Venecia, capital vampírica de Europa.
Es comúnmente aceptado por todos que la capital cultural de Europa es París, la política Bruselas, y posiblemente la económica Frankfurt. Pero lo que la mayoría de la gente desconoce es que el Viejo Continente tiene otra capital: la vampírica.
Muchos especialistas en el vampirismo reconocen que si una ciudad de Europa merece por méritos propios y desde hace muchísimos siglos el “honor” de ser considerada como la capital del vampirismo en todos sus aspectos, ésa población es Venecia, la preciosa, turística y romántica Ciudad de los Canales.
Sus recoletos puentes, palacios milenarios, barrios lacustres, pequeñas lagunas interiores y demás superficie que es recorrida por cientos de pequeños y grandes canales es, desde la más remota antigüedad, un lugar de cultos que formar parte con todo merecimiento, de la Magia Póstuma, del Vampirismo en estado puro.
Hace décadas dos escritores especialistas en el tema del vampirismo ya dedicaron sendos trabajos y estudios a la pervivencia del vampirismo en Venecia.
Uno fue el siempre polémico escritor e investigador francés Jean Paule Bourré; el otro, Miguel Monti quien dijo en referencia a dicha ciudad y su fama relacionada con la Magia Póstuma “Venecia me fascina, tiene magia, tiene algo de maravilloso y tenebroso a la vez, en ocasiones, absorbida por la niebla, me da incluso miedo, un miedo casi sensual y que sobrepasa a la muerte”.
Todo empezó hace mucho tiempo: el Dragón Sediento de Sangre.
Aunque nos situemos en tiempos protohistóricos, y los datos que tenemos son muy escasos, podemos pensar que los primeros devaneos entre lo que actualmente conocemos como Venecia y el vampirismo se remontan a una época tan remota como la de la llegada a la zona de los vénetos, el pueblo que dio nombre a la región y seguidamente a la hermosa ciudad.
Oficialmente la ciudad fue fundada en el siglo V de nuestra era por los ciudadanos romanos que huían de los constantes ataques de los bárbaros, pero se da por seguro que ya en el siglo VIII antes de Cristo allí habitaron tribus, los protovenetos, que tenían como una de sus máximas divinidades, sino la más importante, a un sanguinario “Dragón de la Laguna”. Una criatura diabólica, cruel y asesina a la que se rendía un culto de sangre y muerte y a la que se ofrecían regularmente sacrificios humanos para apaciguarlo en sus crueles exigencias.
Este culto no desaparecería con la llegada de los más civilizados romanos, ni mucho menos. Incluso a partir de los primeros siglos de la Alta Edad Media, cuando empiezan a ser habitadas y habilitadas como ciudad una buena parte de las 118 islas que componen la ciudad, aquella localidad lacustre, unida entre sí por rústicos puentes (actualmente existen sobre 455) observa cómo el culto al Gran Dragón de la Laguna se acentúa cada vez más.
Las nieblas que desprenden los insalubres pantanos, el clima propia de la Gran Laguna, lo inhóspito de muchas de sus islas, algunas todavía hoy con fama de estar malditas, y su aislamiento natural convierten la lacustre ciudad en el lugar idóneo para que busquen en ella refugio los seguidores de la más oculta (y peligrosa) de las artes mágicas: la Magia Póstuma, que confiere el poder de vencer a la muerte y ser inmortales.
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Aparece Abramelín el Mago.
Aunque de los primeros siglos de la Edad Media sólo sabemos que en Venecia se practicaron diferentes ritos, principalmente sacrificios relacionados con la Magia Póstuma y el vampirismo de los que apenas quedan algunas crónicas en sus archivos ducales, la ciudad recibe el espaldarazo que la consigna como capital vampírica del mundo medieval gracia a un misterioso y tenebroso personaje del que se ha escrito bastante aunque realmente muy poco se conoce sobre su vida real. Tan siquiera su verdadera fecha de nacimiento.
Se trata de Abramelín el Mago del que algunos ocultistas aseguran que era de origen egipcio, aunque judío.
Este practicante de la magia en todas sus facetas llegó a la ciudad muy posiblemente atraído por su importantísimo barrio judío, fundado en el siglo XI, y conocido como ghetto. Palabra que poco más tarde se extendería y daría nombre a los barrios judíos en muchos lugares del planeta.
