbrego castillo de Vicennes, donde es encerrado durante más de un mes. Aquel encarcelamiento hace que muchas mentes brillantes que florecen por aquel entonces en Europa se organicen, y así las quejas coordinadas del embajador de Milán, diversos miembros de la Sorbona, el Parlamento,  varios miembros de la corte del rey Carlos VIII y por encima de todo del gran político y mecenas Lorenzo de Médicis consiguen que el “hereje” salga de su encarcelamiento y sea expulsado de territorio francés. Decide entonces viajar a Alemania, pero la mañana del 30 de mayo de 1488 cuando todo ya estaba dispuesto para el viaje, recibe una carta de Ficino, hombre de confianza de Lorenzo de Médicis, el cual le invita a residir en un elegante palacio de Florencia. Pico acepta aquella invitación y se traslada a la bellísima ciudad, donde dedica los cinco últimos años de su vida, al retiro y a la reflexión filosófica, aunque las acusaciones de brujería y mago siguen cayendo sobre él desde distintos círculos eclesiásticos.Su fiel amigo y casi diríamos que discípulo Girolamo Benivieni le defiende encarnizadamente, sin temer a los poderes papales. El papa Inocencio muere de manera un tanto extraña, lo que no debe de extrañernos si pensamos que su sucesor es el papa Alejandro VII Borgia ( sería interesante saber los resultados de una autopsia del papa Urbano VIII) y el nuevo pontífice, más interesado en el dinero, la simonía, el poder, las mujeres,y el vicio en general, decide absolver a Pico de su delito de herejía, aunque posiblemente aconsejado por sus más íntimos colaboradores, continúa condenando decididamente sus 900 Tesis y su Apología.

Poco después mueren Lorenzo de Médicis, Hermolao Barbaro y Policiano, tres de los más férreos defensores de Pico. Nuestro humanista muere de forma muy misteriosa el 17 de noviembre de 1494 (1), el mismo día que el rey francés Carlos VIII hacía su entrada en la ciudad de Florencia, encrespada por las proclamas de Savanarola, después de expulsar a Piero de Medici. Con la muerte de Lorenzo, Pico y sus amigos, termina sin ningún tipo de duda, un periodo breve pero brillante y decisivo en la cultura y el saber.

Sin duda si se hubiera celebrado aquel “Primer Congreso Internacional de Filosofía”, el mundo, y principalmente Europa, hubiera dado un paso fundamental en los campos del Saber, la cultura y por encima de todo, de la Libertad, pero la mala fe y el fanatismo de un papa obsesivo, corrupto y sin escrúpulos hizo dar un paso atrás a la humanidad (2). Su obra siguió siendo condenada, y no fue hasta el año 1572, que aparece impreso su primer trabajo, publicado concretamente en Basilea, ciudad situada fuera del todopoderoso poder de Roma y ya alejada en los años de los terribles Borgia (3).

 

 

(1) Parece  ser que poco antes de su muerte, Pico había decidido entregar toda su fortuna a los pobres y dedicarse a predicar de forma errante sus ideas en medio de la pobreza

 

(2)Incluso un autor tan “papista” como Juan Dacio dice al respecto:Uno de los errores más incomprensibles de este papa, fue prohibir este Primer Congreso Internacional de Filosofía convocado por el genial pensador italiano.

 

(3) Para darse una pequeña idea de cómo fueron aquellos largos años de pontificado “Borgia”, recogemos las agrias palabras del fraile florentino Savanarola al respecto de las costumbres eclesiásticas de aquellos oscuros y terribles años: un sacerdote pasa la noche con su concubina, otra con un niño, y por la mañana sube al altar para celebrar una misa

 

 

 

CAPITULO TRECEAVO

 

 

 

 

FUSILANDO QUE ES GERUNDIO:

 

“Nada en el cristianismo es original”

Dan Brown

 

Si cogemos el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, veremos que define fusilar, como el hecho de “disparar un fusil o una descarga de fusilería”, pero además es sinónimo de PLAGIAR, y esto es ni más ni menos lo que la Iglesia Católica ha hecho en casi dos mil años de adoctrinamiento.

En este capítulo vamos a dar una pequeña relación de las creencias, rituales, fiestas, etc, que el catolicismo a “fusilado” de religiones más antiguas. Quede bien claro, que una gran parte de religiones, y no solo el catolicismo, se han apropiado de creencias muy anteriores, incluso algunas de éllas consideradas como “enemigas” o rivales. El sincretismo, no es ni más ni menos que un plagio, un apropiarse en provecho propio de antiguas creencias o divinidades (en ocasiones lugares concretos) distintas, aunque “reconvertidas” o “maquilladas”. En mis numerosas “guías” de la Cataluña mágica o del resto de España, expongo una relación muy numerosa de lugares donde sobre un lugar sagrado prehistórico, como por ejemplo un megalito, se erigió un templo romano, y sobre este una iglesia cristiana, y lo mismo pasa con algunas cuevas y grutas consideradas sagradas desde los tiempos más remotos ( San Juan de la Peña, La Foradada, etc)

Cuando era católico, celebraba siempre las Navidades con gran ilusión, aún hoy, agnóstico convencido al igual que el resto de mi familia, Navidad es importante para todos. En mi hogar se hace el Belén ( llamado pessebre en Cataluña), los Reyes Magos “traen regalos” a todos los miembros del hogar (también Papá Noel), incluidos mis gatos, y se celebra con la misma intimidad que en cualquier hogar católico, y es que la Navidad es algo más que una fiesta que celebra el “supuesto” nacimiento de Jesucristo; es una fiesta familiar, íntima, de PAZ ( y esto último es lo principal), y por cierto, y antes de olvidarnos del popular y entrañable Belén o “pessebre”, indicaremos al lector, que éste, tal como lo conocemos, fue un “invento” de San Francisco, el cual construyó el primero en Greccio, basándose en un curioso documento conocido como el Pseudo Mateo, posterior al siglo VI. Pero esta fiesta tan “cristiana”, es solo un plagio que la doctrina cristiana ha hecho de religiones y acontecimientos muy anteriores.

Nadie medianamente inteligente se cree que el personaje histórico de Jesús de Nazaret, naciera en un portal o una cueva una fría noche del 24 de diciembre, acompañado de sus Padres, una mula ( o burro) y un buey ( o toro), y es que esta fiesta tan importante para la religión cristiana, se basa en tradiciones muy anteriores que se pierden en el tiempo.

El dios precristiano Mitra, llamado “Hijo de Dios y Luz del Mundo” se supone que nació “también” el 25 de diciembre, fue enterrado en una cueva, y “resucitó al tercer día” ( ¿ les suena?). El 25 de diciembre, era el cumpleaños o día natal de Osiris, Adonis y Dionisios. Como bien nos dice Dan Brown en su libro El código Da Vinci ( oficialmente una novela que debe ser leida “entre líneas” pues sin duda es “algo más”) incluso a Krishna, cuando nació, se le ofreció en su honor oro, incienso y mirra ( seguro que también les suenan estos regalos). A nivel totalmente personal, comentaré, que yo, seguiré construyendo mi “Belén” en casa, pues es un símbolo de Paz y Amor, factores que deberían ser comunes en todas las creencias.

La Iglesia nos asegura que Jesucristo nació en una cueva, pues bien, como nos dice el especialista en simbología religiosa Alfredo Cattabiani en uno de sus más interesantes trabajos (1): La gruta, es el símbolo precristiano en que se inspiraban también los autores de los evangelios apócrifos, era el símbolo del Cosmos. Porfirio nos asegura: Los antiguos consagraban, con verdadera oportunidad, antros y carvernas al cosmos, considerado en su totalidad o en sus partes. Pero podemos ir más allá en dicho tema sobre el lugar donde “nació” Jesus de Nazaret según la Iglesia: el dios pagano Dionosios, nace en un antro o cueva, y su nacimiento está rodeado de una gran luz, Hermes, nace en el interior de una gruta, en el monte Cillene, así mismo el poderoso Zeus, en el monte Diktos, y el gran enemigo y rival del primitivo cristianismo, el dios Mitra, al que algunos de sus seguidores le llamaban el “salvador”( al igual que a Jesucristo) nace también en una roca. Pensemos que en la época helenística, al llegar la fiesta de Dionisios, se engalanaban algunas cuevas, donde se ponían “lechos  para las ninfas”.

Cualquier cuadro donde aparezca uno o más santos, tendrá un denominador común: Las coronillas o auras de los personajes sagrados allí representados, que no son ni más ni menos, que la representación de los discos solares de los antiguos egipcios.

Para cualquier persona que se haya interesado en el estudio de las Vírgenes Negras, habrá quedado bien patente, que las imágenes de la Virgen María sentada junto al Niño o en ocasiones amamantándolo, son sencillamente una copia casi igual a la de la diosa Isis amamantando a Horus. Incluso en algunos lugares aún podemos ver alguna imagen de la Virgen enseñando su pecho ( Santuario del Montgrony, etc), recordándonos los cultos a las diosas maters prehistóricas.

La Iglesia cogió a su gusto lo que más le interesaba de las religiones anteriores o “competidoras”. La mitra, el altar, la doxología ( fórmula generalmente breve de alabar a Dios), la comunión o acto de “comerse a Dios”, se remonta a antiquísimos ritos de religiones mistéricas, algunas de éllas perseguidas ferozmente en los primeros siglos de “oficialismo” por la Iglesia.

La Iglesia nos dice que mayo es el mes de la Virgen, y así se celebran en muchísimos lugares de la Europa católica fietas en su honor, incluido nuestro entrañable “Día de la madre”. Esta denominación de llamar a este mes “Mes de la Virgen” es de origen medieval, pues fue principalmente el rey catellano Alfonso el Sabio en sus Cántigas de Santa María, quien asocia explicitamente el mes de mayo con la Virgen. Con aquella maniobra medieval, la Iglesia intenta ( y consigue en gran parte) cristianizar las numerosísimas ceencias paganas que seguían estando latentes en los corazones de la gente del pueblo, y principalmente del campo. En la antigüedad pagana, en dicho mes se celebraban las festividades de muchas diosas vinculadas con la fecundidad ( principalmente de la tierra) como Flora, Bona, Maya, Angitia e incluso a aquella diosa severa y casta, casi una anticipación de la Madre Cristiana, o sea la Virgen como la define Cattabiani, y que se conocía con los nombres de Fauna (2) o Bona Dea, diosa de las selvas y las boscosidades, siempre acompañada de una serpiente ( símbolo de las fuerzas telúricas).

