A finales de la década de los setenta, no recuerdo exactamente la fecha, acudí a uno de los muchos congresos que el tandem «Karma 7-Profesor Rovatti» realizaban periódicamente en un conocido hotel de la barcelonesa población de Castelldedefels. En aquella ocasión, me tocó compartir mesa con un anciano invidente, que pronto se hizo el alma mater del grupo, sin duda por sus amplios conocimientos de esoterismo ( aunque con cierto resabio de rancio teosofismo decimonónico). Entre las muchas cosas que el esforzado congresista nos contó durante las cenas y almuerzos, recuerdo que nos impactó su afirmación, casi dogmática, de que el planeta Tierra, «creaba su propia música». Al demandarle más información sobre el tema, nos aseguró que se situación de invidente, concretamente de nacimiento, le había llevado a tener mucho más activos algunos sentidos, y le había ocasionado una especie de hiperacusia que le permitía escuchar la «música» que el Planeta producía, la cual escapaba «incluso de las rocas». Archivé aquello en mi memoria, pero ya no volví a interesarme por el tema.
Años después, supe, ya que tuve la oportunidad de entrevistarme con élla, que la desaparecida compositora y música gala Chantal Pill, estaba convencida de que nuestro planeta, las montañas, los ríos e incluso los mares, «fabrican» su propia música, y así desde su chalet cercano a la turística Niza, y curiosamente ( no creemos que fuera pura casualidad) muy cerca de la misteriosa «pirámide de Falicón», la francesa componía sus canciones, inspiradas según élla, en la «música vibracional» de los objetos muertos.
Indudablemente, Chantal se adelantaba a uno de los factores primordiales que dieron paso al comercializado e incluso me atrevo a llamar prostituido ( mucho individuo se ha «forrado» con esta «movida» y desde EE.UU y otros países americanos, se ha creado un verdadero negocio que mueve millones de dólares al año), movimiento «New Age».
Hace ocho años, acudió a mi despacho de la revista «Mundo Oculto», la cual por entonces yo dirigía, un joven universitario que había abandonado una plácida vida y carrera como economista en Barcelona, por un retiro «esotérico-ecologista» en el siempre misterioso macizo del Montseny.La razón de su inesperada visita, era intercambiar opiniones conmigo sobre la cultura celta, ya que hacía muy pocas semanas que había aparecido en el mercado mi libro El enigma celta.
Aquel hombre había ( creo que aún continúan con sus actividades) adquirido, junto a un grupo de compañeros, una antigua y vetusta masía y después de reconstruirla, se dedicaron a la agricultura y a la ganadería ecológica, todo ello combinado con escaramuzas comerciales relacionadas con productos de artesanía esotérica, que vendían en ferias y mercadillos. Se autodenominaban «neoceltas» y me aseguró que sacrificaban a los animales que comían o que comercializaban, según viejas tradiciones celtas y sus cultivos “biólogicos” se realizaban al igual que los antiguos agricultores de esta civilización, hacían hace 23 siglos..
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Al final de la entrevista, y tras obsequiarme con un precioso poster hecho por aquella extraña comunidad de nuevos «adoradores del roble»,me aseguró que él y su grupo, gustaban por las noches, en el silencio de las montañas, de escuchar la «música» que TODO tiene, sean montañas, piedras, árboles, etc. Finalizó diciendo que aquellas melodías se formaban gracias a las vibraciones que todo cuerpo desprende, y que el Universo era todo «vibración», teoría que muchos científicos defienden actualmente.
En los últimos años, son varios los compositores que se han dedicado a la «astrosonía» que es una nueva corriente que estudia el sonido oculto de las esferas y del propio planeta Tierra, o sea de Gaia. Entre los músicos y artistas que se han dedicado a esta curiosa técnica, destaca la actriz venezolana Laura Brey, De esta bella mujer, el periodista navarro Koldo Aldai nos dice: Laura afirma que todo en la Tierra es vibración, y que esa música puede cambiar nuestra vida.Laura va por el mundo, recolectando melodías ocultas, pegando sus oidos a los lugares mas recónditos de Gaia hasta que acierta con su magia cantarina. Una música con la que esta mujer asegura, que podemos «curar el planeta».
Los seguidores de la «astrosonía», defienden que Gaia emite notas, principalmente desde sus vórtices de energía y sus chakras, y así en algunos lugares que denominamos «mágicos» o sagrados, Gaia estaría emitiendo verdaderas «sinfonías» que ayudarían al ser humano, a entrar en estados de consciencia muy diferentes a los habituales. De la misma manera que sabemos que la música puede curar (musicoterapia)(1) o embrutecer los sentidos ( ciertas canciones roqueras compuestas por grupos satánicos o el escandaloso hard rock, que según algunos estudiosos, dispara la adrenalina y mueve a la violencia), por qué no, la Tierra, si la consideramos un ser vivo e inteligente, no podía componer sus propias «canciones».
El sonido de los bosques, la cantarina agua de las fuentes o el bramar de las cascadas, forman en ocasiones una verdadera sinfonía que incluso en ocasiones ha sido grabada y comercializada para ser utilizada en musicoterapia, de igual manera que algunos médicos ( y personalmente hemos sido testigos de ello), en sesiones de acupuntura o procesos dolorosos, utilizan música compuesta por el sonido que producen las ballenas y otros muchos mamíferos marinos.
No dudamos, e incluso estamos convencidos, que las vibraciones que la Madre Tierra, Gaia, produce, pueden interpretarse como verdaderas «melodías» telúricas que nos pueden facilitar estados de consciencia distintos, de igual manera que según muchos «astrósonistas» aseguran que : El Universo contiene la suma de muchos sonidos, y los planetas en su movimiento de traslación y rotación, producen vibraciones (2). Nos encontraríamos en este caso con la tan popular en el mundo del esoterismo, «música cósmica».Y esta aseveración sobre el “sonido del Universo”, quedó demostrada el 7 de marzo de 1970, cuando un numeroso grupo de científicos de todo el mundo, provistos de aparatos de alta tecnología, pudieron detectar lo que se conoció como canto de una sombra, lo cual sucedió en el trascurso de un eclipse de sol, que fue visible desde Méjico y gran parte de Norteamérica. Como nos cuenta el investigador galo Guy Tarade, el cual se interesó por este experimento: La finalidad de esta experiencia, era averiguar si la sombra de la Luna al proyectarse sobre la Tierra, producía un “bang” solar-lunar.Al proyectarse la sombra a mayor velocidad que la del sonido en la atmósfera terrestre, se produjo un enfriamiento del aire y presiones diferentes en el mismo. Sabemos que el sonido de aquella “sombra” fue menor a 1 Hz, inaudible para el oido humano, pero sí posible de captar por los modernos aparatos científicos (3).
Nada perdemos en intentar escuchar esta «música» con su particular mensaje, la cual Gaia produce en distintos lugares del planeta, principalmente en los que nos gusta denominar «mágicos» y «sagrados». Si lo conseguimos, podremos asegurar con orgullo y en el fondo con cierto placer, que ese planeta tan nuestro y que se asegura que cada vez está más muerto, sigue vivo, e interpretando para nosotros, sus hijos, sus propias melodías.¡ escuchémolas!.
Miguel G. Aracil
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Para saber más: www.editorialbastet.com
(1) Música, sonido y curación.John Beaulieu. Ediciones Indigo
(2) Ver el reportaje Laura Brey, la intérprete de Gaia, publicado en la revista Más Allá , número 166, páginas 82-84, de Koldo Aldai
(3) Para mayor información sobre este experimento, ver Las venas de la Tierra, Guy Tarade, Editorial Arias-Montano