Hoy he visto niños jugando en la calle y he sentido miedo por el futuro

Pocas cosas son más hermosas para mí, dejando de lado mi amor por los animales y la Naturaleza, que ver a los niños ( y niñas, no sea que los de la » Cofradía» me echen peor fama de la que ya tengo…) jugando.

De niño recuerdo con cariño las guerras de «romanos», «indios y americanos» o, de » moros y cristianos» ( en la actualidad tal vez estas últimas fueran prohibida por las autoridades municipales que, por desgracia, al menos para mí, tenemos en mi estimada y cada vez más dejada y castigada Ciudad Condal)

Niños corriendo espada de madera o, si había suerte y dinero paternal de plástico en mano, y, librando pueriles pero aguerridas batallas, mientras las niñas jugaban con sus muñecas o a saltar la cuerda.

Qué recuerdos de aquel Poble Sec de las décadas de 1950-1960.. Los » mayores», entre ellos supongo que mi exvecino de barrio Joan Manuel Serrat sin duda habían jugado a lo mismo pocos años antes.

Ya cursando el bachiller superior, y con la idea de ingresar en la Escuela Militar, pues todavía no había pasado por mi mente aquello de dedicarme al maltratado mundo del periodismo, y, mucho menos a escribir libros, cómo sería mi destino final, para poder seguir estudiando tuve que ponerme a trabajar y empecé el curro en una agencia de aduanas que pertenecía al drogadicto hijo de un conocido general de división y político franquista y a su mujer, una canallesca alemana de ojos azules y soberbia heredada y étnica.

Allí , en aquella agencia de aduanas,  menos cuatro chavales españoles, catalanes en concreto, todo el personal era alemán. Y, en ocasiones se pasaban por las oficinas el padre de la jefa y su hermano, dos verdaderos hijoputas y excoroneles de las SS que sentían verdadero asco por los españoles. y doy  fe de lo que digo.

Quizá yo era el que menos asco les daba de los cuatro. Quizá por ser muy rubio y con ojos azules, prototipo del puto nazismo, y más sabiendo de mis ideas militaristas a nivel profesional.

La » segunda de abordo» en aquella agencia de aduanas, de nombre Mónica, prototipo de la que muchos tedescos creían que debía ser la mujer » aria» era una de las mujeres más preciosas que he visto en mi vida. Y he visto MUCHAS

Rubia cómo el oro y con unos ojos mil veces más azules que los míos, era, tal vez, pese a no tener todavía los treinta años, la que más despreciaba, por no decir odiaba, a los españoles. Y, en su hilarante castellano me decía en ocasiones: » Que vosotros españoles ser del Tercer Mundo demostrar por que niños jugar en la calle»

Yo me ciscaba interiormente, pues me jugaba el puesto y el seguir estudiando, y esperaba el día que me pudiera marchar para soltarle una descarga de artillería dialéctica, que de borde lo he sido siempre y, de poner la otra mejilla jamás.

Pasaron los años, y todo cambió.

Hubo mucha «mili» ( y lo que fuera…) y, ya con los uniformes ( uso el plural y aquí se queda) colgados u olvidados, y, ya metidos en el doble papel del periodismo y llevar una familia, mi mentalidad cambió.

De hecho todo había cambiado.

Ya cabeza de familia y, por suerte habiendo cambiado de barrio, aunque en » mi» Poble Sec ( ahora irreconocible) habían nacido incluso mis bisabuelos ( década de 1870),  convertido en » vecino» de la Esquerra del Eixampla, y con un futuro por entonces ( la prensa escrita todavía no había entrado en coma irreversible cómo se halla en la actualidad) prometedor cómo director de un par de publicaciones mensuales y con varios libros publicados, empecé a pensar cómo la germámica y tremendamente atractiva Mónica ( ¡pero qué buena estaba la guiri!  la mare que la va parí) y en sus ideas sobre niños jugando en las calles de una ciudad ( no hablo de pueblos)

El trabajo, los reportajes, me llevaron, por suerte, a recorrer bastantes países del Tercer Mundo, tanto de Hispanoamérica, cómo de África, Asia y Europa del Este y pude comprobar que, los países más atrasados mantenían una mayor presencia de niños y niñas en las calles.

A mis sesenta y dos años, tengo las ideas muy claras ( creo) y, aunque tal vez estoy equivocado, veo a cierta juventud, al menos una parte, y unos chavales ( y chavalas, no sea que se cabree la tal Montera que corre por ahí soltando lindezas a cada cuál más» insuperable») que , en algunos aspectos lleva un camino que no me acaba de gustar.

Pero lo que he visto esta tarde, saliendo de la Biblioteca Central de Catalunya, concretamente en la cercana calle de » Els Ángels» me ha llevado a pensar que, el futuro, aunque a mi me quede poco con la vida asilvestrada que llevo a mi edad con buceos de riesgo, practicando el » survival» y el buscrafh y pasándome los consejos de los médicos por el forro, es más que negro..

No bromeo, pues me parecería de muy mal gusto. Cuando me dirigía hacia mi despacho he podido observar como, un grupito de unos diez niños de unos doce o catorce años jugaban, ni más ni menos que ¡A CORTAR EL TRÁFICO!

Se ponían en un cruce de calles y, cómo si estuvieran en una » mani» no dejaban pasar a los automóviles, entre risas y algún grito vete tú a saber de qué.

Por tres veces han cortado el tráfico.

En una de las ocasiones, entre bocinazos y quejas de los conductores, un taxista malcarado o cabreado y con razón les ha gritado algo que, si alguno de la «Cofradía» lo escucha y graba quizá le hubiera costado caro al conductor profesional, ya que, quemar banderas o la foto del Rey es » Libertad de expresión» pero, decirle algo a alguien, aunque salta a la vista que lo es, es políticamente incorrecto y, además, supongo que delito.

No he dicho nada, faltaría más,  y además iba a piey he seguido camino de mi casa, pensando que, era más infantil y bonito jugar a espadas o a indios y americanos que a » pequeños revolucionarios» que, lo único que hacen es tocar las narices, por no decir pelotas, a los demás

Cierro este artículo metiéndome la lengua o  los dedos en este caso, dónde me quepa para no decir  o escribir de dónde eran , se veía claramente, aquellos niños. Aunque, poco importa su origen, ya que, para muchos niños y niñas ( tranquila, Montero, o Montera, que soy igualitario y paritario, que no paridero) los ejemplos que pueden ver casi cada día tampoco ayudan mucho a que cunda entre los chavales ( y chavalas, Montero) un ejemplo bastante más positivo y que, además, alegre la visión que tengo del futuro.

Corto y cierro, con la licencia literaria y onírica de recordar a  la tedesca Mónica, sus ojos azules, su pelo color del oro y ciertas cosas que,  según parece, para algún político «indepe» son muy importante para ocupar ciertos cargos políticos, aunque sea bromeando.

Carpe Diem

El autor

Periodista y escritor, mis pasos me han llevado a moverme por el mundo del misterio y de todo lo que tiene dos explicaciones: la ortodoxa y la heterodoxa