Como vemos, es muy poco lo que ha “inventado” la Iglesia Católica, casi todo ha sido copiado o asimilado de otras religiones y creencias anteriores o coetáneas. En este capítulo solo hemos presentados algunos casos concretos que pudieran servir de ejemplo de esta falta de originalidad de la Iglesia.

Autores como García Atienza, Cattabiani o Fernando de Orbaneja ya han escrito extensos trabajos donde se presenta esta tendencia al “fusileo” de ritos, fiestas, celebraciones, creencias e incluso la manía de llevar a los altares cristianos, a antiguos dioses y diosas, que por “santo decreto” han llegado de los templos paganos o las cuevas y bosques ancestrales al santoral católico(3).

 

 

 

  • Calendario: Las fiestas, los mitos, las leyendas y ritos del año. Editorial Ultramar. Barcelona 1990
  • En ocasiones a esta divinidad se le rendía también culto los días 3 y 4 de diciembre, en una festividad donde eran excluidos los hombres.
  • Los Santos paganos y Santoral diabólico. Ambos de Juan García Atienza ( ver bibliografía)

 

 

CAPITULO CATORCEAVO

 

 

El cuerpo incorrupto de Juan XXIII: Cuando la Ciencia vence a la Fe.

 

“Es algo inexplicable ( los cuerpos incorruptos), un acontecimiento especial que puede ocurrir de diferentes formas. Las causas pueden parecer misteriosas, pero no hay que excluir raros procesos naturales”

Doctor Ezio Fulcheri, patólogo de la Universidad de Génova.

 

Siempre me ha interesado el tema de los cuerpos incorruptos incluidas las momias, quizá sea solamente cierto efecto morboso o atracción macabra que en ocasiones causa la muerte y todo lo que la rodea, pero existen algunos casos para los que al parecer no hay un explicación racional, como serían los numerosos “cuerpos incorruptos” de santos y beatos. Nombres como Santa Rita de Cascia, San Juan Bosco, Santa Catalina de Siena, San Vicente Paul, San Francisco Javier, Buenaventura Codina o la beata Jacinta Marto, una de las pastorcillas de Fátima, se han popularizado por mantener sus cuerpos incorruptos muchos años después de su muerte, en otro casos, solamente se ha podido conservar algún miembro de la persona, como el famoso “brazo de Santa Teresa” compañero de alcoba del general Francisco Franco. Las explicaciones que se intenta dar en estos casos, depende lógicamente de la mentalidad y las ideas religiosas de quién lo refiera; pues mientras los creyentes más conservadores están convencidos de que se trata de “hechos milagrosos”, que ocurren por “intervención divina”, debido principalmente a la santa y piadosa vida que llevó el finado, otras mentalidades más cartesianas, buscan explicaciones científicas, tanto bioquímicas y médicas, como geológicas o ambientales. No creemos que ambas partes se lleguen a poner de acuerdo en la mayoría de casos, pero existe un caso que hace pocos años levantó ampollas en ambos sectores, pues hacía referencia a uno de los papas má queridos de los últimos siglos, nos estamos refiriendo a Angelo Giuseppe Roncalli, que fue pontífice con el nombre de Juan XXIII.Nacido el 25 de noviembre de 1885 en Sotto il Monte, fue ordenado sacerdote en 1904 y obispo en 1925.

Se le define generalmente como un papa preocupado por la cooperación mundial, la paz y la justicia, y ante todo se le reconoce por haber organizado el Segundo Concilio Ecuménico y haber escrito su encíclica Pacem en Terris .

Cuando en las primeras semanas del año 2001, el párroco mayor de la Basílica de San Pedro, el cardenal Virgilio Noé, observó el cuerpo incorrupto del Papa Bueno, como algunos le llamaban ( y que se encontraba depositado en el interior de un ataud de madera de olmo y un segundo ataud de plomo, sellado con las armas papales y atornillado), y que había muerto en 1963, aseguró: ninguna parte de su cuerpo estaba descompuesta. Millones de católicos al saber la noticia, gritaron ¡ milagro!.

Para millones de fieles, aquello era un regalo de Dios al bondadoso papa. Pero al parecer la realidad era menos piadosa y más científica, y así lo expuso entre otros estudiosos, la investigadora Paula Mercadal en un trabajo titulado La momia de Juan XXIII (1) y la periodista Carmen Porter (2)

El Papa Roncalli parece ser que estaba desde hacía años profundamente marcado por la muerte de su predecesor Pío XII, el cual tras su fallecimiento en 1958, quedó en tan malas condiciones, que la guardia de honor que se puso junto al cadáver, tenía que ser cambiada cada veinte minutos debido al terrible e insoportable hedor que desprendía el cuerpo papal.

El Papa Roncalli no quiso que el desagradable suceso se repitiera después de su muerte, y dio las pertinentes instrucciones.

Cuando murió a causa de un cáncer gástrico a principios de junio del año 1963, se sabe que entró en la habitación donde estaba el cuerpo del pontífice el doctor Genaro Goglia, médico especializado en anatomía por la Universidad Católica de Roma. El científico, estuvo aproximadamente unas cinco horas preparando el cadáver, al que inyectó una solución de sulfato de sodio, nitrato potásico, bórax, formalina y alcohol.

Según el doctor Goglia, le insertaron en la muñeca derecha del Papa, una agüja a través de la cual, pasó el líquido. Para más seguridad, parece ser que también se le administró más líquido conservante por el brazo, y finalmente y debido al terrible estado del estómago del Papa, recordemos la causa de su muerte, se le inyectó directamente en este órgano.

Como dice Mercadal en su trabajo, “tras aquella operación, el tiempo no haría mella en el cuerpo del Papa”.

Así sucedieron los hechos, y todo parece apuntar, que el “milagro” no existió, si no más bien, el buen hacer del facultativo italiano, pero aún hoy, son muchos millones los católicos, incluidos muchos sacerdotes y monjas, ignorantes de lo que sucedió durante las primeras horas trascurridas tras la muerte del Papa Roncalli, siguen creyendo que aquella incorruptibilidad, tuvo un “origen divino”.

Bien es verdad que parece que en algunos casos parecidos, no existe por el momento una explicación racional ( lo que no quiere decir que no exista), pero en el caso del Papa Juan XXIII, la racionalidad científica ha aventajado a la fe piadosa.

 

  • Publicado en el mongráfico de la revista especializada en misterios Más Allá, número 45, titulado Los secretos de las momias.

(2)  Misterios de la Iglesia . Editorial EDAF.

 

 

CAPITULO QUINCEAVO

 

 

INDIGNO DE UNA IGLESIA:

 

Hace un par de años estuve hablando largamente con un sacerdote valenciano afincado desde hacía muchos años en Barcelona, responsable de un conocido y modélico centro docente de la Ciudad Condal y que nadie a simple vista lo podría distinguir de otra persona seglar. Jersey “Lacoste”, un paquete de tabaco rubio sobre la mesa, pantalones “Armanni” ceñidos, oliendo a colonia cara y francesa, sesión de gimnasia tres veces a la semana ( en uno de los más caros y elitistas gimnasios de la parte alta de la Ciudad Condal), partido de futbol con sus alumnos, etc, y por encima de todo, una profunda autoreflexión crítica ( yo diría que auténtica “crisis personal”) sobre “su Iglesia”. Este hombre, aún joven y del que se podía hablar de cualquier cosa, fuera de sexo, política (él estaba mucho más a la izquierda que yo) o religión, me comentaba que en muchos casos las autoridades eclesiásticas ante un “ascenso” o simplemente como “seguridad interior”, realizan verdaderos trabajos de “espionaje” dirigidos a sus sacerdotes. Aquello, comentado por un sacerdote honesto como aquel, me pareció que podía ser cierto, pues ya he comentado que de la Iglesia Católica puedo creerme cualquier cosa por el estilo, pero me faltaba algún otro ejemplo que confirmara lo que aquel sacerdote conocido mio me contó.

La confirmación me vino de la mano del periodista José Manuel Vidal que en el largo y experimentado prólogo que escribió para el polémico e interesante libro del también informador peruano Eric Frattini (1)  gran conocedor de los “secretos sagrados” de la Iglesia, y principalmente del Vaticano, nos cuenta que para algunos “ascensos” eclesiásticos, se pide del aspirante una serie de datos que rozan bajo mi personal criterio, con la violación al derecho de la intimidad y el honor que todo ser humano debe de tener. Vamos a reproducir lo que Vidal dice al respecto: Dividido en trece apartados, este informe aborda cuestiones tan íntimas como las “discapacidades físicas y síntomas de enfermedades hereditarias”de los aspirantes a la mitra. Inquiere por la fe (sic) esperanza y amor.Por la obediencia, humildad y piedad, y hasta por sus posiciones sobre el “sacerdocio de la mujer, la ética sexual y el celibato sacerdotal”.

Este tipo de “espionaje” íntimo quedaría muy lógico dentro de un organigrama militar, pero haciendo referencia a algo “sagrado” como debería ser la Iglesia, nos parece denunciable, pues el ser humano, sea religioso o seglar, tiene derecho a un cierto grado de intimidad. Además como nos indica José Manuel Vidal, si se trata para estudiar un nombramiento episcopal, el cuestionario es enviado por la Nunciatura española a media docena de personas de la diócesis, generalmente sacerdotes, frailes o monjas, sin descartar en alguna ocasión algún laico “ de total confianza” y lógicamente muy “comprometido”.

Esta actitud a la hora de nombrar algunos cargos eclesiásticos nos parece realmente “poco ético” pues seguramente todos conocemos a muy buenos, piadosos y honrados sacerdotes, sean parroquiales o responsables de establecimientos pedagógicos y ya no habemos de esos “santos varones” que conocemos como “misioneros” y que se juegan la vida por ayudar a los más necesitados, que merecerían estar en lo más alto de la jerarquía eclesiástica, y por el contrario pasan toda su vida religiosa rodeados por el más oscuro ostracismo, y es que aunque a algunos no les guste, el nepotismo y el “enchufismo” está en todos los aspectos “profesionales” de la humanidad, sin poder descartarse a la Iglesia Católica, que al fin y al cabo, es tan “terrenal” y humana, como cualquier otra institución, y como ejemplo, cerraremos este tema con las acertadas palabras de José Manuel Vidal (2): En teoría, cualquier clérigo puede ser obispo, pero solo unos pocos llegan.Todos bien preparados, de edad provecta(3) miembros de las curias diocesanas, o canónigos, de doctrina segura, y con buenos amigos en la élite episcopal española y en la curia romana

 

  • Los secretos vaticanos. Editorial EDAF
  • Corresponsal religioso del diario El Mundo
  • Una edad superior a los cincuenta años

 

 

CAPITULO DIECISEISAVO:

 

MIGUEL ANGEL, PERSEGUIDO Y MALTRATADO POR LA IGLESIA:

 

“Roma visitada, fe perdida”

(Dicho popular romano, posiblemente contemporáneo de Inocencio VIII).

