Aquellos regalos que te hacen los amigos pero que, » no te acaban de gustar»

El regalo desinteresado de un amigo ( quien los tenga) siempre es algo positivo y de agradecer.

Otra cosa es cuando un amigo, o, incluso tu novia, te hace uno para tocarte los bemoles.

Recuerdo una novia que, el día de Sant Jordi de 1973 me regaló «Historia de la República española» sabiendo que , soy monárquico desde chaval. Nuestra relación, seria y con futuro, acabó mal. Tres semanas más tarde se iba todo a Sodoma.

De todos modos ambos vestíamos uniformes distintos y enfrentados y, nuestra relación nació de una batalla campal entre scouts de España, de los que yo era el jefe, y scouts de Catalunya, de los que ella era una » cap» (jefa). Pintaba todo mal ya desde el principio.

Yo he recibido bastantes regalos en mi vida profesional. Principalmente cuando he ocupado un puesto de importancia en algún medio de comunicación. Haya sido de director, coordinador o asesor. Curiosamente, cuando dejaba dicho puesto los regalos de aquellos «amigos» dejaban de llegar.

Ya he contado varias veces ( quizá por que me hizo mucho daño) que, siendo director periodístico de las revistas del grupo Editorial Protusa, casi cinco años, los regalos, principalmente en navidades, eran apabullantes…¡¡¡aquellos amigos me estimaban cómo locos!!!

Dejé el cargo, pasé casi diez meses semiencerrado ( y sin poder trabajar) en un hospital intentando que un cuerpo semivegetativo y todavía joven volviera a ser quién era y se recobrara de un derrame cerebral y, jamás volví a recibir regalos, tan siquiera una llamada de teléfono animándome en esos momentos…Eso marcó mucho mi vida social futura.

Pero dejando de lado a esos » amigos» ¿? de los que me aparto tanto como puedo, aunque en ocasiones todavía comparta unas birras o , en algún caso algún papeo,hay otros regalos que, hechos de todo corazón, tienes que aceptar ya que, quien te lo hace pone en ellos todo su cariño y agradecimiento.

Ayer recibimos uno de ellos, en plena noche, mientras mi esposa y yo cenábamos.

Llevamos casi tres décadas dando de comer a grupos de gatos asilvestrados que corren por el Cap de Creus.

Desgraciadamente en los últimos meses faltan casi la mitad ¿ veneno en la comida por parte de algún-alguna hijoputa?.

Mejor no saberlo ya que, entonces mis amigos, en caso de tenerlos, me tendrían que llevar libros, pues como no fumo tabaco no quiero, a La Modelo.

Sólo aparcar, los gatos acuden a nosotros, nos hacen mil caricias o LAS PIDEN, y, seguidamente comen lo que les llevamos.

Pero, como los gatos, al igual que los perros, y otros animales son agradecidos ¡¡¡qué diferencia con mucho colega de profesión o vida social!!! se creen en la obligación de traernos » sus» regalos.

Siempre lo hacen de noche, mientras cenamos. Y vete tú a saber de dónde vienen de buscarlo.

Lógicamente los pobres mininos no conocen mis gustos y, ninguno viene y me regala un cuchillo Radlall, Aurora o Rat, una «mimeta», un AK-47, o un manual de Ray Mears. Ni le traen a mi esposa una caja de bombones o unos zapatos.

Ellos traen lo que más «bonito» y práctico les parece.

Así, una vez vienen con un pobre pájaro que han cazado esa tarde. Otras muchas veces con pequeños ratones o topos, cosa que a mi esposa no le hace demasiada gracia… O se pone histérica si es un ratón (y eso que está hecha una «Rambo»)

Pero ayer, finalizando el último plato de la cena, y con un calor sahariano,se presentaron dos representantes de la felina pandilla,»Payasín» y «Grissi» ( esta última es la líder del grupo pandillero) y, tras soltar varios maullidos de saludo, nos entregaron a un pobre y enorme reptil, de los llamados » dragones de pared» en » dos entregas».

En una entrega iba el cuerpo, vivo todavía, que llevaba » Grissi» y, la otra » entrega» consistía en la cola, que, todavía se movía como si de una serpiente se tratara.

Me levanté y, tras acariciar a ambos intenté salvar lo que quedaba del pobre reptil; pero, Grissi se enfadó¡¡¡qué desconsiderado!! debió pensar. Me lo dejó en los pies, ante la cara un tanto mosqueada de mi mujer.

Aceptamos tan » agradable» pero sin duda desinteresado regalo y, una vez marcharon ambos mininos cogí los restos del pobre reptil y se lo lancé al comedor de un vecino que me cae muy mal y, le dan miedo los » bichos».

Sin duda aquellos «mininos» que alimentamos en el Cap de Creus nos traen lo que mejor pueden regalar. Y yo, palabra de honor, se lo agradezco de corazón ( pues alma no tengo), aunque me sabe mal que maten a otros animales ( yo también » asesino» cada semana pulpos y sepias).

Ellos son sinceros.

Sólo espero dos cosas.

Que un día de estos no le traigan a mi esposa de regalo una culebra, que las hay y grandotas.

Y , la otra, no volver a ser jamás director de un medio, ya que, me jugaría lo que me cuelga, que, muchos de aquellos » amigos» ¿?¿? que ya ni me hablan, u otros que he conocido desde aquellos tiempos, sea por facebook o por twiter, se volverían locos por regalarme » algo», no por interés, sino por » que me querrían mucho, pero mucho, mucho…»

Por el interés te quiero, Andrés…

El autor

Periodista y escritor, mis pasos me han llevado a moverme por el mundo del misterio y de todo lo que tiene dos explicaciones: la ortodoxa y la heterodoxa