Llegó posiblemente buscando no sólo a los grandes maestros cabalistas que habitaban (todavía los hay en la actualidad) Venecia, si no a los iniciados en el Culto al Gran Dragón de la Laguna.
Abramelín llegó a la ciudad de los canales en algún momento impreciso de principio del siglo XV.
Puesto en contacto con grupos y sociedades secretas que practicaban los sacrificios humanos, en muchos casos dedicados al sanguinario dios vampiro y de la muerte Zamoxis, adorado hacía siglos por los antiguos dacios y otros pueblos de los Cárpatos y Centro Europa, el judío Abramelín fue recogiendo todos sus mágicos conocimientos en algunos libros, y, reclutando un grupo de seguidores a quienes enseñar sus conocimientos ocultos.
Según Jean Paul Bourré, en la Ciudad de los Canales este mago e iniciado practicó su ciencia de los muertos de una forma terrible y obsesiva. Incluso asegura en uno de sus trabajos que algunos jóvenes, más decididos que los otros, se reunieron alrededor del mago, y empezaron a forjar lo que sería a partir de entonces la Gran Cadena Vampírica que se extendería poco después por toda Europa. Principalmente por los países del centro y este del continente.
Uno de sus más destacados discípulos, del que desconocemos actualmente su verdadero nombre, marchó a predicar y enseñar sus conocimientos de la Magia Póstuma a tierras lejanas, dejando antes un buen número de adeptos por el norte de Italia y algunas zonas germanas.
Este individuo se aposentó en Hungría, donde al parecer se hizo consejero, o por lo menos entabló gran amistad con el rey Segismundo (1397-1437), al que inició en las prácticas aprendidas directamente de Abramelín.
Consciente de la existencia de otra realidad muy distinta a la católica y oficial que hasta entonces conocía, el monarca Segismundo, emperador de Hungría, se volvió discípulo apasionado de la “magia póstuma”.
Debido a ello, fundó la Orden del Dragón Invertido (recordemos a la terrible divinidad de Venecia ya desde tiempos remotos), una secta u orden iniciática, cuya importancia se comprende cuando se conoce el significado oculto del dragón, pues dentro de la magia total, este ser, es el guardián de la sangre eterna.
Esta Orden del Dragón Invertido nada tenía que ver con la “oficial”, ortodoxa y también coetánea del mismo monarca y conocida cómo Orden del Dragón (y de la Cruz), fundada a principios del siglo XV (1408). A esta última orden perteneció el famoso Vlad Tepes, “Drácula”.
Llegados a este punto podemos asegurar que el comienzo de la Edad de Oro del vampirismo en Europa, con el nacimiento de diversas sociedades secretas en los distintos reinos europeos, se debió al proselitismo que tanto Abramelín el Mago como algunos de sus discípulos empezaron a llevar a cabo tras su iniciación en la Ciudad de los Canales, cuna del Gran Dragón de la Laguna, la terrible divinidad sedienta siempre de sangre que se supone habitaba en aquellas aguas.
Venecia ciudad de sangre, muerte y maldiciones.
Sus famosas escuelas kabalísticas por un lado, la estancia del misterioso Abramelín por otra, y las escuelas ocultistas y mágicas que surgen por toda la ciudad la convierten a partir del siglo XV en lugar de peregrinación para gente que busca en aquellas islas impregnadas por la niebla los distintos secretos que conforman la Magia Póstuma.
En algunos de sus islotes se empiezan acumular los grimorios de magia negra y póstuma más buscados de toda Europa. Sin ir más lejos, el mago, místico y también monje Manug di Pietro, más conocido como “El Consolador”, de origen armenio pero que tras huir de su tierra natal a finales del siglo XVII había vivido varios años en Transilvania y Valaquia, decidió instalarse en las islas de la laguna, concretamente en la de San Lázaro (antiguo lazareto desde el siglo XII), donde fundo una escuela “filosófica” que se haría famosa por, según se decía, contener la mayor biblioteca europea de grimorios de magia negra. Muchos de ellos, según la vox pópulis encuadernados con piel humana.
Lo que es cierto es que en dicha isla se encuentra todavía hoy una misteriosa momia egipcia. Esta ínsula fue durante un tiempo lugar de inspiración para Lord Byron a la que llegaba en barca por las noches.