 

Sin duda el Renacimiento italiano no fue una buena época para la Iglesia Católica. Se empezaba a terminar el oscurantismo medieval, los intelectuales de cariz liberal empezaban a surgir con fuerza, grupos esotéricos de talante liberal, empezaban a enfrentarse a los poderes y dogmas católicos,  el protestantismo, dividía la Iglesia y las guerras religiosas llenaban Europa de fuego y de sangre.

De entre todos los grandes maestros del Arte y el Saber que aparecen en el Renacimiento italiano, uno brilla con luz propia y deslumbrante, nos referimos a Miguel Angel (1475-1564) Bunarroti . Nacido en la población de Caprese,  se le ha conocido siempre como al gran escultor ( aunque también se dedicó a la arquitectura militar) y pintor del siglo XVI italiano, pero curiosamente parece que haya existido un pacto de silencio para omitir sus constantes enfrentamientos con la degenerada y nepótica Iglesia Católica del momento y sus corruptos dirigentes.

Han tenido que pasar siglos para que algunos investigadores, entre ellos Rossend Doménech (1) nos dén una visión muy diferente del gran artista, donde conocemos a un Miguel Angel heterodoxo, esotérico, enfrentado profesional, espiritual y físicamente con los Papas.

No vamos a hacer una bibliografía paralela, de este gran maestro del arte, pero sí deseamos dar unas pinceladas a aspectos oscuos de su vida, y que han sido generalmente silenciados por la Iglesia.

Miguel Angel, fue como otros muchos intelectuales de la época, miembro de una sociedad secreta dedicada en cuerpo y alma, a reformar y limpiar de podredumbre, la férrea y nepótica organización vaticana. Nuestro artista pertenecia a la sociedad secreta conocida como “Academia de los Ardientes” ( también conocidos como los “Espirituales”). En esta sociedad conoció a Pole Reginald, obispo de Westminster , uno de los hombres que más luchó por reformar la Iglesia, y evitar el enfrentamiento con los protestantes, lo que le llevó a ser perseguido y condenado por la Inquisición, a petición del Papa.

Miguel Angel no aceptaba el vicio y el nepotismo que se daba día  a día en la Iglesia, y en más de una ocasión se reveló contra el papa Julio II, el cual, en una ocasión, lo golpeó despiadadamente ( la ira y la violencia en un Papa no son buen ejemplo) y seguidamente lo amenazó con lanzarlo desde la cúpula de la capilla Sixtina, con la excusa de que el artista no terminaba nunca su obra.

Julio II, hombre que gastaba inmensas fortunas en la guerra, debía numerosos sueldos a Miguel Angel e incluso se dice que el mármol que usaba el genial italiano, era de mala calidad debido a su falta de medios económicos.

El artista vivía muy condicionado por las amenazas pontificias, y una de sus mayores venganzas, fue dejar un mensaje maravilloso y críptico en su insuperable obra Moisés y el retablo correspondiente, el cual solo ha podido ser “comprendido” por el gran público hace apenas unos años, cuando el profesor  y arquitecto Giancarlo Viola, mientras dirigía la limpieza del retablo donde se encuentra el Moisés, comprendió que la simbología que había dejado el artista italiano en su gran obra, era sencillamente un grito de censura y rabia contra la jerarquía eclesiástica. Algunas de las figuras de este retablo, que tenía que ser la sepultura del papa Julio II, fueron manipuladas por las autoridades pontificias, y así ahora sabemos que las dos figuras que “oficialmente” representaban a Lia y Raquel ( personajes bíblicos), en realidad simbolizaban la primera a la Fe, como pequeño homenaje a Lutero, que en aquellos momentos llamaba a los fieles a recobrar la verdadera fe, y la segunda a la que vemos condenada y girada, simbolizaba las “Obras” o sea las indulgencias vendidas por el papa y sus cardenales, a precios desorbitados.

Quinientos años después de esculpir su maravillosa obra, por fin se ha descubierto el sentido oculto y heterodoxo de la obra de Miguel Angel.

No solo con Julio II tuvo problemas el artista, pues el papa Clemente VII (1523-1534)(1) en un momento de ira, muy parecido a los que tenía cuando ordenaba “cristianizar” como fuera a los nativos americanos, amenazó con excomulgar a Miguel Angel si no terminaba una de sus grandes obras.

Su platónica compañera, Vittoria Colonna, también era una persona heterodoxa y enfrentada con los excesos pontificios, y actualmente sabemos con seguridad que perteneció a una sociedad secreta conocida como El oratorio del Divino Amor, que eran considerados como “reformadores” y tenían como misión última, acabar con los abusos y la corrupción de la Iglesia.

Los cardenales odian a Miguel Angel, y cuando pinta su “Juicio Final” de la capilla Sixtina, muchos de ellos tachan la obra de porquería luterana ( citamos textualmente) y hacen sus propios arreglos, vistiendo a algunas de las figuras.

Ya mayor, y con la salud muy afectada, tuvo que huir de Roma, y a sus 84 años, se sintió acosado y perseguido por la Iglesia a la que había servido, pero que no le había perdonado su heterodoxia y su lucha contra la corrupción vaticana.

Hoy empiezan a ser descubieryos los herméticos mensajes que dejó en algunas de sus obras y que nos hablan de una intelectualidad italiana que en el siglo XVI deseaba purificar a la Iglesia de vicios, nepotismos y corrupciones.

 

  • Dicho autor publicó un interesante reportaje sobre este tema, en el Periódico de Cataluña del domingo 11 de julio del 2004, titulado El código Miguel Angel: El retablo de Moisés, un alegato contra el Vaticano.
  • En su papado, “nació” la orden de los jesuitas, que tantos problemas causarían años después

 

 

 

                           SEGUNDA PARTE

 

 

 

CAPITULO DIECISEISAVO

 

 

 

¿SABÍA USTED QUE…?

 

Hay aspectos e interrogantes que rodean a la Iglesia Católica que por sí solos darían campo de investigación para varios estudiosos durante años. Nosotros en esta parte del libro solo hemos querido presentar en estas páginas, algunos aspectos que son claro ejemplo del carácter secretista, elitista, comercialista y en ocasiones criticable que rodea a la Iglesia.

Los hemos recogiendo de distintas fuentes, intentando contrastarlas, y descartando los dudosos. Son aspectos muy diversos, pero que nos dan una clara idea de algunas de la muchísimas “manchas negras” que oculta la Iglesia.

 

El papa Pavlo V (1605-1621) el que santificó entre otros a Carlos Borromeo ( del que se dice que quería condenar a los que “bailaran” e incluso rieran),y mandó construir al arquitecto Carlos Maderna  la fachada bárroca de San Pedro , también creó (1611) el Archivo Secreto del Vaticano, donde se hallan depositados cientos de miles o quizá incluso millones de documentos de todo el mundo y todas las culturas desde el principios del siglo XII hasta la actualidad. Pues aún hoy, el pleno siglo XXI, estos documentos, posiblemente muchos de ellos incómodos para la Iglesia, sigue estando al servicio solamente del Papa y de su curia. Aunque se han desclasificados uno pocos documentos en los últimos años, ninguno que sepamos es posterior al año 1939.

 

Santo y Sabio “hombre de Dios” aunque algo débil de carácter, así definió el escritor y especialista en temas cristianos Luis Utset al Papa Inocencio VIII. Otros estudiosos más “liberales” le acusan de haber tenido DOS hijos, pero la verdad sobre este individuo, que incluso quiso organizar una cruzada en 1490, es muy distinta, y así encontramos un trabajo de Javier Navarrete en que cita la letrilla popular que corría de boca en boca por toda Roma, referente a su procreatividad, pues se le conocen realmente hasta dieciseis hijos, por lo que lor romanos, decían burlonamente de él: Engendró ocho bastardos y otras tantas muchachas; con razón Roma puede llamarle “padre”.

Se supone que fue durante su pontificado cuando se acuñó la famosa frase ( que perduraría en los siglos, para tortura de papas y cardenales) Roma veduta, fede perduta, que traducido significa:Vista Roma, perdida la fe. Pues no eran pocos los peregrinos católicos que al llegar llenos de fe a la Ciudad Eterna, y ver la podredumbre que flotaba entre las máximas autoridades religiosas, volvían a sus hogares con la fe perdida, algunos de los cuales, casi cien años más tarde, formarían algunas poderosas sociedades secretas claramente anteclericales, como los Iluminados de Baviera.

 

 

Muchos son los estudiosos que han intentado profundizar en los estrechos lazos que han venido uniendo y casi fundiendo a los militares españoles, por lo tanto al ejército de nuestro país, con la Iglesia y sus instituciones. Pero al hablar de “limpiezas de sangre” , la mayoría harán retroceder su mente hasta los siglos XV-XVII. Muy equivocados están quienes así piensan, pues no fue hasta un fecha tan reciente como el año 1860, que no quedó abolida la distinción entre cristianos viejos y cristianos nuevos, y se encargó de éllo, una resolución de las Cortes que hizo innecesario a partir de aquella fecha, que los candidatos a ingresar en la carrera militar, fuera el arma que fuera, tuvieran que presentar un certificado de “pureza” o sea como dice el prestigioso historiador de la Inquisición  española Cecil Roth: que no tuviera mezcla de judío y de moro, o de cualquier cosa que hubiera sido condenada por el Santo Oficio Obvio es decir que aquella resolución de las Cortes españolas, no fue vista con agrado por todos los miembros de la Iglesia en España..

Actualmente y por fortuna, cualquier español que quiere servir a su Patria en la carrera militar, no tiene que demostrar “purezas sanguineas” y puede tener la confesión religiosa que más le plazca.

