Ayer, por casualidad, me enteré que un antiguo compañero mío, de los tiempos en que ambos trabajábamos en una puta gestoría ( más tarde supe que se habían quedado nuestras cotizaciones a la Seguridad Social) de la Vía layetana, propiedad de un político catalán, radical y más malo que el Diablo (aunque no exista) para así podernos pagar el bachiller superior y lo que viniera, era actualmente un envidiable médico radiólogo, que, incluso fue profesor en una facultad de medicina de mi tierra
Pensé que, si ya por aquellos tiempos, casi un año y medio juntos, en los que él quería ser médico y yo militar de carrera (me quedé en periodista y escritor, que, antes era un lujo y actualmente un purgatorio, y más en mi tierra) ya era más antipático que un forúnculo, actualmente podía ser tremendo ser paciente de él y preguntarle algo en confianza.
Ayer, por curiosidad lo busqué en el Facebook, y lo vi allí, más engreído que Artur Más cuando ganaba unas elecciones (que creo pocas va a ganar ya) y pensé que, un buen médico, además si es amable, siempre ayuda a sus pacientes.
Como en mi casa suenan ya trompetas de quirófano (a la espera estamos que suene el teléfono y nos toque un buen médico y, si puede ser amable, y, por qué no decirlo, mejor si es del país, después de la última experiencia “porteña”) hemos hablado mi esposa y yo de algunos de los médicos que hemos ido conociendo en nuestra vida.
Los médico, al igual que los periodistas, los mecánicos, los basureros, los militares, los abogados, las putas, los albañiles y cualquier otra profesión, dan cancha a gente muy amable y que inspira confianza; y a otros “colegas” que, con sólo escucharlos o verlos ya crean “malas vibraciones”
Ayer por la noche repasaba mentalmente el “perfil” de algunos de estos licenciados en medicina y cirugía que he conocido en mis sesenta años.
Recordé al doctor M…un buen traumatólogo y que, ha “llevado” a mi esposa, y también a quien esto escribe durante años.
Amable al máximo, y, parlanchín hasta el exceso, podías ir al quirófano con él (mi esposa un par de veces) con la seguridad de no aburrirte y de un trato paternal. Lo malo era su afición a no callar. Recuerdo una ocasión en que, por culpa de una tendinitis cálcica me tuvo que administrar unas infiltraciones.
La primera, siempre dolorosas en sus manos, tuvo una curiosa anécdota.
Tras pincharme se puso a explicarme sus experiencias aventureras por Canadá, junto a otros dos médicos de la misma (y cada vez peor) mutua privada en que mi familia y yo nos movíamos.
Sabiendo de mi afición por el “survival” y el “buscrafth” me contaba con pelos y señales sus aventuras y sus “vivacs” por aquellas preciosas tierras.
Cuando ya llevaba un ratito contándome sus aventuras no tuve más opción que decirle “ M…por favor, si no le importa ¿ me puede sacar la aguja del hombro? Sí, no es broma, aquel buen traumatólogo, cascando cascando se había olvidado de sacarme la larga ( y dolorosa) aguja. Las otras dos infiltraciones me las hizo otro “trauma” menos locuaz, aunque más antipático.
Recuerdo con cariño al parlanchín trauma, ya mayor y algo “ chocho” según me indican.
Recuerdo al doctor F…uno de los peores médicos que he conocido. Era nuestro “ médico de cabecera” en la Inseguridad Social.
Odontólogo, guapo, elegante, amanerado, y de gustos refinados, cuando te cogía confianza no tenía problemas en reconocer que ( prometo que no es broma) “ sus pacientes le importaban un carajo, pues cobraba poco”.
Alguien tuvo que “largar” aquellas expresiones, ya que, hace año y medio, y tras varios años en su pusto, lo echaron, literalmente, de la Inseguridad Social.
Sé que actualmente tiene una consulta de dentista en la parte alta; que se pasea con su carísimo descapotable “dos plazas” y que, recibe en su consultorio a gente de mucha pasta. Siempre con su flamante bata blanca…llena de plumas…
Recuerdo al director médico de la mutua donde estábamos toda la familia: Con apellido de virrey, no salimos a hostias un par de veces por pelos. Me cansé de llamarle “ corporativista”, pues jamás he visto tanto corporativismo en un médico…Y he visto bastante.