Algunos autores aseguran, y al parecer con razón, que todavía hoy se conservan varios grimorios en el antiguo monasterio que hay en las cercanías.
Es a finales del siglo XVI y principios del XVII, con la llegada de muchísimos refugiados que huían de los ataques turcos, que los cultos vampíricos se hacen constantes en la Ciudad de los Canales y no era raro ver cadáveres desangrados flotando por el Gran Canal.
Algunos edificios, generalmente palacios medievales o renacentistas, se convierten en lugares de verdadero espanto para los venecianos. La muerte, los rituales, la búsqueda de verdades ocultas tras la vida, y el interés por la magia póstuma parecen dominar incluso la existencia de ciertos palacios o edificios Hasta convertirlos en “lugares del Mal”
Ca Darío, el palacio maldito.
Desde el siglo XV en que se edificó, las extrañas muertes y sucesos sin explicación han sido constantes en este extraño edificio. Cuenta la tradición que cuando se edificó este palacio, actualmente en bastante buen estado, se hizo un sacrificio al diabólico Dragón de la Laguna, al igual que se venía haciendo desde hacía casi dos mil años.
Hay perfectamente documentadas extrañas muertes desde principios del siglo XVI.
El año 1840, Rawdon Brown, extraño personaje asociado a enigmáticos grupos esotéricos sajones seguidores de la supervivencia de los iniciados tras la muerte se suicidó en el Gran Salón después de haberse despedido de sus amigos, y sin que estos supieran que existiera una verdadera razón para este fatal desenlace.
Se dijo que quería alcanzar la “no-muerte” eterna.
La mala fama de Ca Darío se había extendido por toda la Ciudad de los Canales, y casi nadie se atrevía a vivir en la siniestra y enorme edificación, hasta que ya en pleno siglo XX, el conocido poeta Henri de Reignier (1864-1936) considerado como el primer novelista freudiano, compró al parecer por una cantidad no muy abultada, el edificio, para seguir escribiendo en él, pero se vio acosado por extrañas sensaciones y presencias diabólicas, y un lluvioso día de 1936, se suicidó en el gran salón, al igual que anteriormente habían hecho otras tantas personas en los siglos anteriores.
Seguidamente y por no demasiado dinero, compró el edificio el conocido ocultista y homosexual Charles Briggs, de quien se dice que era un entusiasta de la “magia póstuma” o vampírica, y que muy posiblemente pertenecía a la veneciana y oculta Orden Verde de Venecia. Era vox populi que se veía entrar en el palacio a gran número de homosexuales de todas las edades y según filtraciones, en su interior se celebraban verdaderas orgías de sexo, sodomía y sangre. Y cruel y tenebroso testimonio fueron los varios cadáveres que aparecieron flotando en el Gran Canal en las cercanías de Ca Darío. Hemos de mencionar que varios de los cuerpos aparecieron al parecer sin sangre en las venas y con extrañas cicatrices.
El año 1970, el palacio fue adquirido por el músico Kim Lambert, integrante del popular grupo The Who, el cual murió apuñalado en su ya famoso salón noble por al parecer una cuestión de drogas, aunque jamás quedó claro.
Pocos años después, concretamente en 1979, el conde Giordano de la Lance, muy aficionado también a las técnicas esotéricas, murió asesinado en este palacio tras recibir un terrible golpe de candelabro en la cabeza, asestado, presuntamente por uno de los muchos amantes masculinos que el aristócrata homosexual llevaba al palacio para sus intereses esotéricos y sexuales.
Seguidamente un nuevo propietario del que no hemos podido averiguar con seguridad su nombre, habitó el edificio, acompañado de su querida hermana menor. Sin explicación alguna, la inmensa fortuna de aquel hombre desapareció en pocos años, lo que motivó que la hermana cayera en una profunda depresión y se suicidara con barbitúricos. Amargado, apenado por aquella triste muerte y arruinado, se vendió el palacio y desapareció para siempre, sin que desde entonces se sepa nada de él.
En 1993, lo adquirió el conocido magnate italiano Raudo Gardini, uno de los hombres más ricos del Véneto, el cual en un solo año, se arruinó totalmente, lo que no pudo resistir y sencillamente se suicidó. Se dijo que su espectro podía verse caminar por sus pasillos como un no-muerto vuelto a la vida.