 

Cuando a principios de la década de los sesenta del pasado siglo muchas voces se levantaron denunciando los numerosos casos de abusos sexuales e incluso de pederastia que tenían como protagonistas a sacerdotes católicos, Alfredo Ottaviani por aquel entonces presidente del Santo Oficio (1962), prescribió la excomunión inmediata para todos aquellos católicos que hicieran públicos dichos delitos. Aquello se supo gracias a una filtración que llegó a un periódico norteamericano. Algo muy parecido pasó con los numerosos documentos y testimonios que la Iglesia tiene sobre las numerosísimas violaciones que han sufrido y están sufriendo aún hoy monjas principalmente africanas por parte de sacerdotes generalmente nativos.

 

Coincidiendo con el año que se celebraron los famosos Juegos Olímpicos de Barcelona ( 1992),en aquellas navidades algunas calles céntricas de la Ciudad Condal se llenaron de pastines en los que sus autores arremetían contra Papa Noel. Al principio no hice ningún intento de saber quién se escondía detrás de aquella estupidez, pero una sábado por la tarde mientras paseaba por la céntrica calle Pelai (Pelayo) con mi hija,  la cual por aquel tiempo apenas contaba con seis años, la niña me preguntó muy sorprendida ¿ papá, por qué no quieren al Papa Noel?. Aquella pregunta infantil e ingenua me hizo pensar mucho y comenzé a indagar en algunos sectores ultraconservadores, y finalmente resultó ser que un grupo ultraortodoxo, una rama del más rancio y trasnochado tradicionalismo, había decidido empezar una “cruzada” contra aquel “pagano” que llevaba regalos a los niños en Navidad y hacía la competencia a los muy cristianos ¿? Reyes Magos.

Pero resulta que además de aquellos “cruzados” había otro personaje mucho más poderoso que también había sentido una verdadera aversión por el entrañable San Nicolás, se trataba del papa Pablo VI (junio de 1963-agosto de 1978). Este pontífice que llevó casi durante toda su vida un cilicio bajo sus ropas, sentía una especial aversión por este santo, y según Eric Frattini, esta fobia tiene dos razones. La primera sería que en el sepulcro que contiene los supuestos restos del santo, depositados en una iglesia de la ciudad italiana de Bari, se encuentra una inscripciónen lengua árabe que dice: Alá es Dios, y Mahoma su profeta. Esta inscripción lítica parece ser que fue hecha por los constructores de la tumba, que eran musulmanes. La segunda sería que San Nicolás adoptó la personalidad del célebre personaje nórdico conocido como Santa Claus. El Vaticano aseguró de Santa Claus que “representa un monstruo sucedáneo del Niño Jesús y ofende a nuestra fe”. No era de extrañar que años después aquellos jóvenes ultraconservadores siguieran su particular “cruzada” aunque como es lógico, los ciudadanos “normales” obviaran las medievales e integristas ideas religiosas de aquel grupúsculo.

 

Hace poco tiempo, una amiga mia de nombre Lourdes y piadosa hasta lo esperpéntico, me dijo que “El Papa de Roma es ante todo espiritualidad”( se refería a todos los papas); no le contesté por amistad y porque tampoco ganaba nada tratando de desilusionarla, pero me vino a la mente una serie de hechos que como mínimo pondría en entredicho lo que mi piadosa amiga de la infancia opina de los pontífices romanos. No hacía falta remontarse a los oscuros y tenebrosos siglos de la Edad Media, ni a la rocambolesca sede pontificia del Renacimiento, pues tenemos mucho más cerca en el tiempo un caso poco conocido y que como mínimo nos muestra a un papa moderno y que  además de “todo espíritu” era alguna cosa más mundana y material. Nos estamos refiriendo a Pío XI (1922-1939) que tenía una verdadera afición por algo tan poco “espiritual” como son los automóviles. Siendo Papa, mandó construir un garage para su “colección” automovilística, la cual constaba de dieciseis coches, tres de ellos de modernos modelos deportivos. Hay quien asegura que en más de una ocasión, fue detenido por la policía romana por “exceso de velocidad”. Ser “todo espiritualidad” es bajo nuestro particular punto de vista, algo más que imitar a Juan Manuel Fangio o a Fitipaldi, o al menos eso creemos.

 

En el siglo XV nos encontramos con todo un “personaje” que actualmente y con toda seguridad aparecería en algún programa de telebasura ( tan de moda en la actualidad) especializado en prensa “rosa”; nos estamos refiriendo a Baldassare Cosa. Considerado como antipapa (1410-1415), con el nombre de Juan XXIII ( no confundir con el bondadoso papa Angelo Rocalli, que subió al trono de San Pedro cinco siglos más tarde con el mismo nombre pontificio) mantuvo una verdadera batalla con el papa Gregorio XII, pero éste último, considerado como el “verdadero” papa, lo perdonó de sus “deslices” y lo nombró cardenal de Tusculum para evitar “mayores escándalos”. Entre sus “deslices” estaban el incesto ( se acostaba regularmente con su cuñada), algunos homicidios ( no comprobados) y tal como se hizo público una vez fallecido, había seducido a unas doscientas mujeres, entre viudas, solteras y numerosas monjas y novicias. ¡ todo un Tenorio purpurado! .

 

Parte de mi infancia estuvo marcada por la presencia en la escalera donde yo vivía de una mujer vieja, muy vieja, casi centenaria, que cada día iba muy temprano, solo levantarse, a la parroquia a escuchar misa. Doña Encarnación, pues ese era su nombre, amaba a Dios por encima de todo, en la misma proporción que odiaba a los niños ( sobre todo sus risas y juegos) y los animales domésticos. Fue de labios de esa mujer que escuché por primera vez hablar del famoso Index.Aunque parece anacrónico, sigue existiendo ese inmenso catálogo donde se relacionan los libros “prohibidos” a los católicos. Su verdadero nombre es Index Librorum Prohibitorum y su “inventor” fue el papa Pablo IV (1555-1559). Aquel napolitano de nombre Juan Pedro Jarafa tenía varias obsesiones, una era su odio patológico a todo lo que fuera español, quizá proveniente de su estancia en España como nuncio en la corte de Fernando el Católico. Otra era su odio casi enfermizo hacia los judíos, a los que obligaba a llevar sombreros amarillos para distinguirse de las demás personas ( Hitler lo hubiera felicitado y le hubiera llamado “camarada”) y fue un protector incondicional de la Inquisición; algunos historiadores del papado, como es el caso de Juan Dacio, dicen de él: fue un buen Papa, y su severidad fue acaso necesaria (sic).

En este catalogo de “libros malditos” se encuentran más de cuatro mil títulos, los cuales son “aconsejables” no leer entre los fieles. Entre estos libros “terribles” se encuentran obras tan “pecaminosas” como Los tres mosqueteros y El Conde de Montecristo del genial Alejandro Dumas o La decadencia y la caida del Imperio romano del que es autor Edward Gibbon, sin descontar libros de farmacia antiguos o un curioso catálogo de museos de Italia editado el año 1949 y donde no se recomiendan los museos vaticanos.

Parece mentira que alguien pueda aún estar pendiente de lo que puede leer o no, dependiendo de sí unos sacerdotes lo condenan o no, pero el Index, aunque muy olvidado, sigue estando presente en la mente de algunos fieles como una “guía de lectura” para “buenos católicos”.

 

El cristianismo y lógicamente la Iglesia Católica, pone en lugar privilegiado dentro de su doctrina a los cuatro evangelios “oficiales” (Lucas, Mateo, Juan y Marcos), pero generalmente no gusta de contar que hubieron como mínimo cien evangelios más. Son los conocidos como “apócrifos”. Algunas autoridades eclesiásticas los han querido hacer definir simplemente como “falsos”, aunque algunos de los Padres de la Iglesia, los mencionaran en los primeros tiempos del cristianismo. Pero a la pregunta de por qué, aquellos cuatro son los que se consideran “verdaderos” o “inspirados” y los demás no, la Iglesia ha dado varias explicaciones que competen en puerilidad. Por su “originalidad” creemos que vale la pena exponer alguna de éstas.

Según el libro Libelus Syndicus, de entre todos los que existían, que ya hemos dicho que eran más de un centenar, los cuatro que actualmente son reconocidos se colocaron ellos solos sobre un altar, y llegaron “levitando”. Hay otra versión que nos dice que se pusieron todos juntos, y los apócrifos fueron cayendo poco a poco al suelo, y finalmente quedaron solo los cuatro que serían reconocidos como auténticos. Pero aún hay otra versión que dice, que estando todos los obispos reunidos durante el Concilio de Nicea ( 325 d.C), entró por una ventana el mismísimo Espíritu Santo en forma de paloma, lo cual hizo sin necesidad de romper el grueso cristal que la cubría, y el animal fue posándose dulcemente en el hombro de cada uno de los obispos allí presentes, y en voz baja, sabia y serena, les decía al oido cuales eran los cuatro evangelios auténticos.

Lógicamente muy pocos investigadores religiosos pueden actualmente aceptar esta selección, y así vemos que cada vez más estudiosos de la Biblia investigan en los “apócrifos”, algunos de ellos editados en castellano en los últimos años, con la intención de conocer algo más sobre la enigmática y desconocida vida de Jesús de Nazaret y los primeros años del cristianismo.

 

Ninguna persona mentalmente sana puede negar que en la Iglesia y durante casi dos milenios, se ha marginado a la mujer, en ocasiones casi condenándola al peor ostracismo. Aún hoy muchísimos sacerdotes y la mayoría de cardenales y obispos, se oponen visceralmente al sacerdocio femenino, pero este apartheid llega en algunos casos a lo patético, y pondremos solamente un ejemplo.

Se dice que la farmacia más antigua de Europa es la que existe en la ciudad del Vaticano, que se remonta al año 1277, cuando el papa Nicolás III ( 1277-1280), hijo del famoso “torturador” Matías Orsini, la fundó como una especie de “Inspección farmaceútica” para controlar a las demás boticas que había en Roma. En aquel establecieminto, que cuenta lógicamente con sus propios sacerdotes-farmaceúticos, algunos de ellos españoles, se despachan mensualmente una cantidad de medicamentos y productos sanitarios que oscilan entre los cinco mil o algo más. Pues según el bien documentado Eric Frattini, en toda aquella macrofarmacia, “no se sirve ni un solo artículo femenino” ¿?.

 

Mucha gente ha oido hablar del “óbolo de San Pedro”, pero pocos saben lo que realmente es. El óbolo era una moneda y un peso de origen griego, pero en esta ocasión nos referimos a la cantidad de dinero que proveniente de las diócesis o iglesias católicas de todo el mundo( parece ser que es voluntario), llegan al Estado Vaticano. Según Eric Frattini, en la actualidad el Vaticano recoge unos 40 millones de euros al año en este concepto. Puede parecer mucho más unos, y poco para otros, pero sin duda es algo que como mínimo puede dejar perplejo al que oye aquella exclamación tan repetida que afirma: “La Iglesia es pobre”.