No olvido al doctor S…que, cuando mi médico de cabecera privado, el siempre amable doctor B…no estaba, pues se tomaba un par de meses de ¿vacaciones? me atendía él. Creo recordar que era de Valladolid o de Burgos, y, estoy seguro que, aquel galeno se hubiera encontrado mucho mejor pasando consulta en el Valle de los Caídos o en el Vaticano…Pero no el del papa Francisco, no, en los anteriores, mejor en los de los papas medievales.
Recuerdo que, tras hacer un diagnóstico, que servía para confirmar lo que no era ( no era Ramón y Cajal que digamos), siempre me decía “ señor Gómez( mi primer apellido, aunque no lo utilizo”) la culpa de todo lo que sucede la tienen “esos de izquierdas y los separatistas”…Jamás pude comprender qué relación tenían una sinusitis o mis hernias discales con las izquierdas o los “ çeballots” ( independentistas).
No puedo olvidar aquel cabrón, venido de muy lejos; de hecho de otro continente; que, un día 14 de agosto me tocó la columna vertebral en un quirófano, ante sus “jefas” ( monjas) mientras gritaba cómo un vándalo, y, su mala praxis me dejó con una neuropatía periférica de por vida, y, unas dosis diarias de gamapentina que no podré dejar mientras viva
Alguno se preguntará por qué no lo denuncié..Pues en eso estuvimos. Pero el corporativismo médico de algunos de sus superiores y de las monjas pudo más que la verdad. Y, tampoco tenía ni tengo dinero cómo para contratar al mejor abogado de España…
Dos meses antes de casarnos mi novia ( más tarde esposa) y yo fuimos a un consultorio ginecológico, situado muy cerca de El Corte Inglés de Portal del Ángel para que, dos ginecólogas, hermanas y con el mismo apellido que mi blog ( que también quiere decir “ cabaña de pastor” en catalán), le dieran algún tipo de anticonceptivos.
Recuerdo que, al entrar en la decimonónica consulta, toda ella de maderas nobles y con muchas pinturas sacras, religiosas y oscuras, pude observar que, la inmensa sala de espera estaba presidida por un gran retrato, muy oscuro, de un coronel, con boina roja, sable y uniforme carlista del siglo XIX ( nada que ver con los posteriores requetés).
Pensé ¿dónde nos hemos metido?
Esperaba que, en cualquier momento sonara el precioso (al menos a mí me gusta) “Oriamendi”. Y que, aparecieran los espectros del general Cabrera, Zumalacárregui o Miguel Gómez Damas (que según creo, o era tradición en mi parentela, fue antepasado mío, por línea paterna) para ponernos firmes a mi novia y a mí.
Pero no, los castrenses y tradicionalistas generales no aparecieron, pero sí las dos hermanas, que parecían haberse escapado de un museo de egiptología (por la edad y los mal conservadas).
Como buenas católicas practicantes ( nos lo dijeron al poco de sentarnos) lo primero que hicieron fue cobrar…Y, seguidamente ponerse más coloradas que la boina del abuelo del retrato, y decirnos que “ ellas no recetaban esas píldoras” ,”que había otros sistemas para no quedarse embarazadas”.
Fueron las tres mil pesetas (de eso hace 35 años) peor gastadas de mi vida. Nos marchamos, eso sí, se quedaron con las ganas de hacerme gritar ¡¡Visca Cristo Rei!! ( Viva Cristo Rey).
Para médico divertido el que ha sido o fue durante años el neurólogo de mi esposa. Lo llamaremos “Dr. Marqués de Sade”.
De gran parecido físico y fónico con el actor Antonio Ozores, disfrutaba cómo un niño con sus electromiogramas, y pinchando a tope. A mi esposa, por ella íbamos en un principio, no lo soportaba, pero yo, me llevaba muy bien con él. Tal vez por coincidir en la “cuerda” política ( y conste que es ampurdanés) o por ser muy cínico y tener un humor “curioso” y maquiavélico ( rozando en ocasiones la mala leche) o por tener un hijo periodista y que lo estaba pasando muy putas en su subvencionado ( como casi todos en Cataluña) periódico.
Todavía me lo encuentro por el Cap de Creus con su crematística esposa y enfermera, y nos saludamos…aunque no nos dejamos pinchar. Que fuera de la consulta él no lleva agujas pero yo sí llevo “faca”.
