Si intento remontar mi memoria a los primeros veranos sólo recuerdo cariño y alegría en Palamós ( Girona-Costa Brava) en la casa de pescador de un tía bisabuela mía. La » Tieta» María, la » pescadora»
Los recuerdo cómo una acumulación total de LUZ y alegría. LUZ en todos los sentidos de la vida de un niño. Jugando en sus playas ( «La Fosca» principalmente) con mis soldaditos de plásticos ( toda mi vida los juguetes fueron bélicos, pues no me gustaban los otros y hasta los mecanos los convertía en carros de combate y las » arquitecturas de madera» en castillos o fuertes. Quizá por eso he salido cómo soy). Y las primeras zambullidas con unas gafas que llevaban el tubo incluído en ellas y con bola de » seguridad» ( una bestialidad que debería ser condenada con pena de galeras a su inventor)
Con 4 o 5 años me daba algo de miedo zambullirme de cabeza en los pequeños fondos marinos. Mi padre, fogueado buceador a la » antigua», me enseñó.
Quién iba a decir que años más tarde iba a bucear en distintos mares y océanos de medio mundo o ser tan estúpido ( un verdadero cretino y soberbio teniendo familia a mi cargo cómo era mi caso) de meterme sólo, de hecho, por decir algo, acompañado de mi bibotella ( Crezzi de 10 litros) en cuevas submarinas a casi 40 metros de profundidad; ¡¡lo aburridas que se hacen las descompresiones, mientras vas jodiendo a los pobres erizos con la punta del cuchillo, y compruebas cansino, el reloj, tablas, manómetro de aire y profundímetro en mano!!.
Ya con la pícara y alocada adolescencia todo cambia. Pero la alegría del verano es igual o más excitante.
Ha hecho acto de presencia la testosterona. La inocencia infantil se cambia en muchos casos por cierto » chinoleo» adolescente. Las batallitas entre soldaditos de plásticos, principalmente entre cristianos y moros ( ya de pequeño tenía claro quiénes no me gustaban..) en las playas ampurdaneas pasan a ser peleas callejeras ( pero en playas , discotecas,y cámpings de Torredembarra-Tarragona–) con guiris, principalmente gabachos.
No me gustan los franceses; pero menos los británicos.
Y , lo principal, aquella pasión infantil por los castillos de arena siempre con dos altas torres cambia por otra pasión que cuándo pica ya te infecta. Pero ya dicen no sé qué de dos carretas y algo que rima y tira.
En aquellos tiempos del NO-DO, que era en blanco y negro, ser rubio con ojos azules y no precisamente nacido en la parte burguesa y pija de la ciudad y un buen buceador me daba bastante ventajas a la hora de clavar nocturnamente una ( o lo que se podía) pica en Flandes…o dónde fuera.
Pues muchas clavé…y de ninguna me arrepiento ( Zurita). Y cómo dijo Calderón de la Zodiac ¿ o era de la Barca?, » La jodienda no tiene enmienda»
Dicen y yo soy firme defensor de ello, que, mejor hacer las cosas «menos buenas» de joven para no repetirlas de mayor.
Pasa la adolescencia y uno se hace más o menos serio, se » echa» novia ( o novias) y alguna hostia paterna te hace recapacitar y distinguir entre el bien y el mal. Ahora la hostioterapia de un padre a un hijo es delito ¡¡ me quedo con mis tiempos sin duda!! Así salen algun@s de chusmos@s y gamberr@s a día de hoy.
Saltando servicio militar y mis otros » años perdidos» de los que nadie ( NADIE) sabe ni sabrá ( puedo prometer y prometo que no fueron carcelarios… ni nada parecido) por mucho que se rumoree, y, por desgracia y culpa de la cruel Parca ya » cabeza de familia», los veranos siguien siendo unos meses alegres, aunque encuentras a faltar a quiénes has dejado en el camino y sabes que jamás volverás a ver.
Se terminan peleas, justas y combates ( por seriedad profesional ya marcada de por vida) y las guiris ( o nacionales, pero veraniegas y «calurosas» )
Lo único que no cambia es el amor por el mar y el buceo. Pero ya con embarcación propia.
De hecho he tenido tres embarcaciones. La » Azor» ( no, no he sido nunca franquista, ni mucho menos, pero en Torredembarra –Costa Dorada–veraneaba en un enclave sindical-campista Made in CC.OO y sé que les jodía), la » Scout» (DEP) y la » Baloo» ( o Héroes de Baler) bautizada dos veces, la primera por mi hija y la segunda por mí.
Pero sigamos el recorrido.
Cuando te conviertes en padre, los veranos, al igual que el resto del año, pero mucho más en esos meses ( muy aprovechados en mi caso, pues era tiempos de » vacas gordas» profesionalmente, pues todavía no había entrado en coma la prensa escrita ni aflorado los esquiroles que se ofrecen a escribir sin cobrar, sólo por EGO, ni tampoco la fobia nacional al libro) son más especiales. Enseñar a tu hija a nadar, a conocer los animales marinos, a conducir la embarcación, a bucear…Todo es alegría. Los veranos son mágicos.
Pero asoma de nuevo la puta Parca y pasa factura. Y, seguidamente, con los años los hijos se hacen mayores y abandonan el nido y la protección paterna.
Sólo queda en mar, los fondos de mi amado Mares Nóstrum, el buceo con mi esposa ( también buceadora titulada desde hace muchísimos años).
Pero año tras año el verano va perdiendo su encanto y su magia.
Deja de ser pasión para convertirse, con el puto calor ( soy alérgico y fóbico al calor e inmune, literalmente, por preparación de años, al frío) para convertise en » La pasión» con todo su Vía Crucis.
Cómo en el periodo castrense ( obligatorio o con contrato…) , vas contando cada noche estival y piensas ¡¡una menos!! esperando septiembre y que el verano, el antaño amado verano, se convierta en otoño. Y cambiar el buceo por el montañismo.
Ayer entró el verano, y a mis 64 años lo recibí, junto a mi esposa que estaba conmigo, buceando ambos en las azules aguas del Cap de Creus ( Girona). Por cierto acompañados con la p…tramontana que vengo odiando desde hace 33 años cuando cambié ( gracias al político » Arfonso» Guerra) las doradas arenas de la Costa Dorada ( Tarragona) por las preciosas y agrestres calas y fondos marinos del Cap de Creus ( Costa Brava norte)
Ayer por la noche ante unas birras y mirando las estrellas le decía a mi esposa ( traduzco al castellano) » Que ganas tengo que llegue el otoño, me cago en ……» A lo que mi esposa me respondió —«Pero si apenas hace unas horas que ha llegado»
Debe de ser la edad y que, lo que antes fue pasión en todos los sentidos, emocionales, físicos, de «ajustes de cuentas» y de testosterona en todos los sentidos, ahora son puto calor, mosquitos, molestos y chirriantes guiris, y sólo unos recuerdos que parecen pertenecer a otra vida distinta que no fue la mía». Y, quizá por casualidad, quizá por que la puse yo en el aparato, sonaba aquella canción que tanto me gustaba de chaval y que decía » Pum, catapum, pumpum, cómo me gusta el verano…»
Les deseo a mis lectores un muy feliz verano… Y que pase pronto, que me parece que será muy canalla a nivel de calor