 

Uno de los personajes más estimados y reverenciados de la Iglesia Católica es sin duda San Agustín, su verdadero nombre era Aurelius Augustinus (354-430), hijo de santa Mónica. Su vida se puede dividir en una primera parte, en la que se dedica a vivir con todos los placeres mundanos, incluso llegó a amancebarse y tuvo como mínimo un hijo, de nombre Adeodato, pero más adelante cambió y se hizo un devoto ferviente. Luchó encarnizadamente contra las muchas herejías que existían en el Imperio Romano. Maniqueismo, donatistas, pelagianismo, etc fueron combatidos por aquel personaje al que muchos consideran como el más importante Padre de la Iglesia; pero curiosamente, este hombre “sabio y bueno” llegó en su radicalismo, a casi dudar de que las mujeres “tuvieran alma”. No es de extrañar que sus sucesores dejaran tan marginadas a las mujeres, y que hasta hace pocos años, se les obligara a entrar en las iglesias con la cabeza cubierta, no por respeto, si no como simple señal casi humillante.

 

Mucho y bien se ha hablado por parte de los historiadores de la Iglesia del papa Benedicto XII (1334-1342), al que Juan Dacio define como hombre austero y virtuoso y el historiador y profesor de la Universidad de Friburgo Gastón Castella como austero y siempre celoso de reprimir los abusos. Otros autores menciona las “estrechas relaciones” que tuvo con Petrarca (1304-1374), pero parecen olvidar que estas “relaciones” eran de odio, pues dicho pontífice llevaba años intentando seducir a la hermana de Petrarca. El gran poeta se lo recriminó, y el papa le ofreció el capelo cardenalicio si permitía a su hermana acostarse con el pontífice, a lo cual se opuso Petrarcea. Benedicto descontento con el poeta y cada vez más deseoso de gozar los favores de la joven doncella, decidió sobornar a Gerardo Petrarca, hermano del gran poeta, el cual sí accedió a los deseos del papa, el cual por fin consiguió llevar a su siempre visitado dormitorio a la joven. Petrarca indignado describió en uno de sus escritos, firmado de forma anónima, para evitar la hoguera, cómo veía la gente la sede pontificia de Avignón en tiempos de Benedicto XII: Era la vergüenza de la humanidad, un vertedero de vicio, cloaca que recogía todas las inmundicias del Universo.Su Dios era vilipendiado, sólo se reverenciaba el dinero, y las leyes divinas y humanas, son pisoteadas.Por todos los lados, se respira la mentira, en el aire, el la tierra, en las casas, y sobre todo, en los dormitorios.

Al morir ( 25 de abril de 1342), posiblemente de sífilis, dejó un gran número de hijos, a los que al menos, legitimó poco antes de morir.

 

CLEMENTE VI (1342-1352)  del que muchos historiadores y estudiosos ortodoxos no gustan de hablar, fue por así decirlo, un “cachondo”. De él, el exsacerdote y escritor Peter de Rosa nos dice: Persona sin malicia ni principios morales, tuvo por lo menos el mérito de ser un buen pagano.

De carácter alegre, incluso gustaba de las bromas maliciosas que le hacían sus enemigos, como la ocasión en que en una de sus reuniones con los cardenales, alguien hizo entrar en la sala de reuniones pontificias un burro que llevaba atado al cuello un cartel que decía: Por favor, hágame obispo a mi también. El papa se lo tomó a la broma y rió la gracia, así como en otra ocasión en que se encontraba reunido con sus cardenales y asesores y le entregaron una carta urgente que decía: Del Diablo, a su hermano Clemente, Dicen que el Papa se destornilló de risa, lo que se contagió a sus cardenales.

En una ocasión en que se hallaba con todo su consejo pontificio, dijo la famosa frase: Antes de mi, nadie tenía ni idea de cómo ser Papa Si el rey de Inglaterra quiere convertir sus fondillos en obispo, no tiene más que solicitarlo

Se tiene que reconocer, que como dice De Rosa, una de sus mayores preocupaciones era que sus súbditos y colaboradores fueran casi tan felices como él, y así sabemos que sus más allegados cardenales contaban entre sus propiedades con casi quinientas de las principales residencias de la región, todas ellas llenas de guapos jóvenes y bellas doncellas, dependiendo de las apetencias de cada cardenal.

Aunque era el Papa de Roma, no soportaba a los italianos, por lo que en toda su vida, jamás pisó Roma

Fue sin duda un hombre que supo vivir bien, y por lo menos, dejó que sus súbditos y feligreses también lo hicieran a su modo.

Peter de Rosa dice de dicho portificado: En su pontificado, en Avignón, Baco y Venus recibían mayores honores que el mismo Jesucristo.

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Recuerdo que mi madre me había narrado en más de una ocasión como el día después del levantamiento militar del 18 de Julio de 1936, un grupo de energúmenos, seguramente anarquistas de la FAI, se habían dirigido hacia el templo de Santa Madrona, en el barcelonés barrio del Poble Sec (Pueblo Seco) con la intención de profanar el edificio, en lo que al parecer ya eran maestros, y matar a los dos sacerdotes que había dentro. Uno de ellos, joven y de carácter, empuñó una pistola y les hizo frente, aunque al parecer de poco le valió antes aquellos individuos. Aquel recuerdo de mi madre me convencía que un sacerdote ( sea de la religión que sea) tiene el derecho de defender su vida con todas las armas ( y nunca mejor dicho) que tenga a manos, y desde entonces he seguido pensando lo mismo; pero otra cosa es cuando las sacerdotes, en algún caso obispos y cardenales, discuten como matones barriobajeros e incluso llegan a las manos entre ellos. Juan Arias cuenta, que la noche antes de morir “misteriosamente” el papa Juan Pablo I, uno de los guardias suizos que estaba de servicio junto a las habitaciones papales, pudo escuchar fuertes gritos, e incluso los puñetazos sobre la mesa papal que daban sus eminencias. Todo ello parece ser que  fue debido a que el Papa tenía intención de entregar parte de las instalaciones vaticanas a organizaciones internacionales, y trasladarse con sus asesores a un barrio pobre de Roma, para dar ejemplo de “pobreza”. lo que lógicamente a los “monseñores” no les ilusionaba, o al menos así nos lo cuenta Juan Arias ( y personalmente nos lo creemos).

Pero en más de una ocasión, los obispos y cardenales, pecando de ira, no se han limitado a pegar gritos y puñetazos sobre una mesa, aunque ésta fuera la del Papa, sino que en otras ocasiones, han llegado a las manos entre ellos mismos, y uno de los casos más “ejemplares” fue el acontecido en 8 de abril de 1546, durante el pontificado de Paulo III, cuando se reunieron un gran número de obispos para discutir sobre si los escritos apócrifos de la Biblia judía, debían ser considerados inspirados, por  la Iglesia Católica.

En la inmensa sala se habían reunido 49 obispos, y según nos relata el cardenal e historiador ( además de jesuita) Sforza Pallavicini (1607-1667) en su obra Historia eclesiástica, ni más ni menos que 40 de ellos, llegaron a las manos, siendo una de las técnicas “marciales” más recurrida, la de darse enormes y poderosos tirones de las longas barbas.

La violencia física es desgraciadamente intrínseca en el ser humano, sin perdonar razas ni confesiones, pero no dudamos en calificarla de vergonzosa cuando ésta es utilizada sin verdadero motivo ( por ejemplo defensa propia) por gentes que deben de ser ejemplo de bondad y PAZ.

 

El cristianismo en general, y los católicos en particular ( sin olvidar puritanos y otros sectores religiosos todavía más integristas) han considerado el sexo, como algo “pecaminoso” a menos que se realizara como acto de procreación, y fue tanto el radicalismo, que según algunos estudiosos del tema, se cree que el hecho de que durante siglos la lectura de la Biblia fuera prohibida a mujeres, niños y adolescente, fue en realidad por la gran cantidad de citas eróticas que contiene la Biblia. Del Libro, como se conoce también a la Biblia, ha llegado a decir un gran estudioso y especialista en el tema como Juan Arias, que: Quizá sea una exageración decir que la Biblia es un libro erótico, pero, sin duda, el sexo, en todas sus manifestaciones, aparece constantemente en sus páginas. Aún hoy los ataques exacerbados a lo sexual, están presentes en la filosofía eclesiástica.

 

La importancia de la Biblia dentro de la Iglesia es lógicamente enorme, pero curiosamente, durante muchos siglos parece ser que no estuvo dispuesta a que los fieles, pudieran acceder libremente a élla. A partir del siglo XII, se empiezan a traducir algunas biblias a lenguas europeas, lo que permite que los que no saben latín, que lógicamente son una mayoría, puedan empezar a conocer lo que aquel libro dice realmente.

Pero de todos los traductores de la Biblia, incluyendo a  John Wycliffe, posiblemente el más importante fue el inglés William Tyndale (1489-1536) que empezó sus traducciones en el año 1525 y tenía como propósito, que cualquier devoto, pudiera leer la Biblia en su propia lengua ( en este caso el inglés).

La Iglesia lo persiguió y tuvo que huir a otros países europeos que no fueran el suyo. Desde el continente, enviaba de contrabando biblias, las cuales una vez localizadas, eran quemadas públicamente.

El erudito seguía con su trabajo hasta que en el otoño de 1536, las autoridades católicas lo capturaron, torturaron, y en la plaza mayor de la ciudad de Amberes, fue primero ahorcado, y seguidamente su cuerpo quemado. Aquello sin duda servía como “ejemplo” para quienes tuvieran la intención de imitarlo.

 

Una organización tan poderosa como la Iglesia Católica, debe tener como es lógico sus propios servicios de espionaje y contraespionaje. No vamos a extendernos sobre este tema pues ya escritores especializados han hablado extensamente de ello en reportajes y libros, pero sí mencionaremos para información del lector, que las dos principales organizaciones con dichas funciones funcionan con una disciplina y una organización encomiables, muchos mejor que la mayoría de servicios secretos de muchos países incluidos los occidentales.