Recuerdo a cierta “vaca sagrada” de la tocoginecología. Todas las féminas de la familia Aracil (dos generaciones como mínimo) fueron pacientes suyas y, TODAS, sin excepción de edad, acababan pasando por el quirófano y sus manos.
Alguna vez que acompañé a mi difunta madre a su consulta de la calle Calvet (parte alta y rica de Barcelona) miraba las decenas de cuadros, algunos de gran calidad, que formaban su inmensa colección particular y me decía “seguro que muchos se los han pagado las mamas y ovarios de las féminas de la familia Aracil”. Incluso bar tenía en su gran consulta (bebidas caras y de pago, claro está, que el señor doctor estimaba mucho la pela).
La última vez que nos vimos (operación quirúrgica de mi madre), llevábamos en brazos a mi hija, poco más que un bebé, y, recuerdo que dijo” hombre, otra Aracil” y otra paciente en el futuro”. No dije nada, pero pensé que, ¡¡¡UNA MIERDA!!! se iba a comprar más cuadros a costa de mi familia más cercana (madre, esposa e hija, las otras Aracil poco me importaban)
Iré terminando con dos de los que guardo mejor recuerdo.
De uno sólo sé que era colombiano y, al parecer había sido médico militar.
Tras un accidente, en que dejé colgando un buen trozo de mi pinrel, pasé por sus manos en el Hospital de Figueres (Girona)
Tras hacerme las primera curas pasó a coserme, con no excesiva anestesia local. Primero el pie por dentro, creo que cinco o seis puntos, y, una vez arreglado el “interior”, por fuera, unos once puntos. Como aquello no daba mucho gusto que digamos, me iba contando sus aventuras colombianas, de cuando cosía “tajos” de 30 y 40 centímetros, que, recibían sus soldados por causa de machetazos que recibían en algún cuerpo a cuerpo con las FAR ( sí, los guerrilleros comunistas que, además hacen negocio con “ mierda” para salir “palante”). Reímos y nos contábamos nuestras aventuras
Aquello duró más de hora y media. Pero reímos cómo salvajes…
Es lo que tiene que te trate un médico amable y no uno que sea algo borde y distante.
Por cierto, esa herida me la hice ( por simple casualidad, quede claro) realizando un reportaje para la revista “Más Allá” del Grupo M.C. Ediciones, y, no lo cobré, al igual que otros varios, debido al ERE de dicho grupo editorial.
Cada vez que me veo la cicatriz me acuerdo de la familia de algunos…
Finalizaré con el médico más bueno y noble que he conocido. El doctor Ramirez
Montó su consulta en la calle Creu dels Molers del Poble Sec de Barcelona. En aquellos tiempos, en pleno franquismo se llamaba, por decretazo “ Cruz de los Canteros” ya que, el catalán era mal visto
Curiosamente ahora pasa al revés…Y es que, los “extremos se tocan”.
Mi antiguo barrio, donde ya nacieron sobre 1875 mis bisabuelos maternos (la línea más catalana de mi familia) era un barrio de trabajadores ( la palabra “obrero” no me gusta por sus connotaciones políticas).
El doctor Ramírez (su verdadero apellido) empezó por cobrar poco, y, seguidamente pasó a trabajar gratis para muchas familias sin recursos del barrio…Algunos le hacían un regalo para Navidad, y todos le saludaban con cariño.
El hombre llevaba una camisa con los puños raídos, y los zapatos gastados.
Aquel hombre era realmente un santo (y no se esos de altar). Vivía para la medicina y, para ayudar a sus pacientes.
Como el ser humano es MALO en muchas ocasiones, se empezaron a correr infamias sobre él (aquel barrio era cómo un pueblo en aquellos tiempos) y, ese GRAN MÉDICO y MEJOR PERSONA se marchó a otro lugar. Lo recuerdo a él y a su perro, “Chiri”, que lo tenía en la consulta ( y me parece perfecto)
Es lo que sucede en muchas ocasiones al ser realmente BUENA PERSONA.
No voy a “diquelar” más. Sólo sirva este rápido repaso, para recordar a ciertos profesionales que he conocido en mis sesenta años de vida y que, demuestran que, los médicos cómo en cualquier profesión, hay de todo. Buenos, malos y regulares (cómo en Ceuta y Melilla