Recuerdo que era lunes y hacía mucho frío.
Me levante sobre las nueve de la mañana, muy tarde para mí, pero me había acostado casi a las 3 de la madrugada ya que, había participado en el programa de Catalunya Radio Sintonía Alpha, dirigido por mi añorado compañero Andreas Fáber Kaíser.
Hago un inciso para comentar que hace años dicha emisora “apolítica” y “de tots” no me llama, por las razones que cada cual pueda imaginar. Yo, las tengo clara… La cebolla “ceba” en catalán, ni en la ensalada.
Cada vez que iba a un programa de Sintonía Alpha, con más de 200.000 oyentes en plena medianoche, poco después mis editores notaban, con júbilo, el disparado número de libros vendidos.
Con la muerte de Andreas, los programas que quisieron ocupar su puesto, debido a la patética (por número) audiencia que tenían no pudieron tan siquiera hacerle sombra.
Y es que, las comparaciones entre Andreas y según quien, pues… se parecen cómo las castañas y los melones.
Pero a lo que vamos.
Al levantarme me dirigí a una librería de la calle Margarit del barrio del Poble Sec, donde cuatro generaciones de Aracil habíamos nacido (desde 1875) y que, en aquellos tiempos estaba lleno de catalanes.
La última vez que estuve en esa calle la mayoría de vecinos eran, creo, dominicanos…Cosas de los cambios sociales y con todos los respetos debidos…y que se me suponen…
Al entrar en la librería, propiedad de un antiguo compañero de estudios, observé que tres señoras “otoñales” (tirando a invernales, pues pasarían de los setenta) tenían ante ellas casi una decenas de libros míos de diferentes títulos.
Una de ellas, a la que llamaremos “María” (por qué puñetas no podía llamarse María) les decía a las otras dos, posiblemente sus fieles admiradoras: “ Nos podemos llevar varios y así nos los vamos pasando”
El propietario de la librería, Enric, sonreía, y, supongo que iba calculando mentalmente que cada libro costaba unas mil pesetas y que él se llevaba entre el 30 y 35 por ciento del PVP.
Al verme llegar les dijo con pícaresca comercial: “Señoras, si se los llevan tendrán la oportunidad que el autor se los dedique”
La “señora María” me miró con cara de extrañeza y me preguntó, con tuteo que no venía al caso:
— ¿ tú eres Miquel Aracil?.
Sí!!– le respondí
¿Seguro?—Me volvió a pregunta.
Ya menos educado y mirando aquella señora “barandona” le respondí:
–Mire USTED la foto de las solapas de los libros y lo verá
Tras intercambiar una mirada entre las tres señoras, me soltó a quemarropa:
—Pues te imaginaba más “INTELECTUAL”, y más tras escucharte ayer por la noche en Catalunya Radio…
La verdad es que ese día iba vestido que parecía un anuncio de Coronel Tapioca, debo reconocerlo.
Como el comentario no me gustó le pregunté cómo imaginaba a un “intelectual”…
La respuesta fue “empírica”?¿?¿ de un derroche intelectual:
Pues de otra manera—me soltó
La sacudí verbalmente con esta reflexión:
“Si me esperaba con barba, no me la dejo pues parezco un chivo; si me esperaba fumando en pipa, no fumo jamás; si me imaginaba hablando con “voz profunda y estudiada”, hablo como una ametralladora, y (para terminar) si me imaginaba oliendo a sudor, por no utilizar desodorante, me ducho dos veces al día y utilizo Tulipán Negro”…
La mujer dejó la pila de libros, escogió uno, creo que una edición de “Montserrat, montaña mágica”…pagaron, y, se marcharon sin tan siquiera pedir que se lo dedicara…
Ese día se confirmó mi sospecha según la cual, algunos imaginan a un intelectual (que ni lo soy, ni me gustaría serlo) como alguien que debe de hablar pausadamente; llevar barba, gafas “Lenon”, cierto olor a sudor “intelectual” y fumando en pipa ( y actualmente pañuelo palestino al cuello)…
Si le llego a decir que, tan siquiera soy de izquierdas, supongo que no compra ni un solo libro
Y es que, los tópicos son para los idiotas. Se llamen María o Eustaquio.