A su “servicio de espionaje” se le conoce como “La Santa Alianza” y fue creado por el papa Pio V (1566-1572) un verdadero antihumanista que veía en cualquier obra de arte renacentista una vuelta al paganismo. La fundó para controlar y luchar contra el protestantismo, se dice incluso que organizó un pequeño “comando” especial formado por  jesuitas que tenían como misión asesinar al precio que fuera a la reina inglesa Isabel I

Pero también tiene su propio servicio de “contraespionaje” que se ocupa de luchar contra los posibles “espías” o “topos” que puedan existir dentro del Vaticano. Fue obra del español Rafael Merry del Val que recibió la orden de su papa Pío X ( del que ya hemos descrito su carísima mitra papal en otro capítulo). Se la denominó Sodalitium Pianum o lo que es lo mismo, “Asociación de Pío”.

Eric Frattini al describir a esta organización nos dice: En su mayor parte, se trata de sacerdotes que actuan como verdaderos agentes de un servicio de espionajes y seguidamente nos comenta que sus labores son estar informados : desde el dato más nimio sobre un acontecimeinto ocurrido en una pequeña concregación, a pura información política o religiosa sobre importantes políticos del país en cuestión

Como vemos, lo religioso y sagrado no está reñido en absoluto con lo político, y no dudamos en repetir, que estos dos servicios secretos, son sin duda un modelo de eficacia y disciplina.

 

Sobre las relaciones en ocasiones muy “íntimas” entre altos dirigentes de la Iglesia Católica y más concretamente del Vaticano con los dirigentes nazis, se ha escrito mucho, y en ocasiones se ha tergiversado el tema, posiblemente añadiendo datos falsos para desvirtuar la realidad que por horrible no quiere la Iglesia que se sepa. Así, entre las mentiras relacionadas( y filtradas) entre esa relación nazis-Iglesia, una de las más famosas fue la que corrió por toda Italia poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial, y que aseguraba que el hombre más misterioso de todo el Tercer Reich, Martin Bormann , se había refugiado en un convento católico, concretamente en el de Sant Antonio, dónde llevaba hábitos religiosos. Llegó a publicarse incluso una foto del jerarca nazi con vestimenta de monje. Cuando se intentó averiguar la verdad, resultó ser que el “nazi mimetizado” era un pobre monje de nombre Romualdo Antonuzzi, el cual, tenía un cierto parecido con el calculador y enigmático “hombre de confianza” de Hitler. Nunca sabremos si aquella falsa noticia, fue obra de un error o de una “filtración intencionada”, pero si este caso fue sencillamente un “error”, sí que en cambio conocemos gracias a las investigaciones del físico y escritor gallego José Lesta, el cual parece ser que las extrae de un memorandum militar norteamericano fechado el 15 de febrero de1947, que las relaciones entre dirigentes nazis y vaticanos fueron muy, demasiado, frecuentes, y en los últimos días del imperio de la cruz gamada, e incluso recién acabada la guerra, de una gravedad terrible. Reproducimos lo que Lesta nos dice al respecto en su interesante libro El enigma nazi (ver bibliografía): “ Toda la operación de huida y tránsito de antiguos jerarcas nazis hacia Oriente Próximo y AméricaL Latina era apoyada por el Vaticano que, a través de veintidos comités, expedía pasaportes de la Cruz Roja para todos ellos. Continua el investigador gallego diciéndonos que esta operación se coordinaba desde España, concretamente desde Denia (Alicante), donde se encontraba una importante base de la Gestapo en el Mediterráneo. Dos de las cabezas visibles de esta operación coordinada, eran G. Bremer y J. Bernherdt, este último muy relacionado desde la Guerra Civil española con el general Francisco Franco.

No nos adentraremos más en las seguras relaciones entre jerarcas nazis y autoridades vaticanas, lo cual ya ha sido extensamente tratado por grandes especialistas en el tema, nosotros solo aportamos este caso, como ejemplo de la vergonzosa  relación que en “ocasiones” ( no siempre, pues no olvidemos que fueron miles los sacerdotes y monjas católicos cruelmente asesinados por los nazis) existió entre ambas instituciones.

Estos aspectos “curiosos” que aquí hemos presentado, son como ya puede el lector suponer, solo la punta del iceberg de miles de casos que por “molestos”, las autoridades religiosas católicas, callan o ignoran, pero que gracias a algunos estudiosos e investigadores, están apareciendo a la luz en estos últimos años.

 

Antonio Fogazzaro (1842-1911), está considerado como uno de los mejores literatos italianos. Nacido en Vicenza, estaba considerado por muchos como el “principal católico laico de su época”, y se le comparaba incluso con Manzoni. Católico convencido, en su principal obra, Il santo, se atrevió a decir: La Iglesia Católica, que se llama a sí misma la fuente de la verdad, se opone hoy a la búsqueda de la verdad cuando sus cimientos, los libros sagrados, las fórmulas de sus dogmas, su supuesta infalibilidad, pasan a ser objeto de estudio.Para nosotros eso significa que ya no tiene fe en sí misma.

Aquellas frases, motivaron que las obras de uno de los mayores novelistas del siglo XIX, fuern directamente al Índice, y que quedara prohibida su lectura entre los “buenos católicos”.

La Iglesia le declaró la guerra a él, y a sus obras.

 

 

 

Finalizaremos este breve recorrido por algunos de los factores y circunstancias que son casi desconocidos por el gran público y que nos pueden dar una aproximación a cómo y de qué forma funciona la todopoderosa Iglesia Católica, con un tema que siempre me ha fascinado: LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO.

No vamos a extendernos sobre esos documentos milenarios que encontrados en diferentes cuevas del Qunram ( junto al Mar Muerto) su odisea ha sido definida por muchos investigadores, como uno de los mayores escándalos de la Iglesia en sus últimos tiempos, pues encontrados por algunos beduinos en la década de los cuarenta del pasado siglo, y “poseidos” pertinazmente por la École Biblique, que prohibía a los demás investigadores su estudio, aún hoy, solo se han dado a conocer aproximadamente una cuarta parte de estos documentos que muy bien podrían demostrar que Jesucristo fue antes que un fundador de religiones, un agitador nacionalista judío, o que San Pablo, es ese “Embustero” del que hablan los viejos pergaminos del Qunram.

Hace aproximadamente dos años me trasladé a Ammán, capital de Jordania, donde tuve la oportunidad de ver personalmente en su pequeño, pero curioso museo arqueológico, algunos de estos manuscritos, que al parecer y por lógica, poco de importante decían, pues los verdaderamente “peligrosos” para los dogmas de la Iglesia Católica, siguen estando “secuestrados”.

No vamos a extendernos en este tema, y aconsejamos a quien quiera profundizar en él, que consulte el excelente libro de Michael Baigent y Richard Leigh titulado El escándalo de los rollos del Mar Muerto (Editorial Martínez-Roca), pero sí que vamos a referir, que dichos documentos, sin duda de capital importancia para conocer los orígenes reales del cristianismo, fueron adjudicados, casi a la fuerza, a los estudiosos de la Ëcole Biblique, que depende de la Comisión Bíblica Pontificia, la cual estaba presidida ni más ni menos, que por el cardenal Joseph Ratzinger, que además es precisamente quien ocupa el cargo de mayor responsabilidad  en la Congregación de la Doctrina de la Fe, o lo que es lo mismo, la actual Inquisición, la cual, como se cita en el libro anteriormente nombrado, se ocupa ( citamos literalmente) de perseguir y amordazar a herejes y heterodoxos.

Pensemos en lo opaco que es este asunto, cuando estamos hablando de unos manuscritos de dos mil años de antigüedad, que podrían echar por los suelos, la mayor parte de dogmas de la Iglesia, y cuyo estudio depende directamente de esta Comisión Bíblica Pontificia, creada en 1903 por el papa León XIII, y que tenía como función ( y tiene todavía) supervisar y controlar los estudios católicos de las Sagradas Escrituras, y todo ello presidido por el máximo responsable de la moderna Inquisición.

Sin duda, y a fuer de ser sincero, creemos que o bien se tardará mucho en saberse todo lo que contienen dichos manuscritos, o simplemente un buen número de ellos, jamás serán dados a conocer al mundo, pues recordemos que en el año 1904, el nuevo papa Pío X, promulgó dos encíclicas que se oponían radicalmente a todo estudio o investigación, que pudiera cuestionar los orígenes y la historia primitiva del cristianismo, y coincidiendo con ello, todos los maestros católicos sospechosos de seguir las “tendencias modernistas” ( muy mal vistas por la Iglesia) fueron según Baigent, “sumariamente despedidos de sus puestos”. Pero las enseñanzas “modernistas” dentro de algunos círculos católicos, siguieron con su crítica a la ortodoxia, y así en 1910, se emitió un decreto pontificio que exigía a todos los católicos dedicados a la enseñanza, realizar un sagrado juramento por el que se comprometían a renunciar a “todos los errores del modernismo”. Seguidamente, varios estudiosos y escritores “modernistas”, fueron excomulgados, y seguidamente se llegó incluso a prohibir, que los estudiantes de colegios teológicos o de seminarios, leyeran periódicos ¡ y todo ello en pleno siglo XX!. Bien es verdad que en la década de los noventa, la “Comisión supervisora” israelí, donó a la Universidad de Oxford, un juego “supuestamente” completo de todos los rollos bajo los auspicios de Geza Vermes, pero tenemos serias dudas de que “todos” los rollos que estuvieron en manos de los investigadores ortodoxos fueran entregados ( fotografiados) a dicha universidad.

Sin duda son muchos los rollos que aún quedan en aquella zona desértica de Tierra Santa, y solamente un amplio estudio por parte de investigadores totalmente independientes de cualquier institución eclesiástica, puede aportar luz sobre los orígenes reales del cristianismo.

 

 

 

EPÍLOGO:

 

“El que solo sabe de su religión, tampoco la conoce”

Salvador Pániker

 

No he querido alargar más este trabajo, creo que con los ejemplos aquí expuestos se demuestra que al igual que hay factores positivos dentro de la Iglesia Católica (, pero repetidos y exagerados por sus fieles cronistas hasta la saciedad), también hay toda una crónica negra que llenaría cientos de volúmenes.

No ha sido mi intención herir los sentimientos religiosos del lector; ya me figuro que quién haya adquirido este volumen, no será un sacerdote preconciliar o un numerario del Opus Dei o un Legionario de Cristo, pero sí posiblemente alguien creyente, que me merece todos los respetos, e incluso por qué no decirlo, alguna envidia, pues posiblemente en su corazón, en su mente, exista más esperanza que en la mía.

