Los llamados seres humanos hemos desarrollado lo que hemos venido en llamar una «Geografía sagrada» que nada tiene que ver con un mapa científico del mundo, sino que, en muchas ocasiones cartografía nuestro » mapa interior»
Montes, bosques, cuevas, piedras, hasta ciudades en algún caso y para algunos ( Roma. Santiago, Jerusalén), se han convertido en símbolos de una espiritualidad para unos o búsqueda interior para los que no somos creyentes, que son tan omnipresentes que, muy posiblemente formen parte de una «necesidad humana» sean las que sean nuestra creencias religiosas, incluso para los que somos ateos.
Con algunas decenas de libros publicados sobre «lugares sagrados» ( y que algunos han » fusilado») pienso que, en ocasiones un lugar puede ser SAGRADO para uno por razones místicas, para otros por estar íntimamente ligados a nuestra concepción de nosotros mismos; quizá por estar ligados a una experiencia profunda que cambió o marcó nuestra vida; tal vez debido a recuerdos perdidos o no de nuestra infancia o de una persona o ser vivo que fue muy importante para nosotros .
Los seres humanos podemos percibir un lugar o un símbolo de forma completamente distintos a cómo lo perciben otros individuos de nuestra especie.
Cuando estamos en un «Lugar sagrado», hasta los más incrédulos notamos en ocasiones que, estamos entrando en una dimensión diferente, pero compatible con el mundo físico en que vivimos.
Resumiendo, hasta para algunos ateos , cómo es mi caso, los Lugares Sagrados existen, aunque residan en lo más recoleto de nuestro cerebro y del ADN que, por suerte o por desgracia compartimos muchos humanos.
Dedicado a mis colegas que buscan la magia del Lugar dónde se encuentre
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