Crueles y extrañas costumbres gremiales. que, fueron comunes a muchos lugares de la Europa Medieval.
Hace unos 34 años escuché en la población valaca de Curtea de Argés una curiosa leyenda que, más tarde supe que era real y estaba documentada en los archivos de la localidad..
Hablaba de una antigua e impresionante edificación religiosa dedicada a la casi desconocida santa búlgara Mucenita Filotea.
Sobre el siglo XV el maestro arquitecto del edificio, ante los problemas técnicos que asolaban dicho edificio, se vió obligado, por azares del destino y cierta tradición, muy cruel y esote´rica entre los maestros constructores de la época, a matar a su hijo y su esposa y, emparedarlos en uno de los muros del edificio que, a partir de entonces, dejó de causar problemas. Años más tarde todos sus obreros sufrirían la misma suerte…Por aquellos tiempos en Valaquia gobernaba Vlad tepes, «Drácula».
Tomé notas en mi blog, hice algunas fotos con mi máquina rusa Zenit ( mi primera réflex) y continué viaje por aquellas tierras durante algunas semanas.
Años más tarde y, haciendo un reportaje sobre misterios de Barcelona encontré un caso casi similar en la Ciudad Condal.
Aunque en este caso sólo fue emparedada y en vida, la esposa del maestro constructor.
Hasta hace pocos años, que se llevaron a cabo unas obras, la gente ( ya muy pocos catalanes, pues se encuentra en la zona del Raval y la mayoría son inmigrantes) la gente del barrio todavía tenía miedo de pasar por el muro que, todavía hoy, y trs casi seis siglos, guarda los restos de aquella mujer ( con toda la paranormalia que se dice que existe en la zona)
Este suceso de Barcelona lo contamos en un par de rutas misteriosas con Fronteras Tierra Virgen.
La verdad es que, el caso del edificio rumano ya lo tenía medio olvidado hasta que ayer, leyendo un trabajo del periodista y escritor Martínez Láinez ( Agencia EFE en sus buenos tiempos) especialista en aquellos países por haber sido corresponsal un tiempo, me lo trajo de nuevo a la memoria.
Es curiosa la cantidad de «ritos gremiales» que se dieron entre los antiguos maestros constructores medievales, aunque, por suerte, no siempre tan crueles.