Como ya he dicho en libros anteriores, siempre que entro en el interior de una mezquita ( suponiendo que la dogmática y fanática en demasiadas ocasiones, y cada vez más, mentalidad musulmana me lo permita), un templo ortodoxo, una pagoda budista, un bosque animista o una catedral gótica católica, guardo el mayor de los respetos a lo que aquel recinto sagrado representa y a los que en él oran, e incluso en su interior me hago preguntas que en otro lugar no me haría. Personalmente opino que no hay nada más despreciable que reirse o mofarse de las ideas religiosas de los demás pero exigiendo( aunque sea a golpe de espada o pira ígnea) respeto por los propias, que eso es lo que en ocasiones hacen algunos credos retrógrados e integristas y el cristianismo ha venido practicando durante siglos.Me parece despreciable para un creyente de la religión que sea, asegurar que su “dios” es el único, y que los demás son simples farsantes o creencias supersticiosas.Si Dios existe, y creerlo depende de cada cual, indudablemente hay Uno para todo el Universo; sin pasaporte, credos, ni favoritismo ( y mucho menos, sin “cuenta corriente bancaria”). El dios biblico que masacraba filisteos o amonitas para favorecer a los israelitas, no cabe en la mentalidad de una persona objetiva. De todos modos y como agnóstico ( que no ateo, ya lo he dicho anteriormente), creo que en el caso de que exista, no puede el hombre comprender sus Razones y su Existencia, por mucho que alguien que es un “profesional” de tal o cual religión, quiera inculcárselo a base de dogmas en esa máquina misteriosa y maravillosa (pero manipulable) que conocemos como cerebro.

Hace apenas algún tiempo leí con verdadero deleite la “novela” titulada El código Da Vinci, que se aventura por caminos que sin duda no son agradables para las autoridades religiosas, Opus Dei ( al que se hace referencia y no para bien, varias veces  dicho libro) incluido. Ante esta novela, de la que se han vendido cientos de miles de ejemplares en todo el mundo, puede hacerse dos cosas: leerla o simplemente ignorarla, pero hace unos meses ví con perplejidad, como desde TVE ( y algún otro canal muy “comprometido” y conservador) se hacían unos comentarios con entrevista incluida a un sacerdote, en el que se ponía en duda el contenido de dicho trabajo; para mí, esto es una falta de respeto a las “creencias” contrarias. Mi buen y añorado ( y ante todo hermético) amigo el escritor e investigador Andreas Faber Kaiser, muerto en extrañas circunstancias, escribió allá por el año 1976, un trabajo titulado Jesús vivió y murió en Cachemira (ediciones ATE), desde aquel momento, según me comentó un domingo por la noche mientras cenábamos, fue mal visto desde algunos de los estamentos religiosos más conservadores, e incluso se llegaron a publicar algunos libros con el objetivo de “cargarse” la tesis de Faber Káiser (1). Obligar al prójimo a tener tus ideas, sean éstas religiosas o políticas ( en este último caso caso llegaríamos al comunismo ortodoxo y paranoico o a ciertos nacionalismos trasnochados)es atentar contra el más elemental derecho humano, y éste es, la LIBERTAD de pensar cada cual como mejor le plazca, el mayor tesoro que el ser humano puede tener, y que si en realidad existió Jesús de Nazaret y fue una figura como nos cuentan Orbaneja, Arias, Freixedo y otros autores, sin duda sería el primero en luchar por esta libertad de pensamiento.

Si tenemos la ocasión de leer el libro de Fernando Orbaneja antes citado, podremos seguir de manera rápida pero documentada la vida de algunos de los grandes fundadores de religiones (Jesús de Nazaret, Buda, Laotsé, Confucio, etc), y podremos observar que entre las muchas “extrañas” coincidencias que se dan entre éllos, existe generalmente un factor a destacar, y es que JAMÁS quisieron imponer sus dogmas, que fueron más liberales que sus sucesores ( de Buda, cuyo verdadero nombre era Sidharta Gautama, incluso se ha llegado a decir que era ateo, como su religión, o por lo menos no teista), y que ante todo ( si exceptuamos a Mahoma) intentaron llevar un poco de Luz a sus seguidors y que predicaron la Solidaridad, la Hermandad entre los hombres ( y lógicamente las mujeres) y la Paz.

Agradezco al lector que haya llegado hasta aquí acompañándome por estas breves crónicas“negras” de la Iglesia Católica, y vuelvo a pedir disculpas si he ofendido a alguno, no era mi intención, pero sencillamente me he limitado a exponer unos hechos que fueron o son así, para vergüenza de algunos que dicen ser “delegados” o representantes de Dios en nuestro maltratado planeta.

Acabaré este libro con unas palabras que recogí del libro del periodista, viajero y escritor leonés Jesús Torbado (2): Se sabe que en el cristianismo occidental está brotando un fundamentalismo religioso similar al del mundo islámico,más apacible sin duda, pero no menos riguroso y radical

 

  • Un ejemplo sería el libro titulado Jesús y la estafa de Cachemira, publicado por la editorial Plaza y Janés, y del cual es autor Juan Barceló Roldán, todo un ejemplo de intransigencia religiosa
  • Publicadas en el libro ¡ Milagro, milagro! . Plaza y Janés

 

El autor ( primavera del 2004).

 

 

Nota de última hora: La Iglesia arremete contra el matrimonio gay

 

Cuando estaba haciendo las últimas corecciones a este libro, ha llegado a mis manos una noticia que por patética, puede ser interesante de incluir en este trabajo.

He preferido incluirla como una nota de última hora, pues aunque pudiera haberla añadido en algún capítulo anterior, he preferido trascribirla tal como ha aparecido en los medios de comunicación, y que cada cual saque sus propias conclusiones sobre el rumbo que lleva actualmente la Iglesia Católica. Antes de trascribirla literalmente, solo recordar, que investigadores como Pepe Rodríguez , por citar solamente uno, ya han comentado de forma extensa, la gran cantidad de sacerdotes homosexuales que hay dentro de la Iglesia, lo cual  parece ignorar.

El pasado 25 de julio, día de Santiago, patrón de España, aunque está sobradamente demostrado que dicho apóstol, tan siquiera pisó nuestro país, se celebró en Santiago de Compostela, como cada año, la Ofrenda Nacional al apóstol. Delante de sus majestades los Reyes de España, y el presidente del gobierno José Luís Rodriguez Zapatero, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, declaró al respecto de la hosexualidad: el matrimonio “esencialmente heterosexual” es la base “ineludible” de la familia, y que su quiebra, supone la “quiebra de la sociedad”, y seguidamente añadió :los derechos se ven reducidos a simples exigencias personales, que siembran confusión y debilidad moral, distorsionando el plan de Dios sobre el amor y la fidelidad, sobre el respeto a la vida, en todas sus etapas naturales, sobre la vivencia del tesoro de la afectividad y sobre el matrimonio.

Que cada cual saque sus propias conclusiones.

 

 

 

CONTACTO:

 

Si usted quiere ponerse en contacto o mandar alguna consideración al autor, puede hacerlo escribiendo al apartado postal: 38070 de Barcelona 08080 .

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA COMENTADA:

 

Generalmente todo libro de investigación o divulgación termina con una bibliografía, que en España generalmente no se hace comentada. Personalmente lo he hecho en más de una ocasión, y los comentarios de los lectores en general han sido positivos. Estos “comentarios” son tan subjetivos como puede serlo todo aquello que el ser humano realiza, pero lo he hecho intentando aportar al lector unas fuentes más especializadas que las mías, para que todo aquel que decida profundizar en este tema, tenga una base para empezar sus investigaciones.

 

Anónimo. La lujuria del Clero en los Concilios.Diversas ediciones y facsímiles. Curiosamente editado por primera vez en julio de 1936 (suponemos que antes del día 18)

 

Aracil, Miguel G. Dioses, megalitos y fuerzas telúricas.3º Edición La Espiral

 

Aracil, Miguel G. ¿Milagros en Cataluña? Editorial Bastet

 

Arias, Juan. Jesús, ese desconocido. Con prólogo de Paulo Coelho, es sin duda uno de los mejores estudios que se han hecho sobre la figura histórica de Jesucristo.

La cara oculta del Vaticano. Editorial Aguilar. Sin duda un libro que vale la pena de leer, sin cursilerías infantiles. Se trata de una manera seria y analítica los distintos capítulos de la Biblia. Sin duda se trata de un libro imprescindible para los estudiosos “libres” de prejuicios y dogmas, de la Biblia.

 

Atienza, Juan G. Santoral diabólico. Ediciones Martínez-Roca. Se trata de una interesante recopilación de santos que entran de lleno en el mundo del paganismo, o son sencillamente sincréticos.

 

                              Los pecados de la Iglesia. Ediciones Martínez- Roca. Un interesante y bien documentado trabajo sobre muchos de los crímenes, cruzadas y guerras, que se han llevado a cabo en nombre de la Iglesia durante diecisiete siglos. Atienza aborda algunos sucesos poco o casi nada conocidos de la historia.

 

Baigent, Michael y Leigh Richard. El escándolo de los rollos del Mar Muerto. Editorial Martínez-Roca. Formidable trabajo de investigación sobre los vergonzantes y escandalosos sucesos que rodearon el descubrimiento y el estudio “censurado” de los manuscritos del Qunram, y que alguien los definió como las revelaciones que hacen temblar al Vaticano.

 

                              El legado mesiánico, editorial Martínez-Roca, un amplio y detallado ensayo sobre enigmas del cristianismo vistos desde un punto de vista libre y heterodoxo, muy lejano a lo que habitualmente leemos en los libros de historia religiosa “oficial”.

 

Bonilla, Luis.Historia de las peregrinaciones en el mundo.Ediciones Biblioteca Nueva. Se trata de un curioso libro que hace un recorrido por las distintas épocas y peregrinaciones que los creyentes de distintas religiones han efectuado en los últimos cinco milenios y que pese a su distancia geográfica y cronológica, tienen muchos factores en común. Como mínimo se trata de un libro “curioso”.

 

Burman, Edward. Los secretos de la Inquisición: De Inocencio III a Juan Pablo II. Editorial Martínez-Roca (Colección Enigmas del cristianismo). Un libro importante pasa saber algo más de la crueldad de la Inquisición y los favores que los papas dieron a esta institución.

 

Castella, Gastón. Historia de los Papas. Espasa-Calpe (Tres volúmenes). Para leese en la cama junto a una estampita de Santa Teresa de Jesús.

 

Castiglioni C, y Saba A.Historia de los Papas. Editorial Labor. (Dos volúmenes). Obra impresionante por su texto, sus dibujos, sus casi dos mil páginas…su precio, pero poco más. Se nota a distancia que ha estado escrito para alabar a los “buenos” Papas romanos.