Desde entonces lo han querido adquirir varias personas, destacando entre ellas, el famoso y polémico actor norteamericano Woody Allen que estuvo unos días en él, y que según nos comentaron, no pudo resistir la “extraña atmósfera de aquel edificio” y decidió prescindir de comprar o alquilar aquel soberbio y centenario palacio.
Aquella zona del Canal, es todavía evitada por algunos gondoleros en las noches de espesa niebla.
Este palacio maldito sería sólo un ejemplo de ese carácter de magia maldita y póstuma, siempre relacionada con la muerte, que parece estar presente en la Ciudad de los Canales desde sus principios.
Otro edificio donde se creía que habitó un “no-muerto” que había pactado con el Diablo fue el de Palazzo del Angelo, en el Barrio de San Marcos, al cual fue mandado un sacerdote exorcista de nombre Matteo da Basccio para acabar con el diabólico ser.
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Vampirismo hoy.
De forma más hermética pero no por ella invisible, los grupos, las sectas, las sociedades secretas vampíricas que siguen teniendo como capital a Venecia, continúan sus prácticas póstumas.
Así, en los tres últimos viajes a dicha ciudad hemos tenido información sobre rituales que todavía hoy se siguen practicando en la isla cementerio de Sant Michelle, concretamente en las cercanías de la tumba de Igor Stravinki.
Aunque las autoridades tienden a negar esta cuestión, muy posiblemente por razones económicas relacionadas con el turismo, principal fuente de ingreso de la lacustre ciudad, son muchos los venecianos que asumen que en algunas de aquellas islas de la laguna, como la anteriormente citada de Sant Michelle, se siguen practicando terribles rituales que pueden ser peligrosos para quien sea testigo de ellos.
Según Guido Spadaforta persona que estudió y se interesó por el tema, todavía en la actualidad, por los alrededores del Campo de Santa Margarita, miembros de la Orden Verde veneciana, se reúnen con cierta regularidad para celebrar sus rituales vampíricos, y no es raro que desaparezca alguien que después aparece flotando el algún perdido canal de la ciudad.
Cuando casi once millones de turistas visitan cada año la ciudad más turística del mundo es difícil de imaginar que, desde hace más de dos milenios, aquella bella población que desprende romanticismo por todos sus canales y puentes, pudiera ser, y todavía muy posiblemente sea, el lugar del mundo donde más personas han buscado iniciarse en la más oculta de todas las magias: La Magia Póstuma.
La que según muchos creen puede conseguir que alguien pueda vencer a la muerte y convertirse para siempre en un no-muerto; en una VAMPIRO.
Recuadro.
La fama de las escuelas esotéricas de Venecia y las iniciaciones en la Magia Póstuma, a la que muchos alquimistas no eran reacios aunque no lo reconocieran abiertamente, hizo que gran parte de los más conocidos alquimistas y ocultistas buscaran la iniciación en la ciudad de los Canales.Cagliostro, Trevisano, Berigardo, Luchetti, Giordano Bruno, Saint Germani, Casanovas, entre otros, intentaron buscar una alquimia, quizá de la sangre, entre los muchos secretos que guardaba y guarda la ciudad.
Recuadro
Una ciudad como Venecia tiene muchas leyendas: unas románticas, y otras más macabras. Entre estas últimas existe una que nos habla de una misteriosa y lúgubre góndola que guiada por el mismísimo diablo pasea en ocasiones a siete brujas que han vuelto a la vida tras ser quemadas. Mientras que en otras son los espectros de los asesinados en los canales quienes ocupan los asientos de la fúnebre góndola. La cual según se dice, se puede observar últimamente en la zona del Campo de San Barnabá.
Recuadro
Una prueba más de la relación entre el vampirismo y dicha ciudad fue el hallazgo en 2006 por parte del antropólogo forense Matteo Borrini y su equipo de la Universidad de Florencia, del cuerpo de una mujer fallecida (o asesinada) la segunda mitad del siglo XVI y enterrado en la isla del Lazaretto Nuovvo. La calavera había sido empalada a través de la boca con un ladrillo. Un método tradicional de asegurarse de que los vampiros no podrían volver a alimentarse de la sangre de sus vecinos y amigos.
Para saber más: Vampirismo: Sangre, muerte y pasión. Editorial Bastet.
V de vampiro: Libro simprescincdible
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