Gilipolladas a la hora de comer, las mínimas; o, cómo me asquea la “nueva cocina” que sólo sirve para pasar hambre.
Hace ahora 37 años que, oliendo a chusco, CETME (fusil de asalta del ejército español) y con la “ boina azul” de las FAMET en el bolsillo, que reconozco me llevé de recuerdo de la “mili”, llegaba a mi casa con más hambre que Karpanta en tiempos de Cuaresma.
Con mi por entonces novia, y años más tarde esposa, fuimos al primer congreso que se realizaba en España sobre “temas raros” ( misterios y enigmas) que, con la dictadura, estaban prohibidos. Pienso que más por culpa de los soplagaitas con sotana y la “ Collares” que por motivos realmente políticos.
De aquel congreso, del que fui mero espectador recuerdo que, conocí por primera vez a gente como Darbó, Lluis Utset, ¿profesor? Rovatti, Pedro Guirao, Joan Nuez, “Mago” Félix (Félix Llaugué Dauzá, escritor), Gordon y algunos otros que, en algún caso, años más tarde pasarían a depender de mí en alguna revista dirigida por quien esto escribe, o ser mis editores.
Lo mejor de aquel congreso fue, tras año y medio de pasar hambre, pues siempre he sido de comer mucho, las comidas que, siempre “ freelance” nos pegámos durante los tres días de duración mi novia y yo, en el restaurante “Los Toreros”, actualmente un “ bareto” chino de la Gran Vía.
Cuando tras zamparme tres platos pedía de postre una bullabesa los “rezalaos” camareros me miraban extrañados.
Supongo que por mi corte de pelo adivinaban que la “mili” estaba todavía caliente y el rancho escaso.
Ya con el estómago lleno, quizá demasiado en los últimos años, reconozco que siempre he sido de hacerle la competencia a Gargantúa y Pantagruel.
Pero, de comer como “Dios manda” ( aunque uno sea ateo): caliente, abundante y de “ casa”. Para comidas raras las que me ha “papeado” por mis viajes por lugares “exóticos” de las Américas, Asia, África o ciertos países de Europa.
Por cierto, he ido decenas de veces, pero muchísimas a Francia, y, soy de los que opino que se come poco, mal y caro…Y encima, te sirve un “gabacho” que es peor.
Desde hormigas tostadas en Guatemala o Chiapas (México) o dos semanas a base de “gambas de río” por tierras de Gambia y Senegal, sopitas de mijo en Mali, a cosas que he preferido no saber qué eran…
Pero en casa, la pitanza…¡¡¡como Dios manda!!
Hoy he asistido a un evento donde seis cocineros famosos según nos han contado, han servido sus especialidades.
La verdad no conocía a ninguno de ellos, aunque según anunciaban, uno fue jefe de cocina del “Bullí” y otro aparece en TV como jurado en un programa-concurso de fogones, que ni conozco ni puñetera gana de hacerlo.
Los platitos, seis en total, lo conformaban los siguientes “titulares, pues poco más eran:
Urta marinada con sopa de cítricos y ensalada de vegetales.
Merluza en salmuera japonesa
Setas cocinadas cómo callos a la madrileña
Mejillones tigre con “concha comestible”
Chicharro ahumado al romero con jugo de sidra
Y, para terminar
Bonito del norte con aguacate y tomate deshidratado.
Tras tan siquiera esperar a que el último ¿bocado? me llegara al estómago, suponiendo que no se hayan extraviado entre los dientes y la cuchara, pues la cantidad estaba a la altura de la moral de ciertos políticos y banqueros, nos hemos levantado y, aprovechando que a diez minutos tengo la suerte de vivir, con la rapidez de un rayo, o de enriquecerse ciertos regidores de urbanismo, me he sentado a la mesa familiar y me he zampado una ración doble de macarrones con carne, pues poco más había preparado como “reserva estomacal de Occidente”
Y es que, para mí, las cosas del comer son sagradas. Y, con el papeo no se juega.
Donde se ponga una buena “escudella”, cocido, estofado, carne con setas ( vadella amb bolets), paella, fideuá o similares, que los platos de la “cocina moderna” se la den a los “modernitos”, que uno hizo la “mili” con alabarda y es muy conservador en los temas del estómago.
Tengan ustedes buen provecho, bon profit., y coman a gusto con la “nueva cocina” que nos venden por los medios. Que uno, que ya es del neolítico, necesita comidas fuertes y de “casa” como nuestros abuelos.