 

Dacio, Juan. Diccionario de los Papas. Editorial Destino. Con prefacio de Vintilo Horia, es uno de los más ortidoxos y conservadores libros sobre el papado que hemos consultado.

 

Deschner, Karlheinz. Historia criminal del cristianismo.Editorial Martínez-Roca.( seis volúmenes). Una obra increible de estudio e investigación sobre la historia del cristianismo, con sus luces y sus sombras. Sus 2400 páginas, pueden hacerse algo “pesadas”. De todos modos, merece un puesto de honor en cualquier colección de libros sobre la historia de la Iglesia en partilucar y el cristianismo en general.

 

Discípulos de la Verdad. Mentiras y crímenes del Vaticano. Editorial B. Se trata de un curioso libro sobre aspectos muy oscuros ocurridos en los últimos años en el Vaticano, incluyendo el “affaire” de los Guardias Suizos. Se supone que detrás de la firma, existen un grupo de sacerdotes y laicos que quieren denunciar la situación que se vive en el pequeño estado.

 

De los mismos autores: A la sombra del Papa enfermo. Ediciones B. Un formidable y amplio estudio sobre los escándalos en el pontificado de Juan Pabo II y la lucha por su sucesión.

 

Frattini, Eric. Secretos vaticanos: En el Vaticano, todo lo que no es sagrado, es secreto.Editorial EDAF. Un libro interesante donde se explican aspectos poco o nada conocidos sobre el Vaticano, y algunos factores relacionados con él, que se consideran “secretos”. Indudablemente se trata de un libro muy “trabajado”, en el que el autor ha tenido que contar con la ayuda de gente muy introducida en el Vaticano. En algunos aspectos es un tanto contradictorio, pero por su originalidad merece ser como mínimo consultado.

 

Freixedo, Salvador. El cristianismo, un mito más. Editorial Quintá. Muy interesante, dentro de la línea de fuerza, siempre muy “peculiar” del exjesuita gallego.

Del mismo autor: Mi iglesia duerme.Fue un verdadero terremoto para las autoridades eclesiásticas ( difícil de encontrar actualmente pese a sus 13 ediciones).

 

Friedman, Richard Elliot. ¿ Quién escribio la Biblia?. Ediciones Martínez-Roca. Estudio bastante heterodoxo sobre lor orígenes de la Biblia, y algunos de sus personajes, que al hacer su aparición en España, fue relativamente criticado por los medios más conservadores.

 

Gómez, Elisabet.Brujeria: Religión o liberación. Editorial Arbor Liber. Un interesante trabajo de esta joven autora, que denuncia amenamente algunas de las monstuosidades que en nombre de la Iglesia, se cometieron contra las mujeres ( y también algunos hombres) consideradas como brujas. Editado en edición de bolsillo.  

 

González-Balado, José Luis. Los Papas. Ediciones Acento. Manejable y seguro que no será “anatemizado” ni condenado por la Iglesia.

 

Hidalgo, Argimiro. España, tierra de santos. Editorial Sal Terrae. Solo para sacerdotes preconciliares, monjas y personas muy devotas, y que sigan creyendo que España es la “reserva espiritual de Occidente”. La contraportada con el águila imperial ya nos indica su línea.

 

Infante, Jesús. La cara oculta del Vaticano .Editorial Foca. Un libro indudablemente “fuerte” en el que el autor ( o autores, pues hay quien dice que tras ese nombre o pseudónimo hay un grupo de investigadores o intelectuales) presenta de manera crítica algunos de los asuntos más escabrosos relacionados con el Vaticano, el papa Juan Pablo II, el OPUS DEI, etc. Sin duda un libro a tener en cuenta para tener una visión crítica de lo que envuelve en la actualidad a la Iglesia Católica.

 

Lesta, José: El enigma nazi (El secreto esotérico del III Reich).Editorial EDAF. En este interesante libro, se hace mención en algunas ocasiones, de las relaciones entre los dirigentes nazis y la Iglesia Católica, y más concretamente el Vaticano.

 

Orbaneja, Fernando. Historia impía de las religiones. Editorial Corona Borealis.. Este doctor ingeniero, especialista en el estudio de las religiones, aporta datos durísimos pero reales sobre las religiones en general, y el catolicismo en especial.

 

Porter, Carmen.  La Sábana Sagrada: ¿Fotografía de Jesucristo? Editorial EDAF, colección “Los archivos del misterio”. Un interesante trabajo periodístico sobre lo que rodea y ha rodeado la famosa Sábana Santa de Turín.

 

Puech, Henry-Charles.Las religiones antiguas (Dos volúmenes). Editado en castellano por Siglo XXI, es un interesante y extenso estudio sobre las religiones más importantes de la antigüedad, y en dicho trabajo podemos observar la gran cantidad de “coincidencias” que se dan entre éllas, aunque muchas se autodenominen como “originales” e “inspiradas”. Para las personas que quieran adentrarse en el estudio de las religiones, es un trabajo perfectamente recomendable y veremos que poco originales son las ideas, rituales, parafernalia, etc, de la religión cristiana.

 

Revilla, Federico. Tras la pista de Dios. Ediciones Telstar. Simplemente curioso.

 

Rodríguez, Pepe. Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica. Ediciones B. Como casi todos los libros de este periodista catalán, es digno de ser leido, y arrasa con mucho dogma católico.

 

Rosa, Peter de. Vicarios de Cristo:La cara oculta del Papado. Ediciones martínez-Roca. Uno de los mejores ensayos sobre las verdades y mentiras pontificias. Su lectura es necasaria para conocer los aspectos ocultos de la Santa Sede.

 

Roth, Cecil. La Inquisición española. Martínez-Roca ( colección Enigmas del cristianismo). Interesante estudio sobre muchas de las barbaridades que se realizaron en nombre de la Inquisición y la Iglesia en España desde la fundación del Santo Oficio hasta el siglo XIX.

 

Shelby, John. Jesús, hijo de mujer. Martínez-Roca (colección Enigmas del cristianismo). Sin duda un libro muy interesante y que ya nos presenta muchos enigmas e interrogantes sobre la vida de Jesucristo, incluida su “posible” boda con María Magdalena ( y conste que aparecio en el mercado casi una década  antes que el Código Da Vinci, concretamente en el año 1992). Cuando se distribuyó la edición en castellano, algunas librerías “piadosas” de Barcelona, y suponemos que también en otras ciudades españolas, no quisieron ponerlo a la venta en sus comercios.

 

Smith, Morton. Jesús el mago. Ediciones Martínez-Roca. Trabajo basado en la supuesta vida de Jesucristo, que nos presenta un Mesías muy diferente del que nos enseñan las distintas iglesias cristianas. El autor, catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Columbia (Nueva York), fue durante años, una verdadera “piedra en el zapato” para los cristianos más integristas.

 

Soubirán André. El diario de la Medicina: Del brujo curandero a los hombres de blanco. Editorial Luis de Caralt. Curioso (incluidas sus ilustraciones) libro que nos muestra los cambios filosóficos, éticos y científicos que ha sufrido la medicina en casi cuatro mil años.

 

Torbado, Jesús. ¡ milagro, milagro!. Plaza y Janés. Un interesante estudio sobre una gran cantidad de “supuestas” apariciones de la Virgen, y las diferentes posturas de la Iglesia Católica.

 

Villeneuve, Roland. El museo de los suplicios. Martínez-Roca (Colección Enigmas de la Historia). Un impresionante estudio sobre los diferentes tipos de suplicios y torturas que se han realizado desde tiempos inmemoriales por temas políticos, jurídicos o religiosos, incluida la Iglesia Católica. Contiene un gran número de extremecedoras ilustraciones.

 

Wills, Garry. Pecado papal: Las deshonestidades morales de la Iglesia católica.Ediciones B. Un voluminoso trabajo dedicado a muchos de los “pecados” papales acontecidos en diferentes papados y con temas diferentes. Sin duda un gran ensayo del hostoriador Wills, profesor de la Universidad de Northwestern.

 

 

 

 

INDICE:

 

PRÓLOGO de PEPE RODRÍGUEZ

 

MODUS OPERANDIS

 

EL POR QUÉ DE ESTE LIBRO: Luces y sombras de la Iglesia Católica

 

PRIMERA PARTE

 

LOS CONCILIOS: “Infalibilidad y vergüenza.

 

SIMONÍA A GOGÓ: El caso León X

 

¿EXISTEN EVIDENCIAS HISTÓRICAS DE JESUCRISTO?

 

¡ AL INFIERNO CON LOS BEBÉS!

 

LAS SS HUBIERAN SENTIDO ENVIDIA.

 

CON DINERO Y PODER SE VIVE MEJOR, SÍ SEÑOR

 

EL NEGOCIO DE LAS RELIQUIAS

 

TODOS ESPAÑOLES, TODOS SANTOS, PERO CON… ALGUNAS DIFERENCIAS:

Trece años y santo: Santo Domingo de Guzmán

27 años y a los altares: José María Escrivá de Balaguer

Nada más y nada menos que… 207 años, y aún gracias. San Josep Oriol

 

INSULTOS A LA INTELIGENCIA: Algunas “santas aberraciones”:

Vacuna atea

La Iglesia contra los avances médicos

 

LA “PELA ES LA PELA”: ¡VIVA LOS NEGOCIOS!

 

CUANDO MÁS IGNORANTES, MÁS SUMISOS

 

¡QUE SE NOS ESCAPA EL REBAÑO!: Condena a un Primer Congreso Internacional de Filosofía.

 

FUSILANDO QUE ES GERUNDIO

¿SABÍA USTED QUE…?

 

EL CUERPO INCORRUPTO DE JUAN XXIII: Cuando la Ciencia vence a la fe.

 

MIGUEL ANGEL, PERSEGUIDO Y MALTRATADO POR LA IGLESIA.

 

SEGUNDA PARTE

 

¿SABÍA USTED QUÉ?: Aspectos negativos, desconocidos y curiosos de la Iglesia Católica.

 

EPÍLOGO

 

Nota de última hora: La Iglesia arremete contra el matrimonio gay.

 

BIBLIOGRAFIA COMENTADA.

 

ÍNDICE.

 

www.miguelaracil.com

 

 

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El autor

Periodista y escritor, mis pasos me han llevado a moverme por el mundo del misterio y de todo lo que tiene dos explicaciones: la ortodoxa y la heterodoxa