En la década de los setenta, en España parecen soplar vientos frescos de relativa apertura. Se adivinan cambios sociales, políticos y lógicamente culturales. En muchas librerías empiezan a ganar espacio libros de temática “oculta”. Colecciones ya míticas como Otros mundos (Plaza y Janés)o Ciencias Ocultas (Bruguera) proliferan en los aparadores, e incluso aparecen las primeras librerías especializadas en “ciencias ocultas”, algunas de las cuales, tienen que sufrir agresiones por parte de sectores de la extrema derecha. El público en general empieza a familiarizarse con los “platillos volantes”, la parapsicología, astrología, templarios, y temas paralelos, que hasta entonces eran casi tabú debido al ultraconservadurismo del régimen imperante. Los medios de comunicación no son ajenos a estos cambios, y durante algunos años, diversas revistas, dedican tímidamente alguna sección a los temas “misteriosos”. Hemos de esperar hasta octubre-noviembre de 1972, para que el público español tenga en sus manos la primera revista especializada en esoterismo y paraciencias: Karma 7, que de la mano del periodista Josep María Armengou, llega a los kioskos españoles. Nombres ya míticos como Marius Lleget, Muñoz Badía (Profesor Lester), Roca Muntañola, acercan por primera vez al ciudadano de pie, temas como las Caras de Bélmez, la ufología, simbología o un desconocido personaje de nombre Conde de Saint Germain al que una ignorancia casi pueril, confunde con Drácula.
Los temas insignia por aquel entonces, son la parapsicología y la simbología, dos temáticas que actualmente son casi de segundo orden, lo que nos indica el cambio de tendencias del público de hace treinta años y el actual.
Grandes sectores del “saber” ignoran o simplemente intentan ridiculizar aquellos temas “supersticiosos”, e incluso algunos intelectuales como el periodista y escritor Josep María Carandell, los tachan de “contracultura”. Los obstinados miembros del Staff de Karma 7, con escasos medios económicos, siguen su trayectoria, y poco a poco, miles de españoles se entusiasman y empiezan a caminar por los senderos del “misterio”.
Con cien cortapisas por parte de las autoridades, comienzan a celebrarse los primeros congresos paracientíficos, siendo dignos de mencionarse, los “pioneros” celebrados en otoño de 1972, en Nuria (Girona)y San Sebastián.
Pese al conservadurismo imperante en la clase científica española, renombrados miembros de la “familia científica” hispana se interesan por aquellas materias, y así, nombres como los de los médicos catalanes Brualla, Castanyer, el célebre neuropsiquiatra Ricard Puncearnau o una eminencia científica como el profesor Luis Linares de Mula, no tienen inconveniente en participar en congresos, simpósiums y presentar en ocasiones sus ponencias, dentro de un mundo que sigue considerándose todavía, como “oscurantista” principalmente por muchos medios de comunicación.
Es en 1975, hace exactamente 30 años, cuando estas temáticas, reciben un espaldarazo mediático que las popularizará y dará comienzo a lo que muchos ya conocen como “la radio del misterio”. De la mano de un joven Sebastián Daniel Arbonés, más conocido como “Profesor Darbó”, los oyentes españoles reconocen su interés por el tema, y se concede el Premio Ondas al programa La otra dimensión, que será como un faro para muchos de los aficionados al misterio.
Lo que hasta entonces habían sido pequeños congresos, más bien simposiums, cuando no simples seminarios, dejan paso a Congresos Internacionales, que celebrados principalmente en Barcelona, y de la mano del carismático y polémico practicante en medicina Francisco de Asís Rovatti, traen a tierras españolas a muchos de los más renombrados especialistas de dichas temáticas.
Por aquellos tiempos, las colaboraciones se hacen generalmente de forma gratuita, y al contrario que en la actualidad, las poquísimas publicaciones especializadas, tienen graves problemas de supervivencia, principalmente debido a la falta de publicidad que la sequía comercial de empresas y profesionales del esoterismo, ocasionaba en sus arcas. Si exceptuamos algunos de los congresos internacionales, en aquellos primeros años la calidad de las investigaciones y de los profesionales nacionales que colaboran en aquellos medios especializados, es más bien bajo, salvo excepciones. Los lectores leen ávidamente libros de autores extranjeros. Daniken, Bergier, Vallée, Talamonti, Kolosimo, Charroux, etc, pero en España, casi nadie, si exceptuamos a Antonio Ribera y Marius Lleget, destaca con luz propia. En la segunda mitad de los setenta, se dan dos circunstancias que pondrán en lugar de honor a las paraciencias españolas; por un lado la aparición en la pequeña pantalla, de un joven y carismático médico psiquiatra que semana tras semana, irá abriendo la “puerta del misterio” y adentrándonos en los enigmas del “Más Allá” a miles de personas que de su mano, y escuchando su característica y profunda voz, irán conociendo que nuestro mundo está plagado de verdaderos misterios de todo índole y que solo falta que los busquemos. El recientemente desaparecido, solo físicamente, Fernando Jiménez de Oso, conseguirá que muchos jóvenes de aquellos tiempos, decidan seguir sus pasos y convertirse en “profesionales del misterio”. También por aquellos años, aparece en escena otro joven investigador que creará una verdadera escuela, aunque él fuera irrepetible: Andreas Fáber Káiser. En junio de 1976, Faber lanza al mercado su primer número de la ya mítica publicación Mundo Desconocido, que sacará la prensa especializada española de una mediocre condición, para convertirse en una de las tres mejores publicaciones paracientíficas de todo el mundo. El hecho de que en 1980 fuera galardonada con el premio Secinter a la mejor revista especializada lo demostró sobradamente.
Con Mundo Desconocido, aquellos personajes extranjeros que parecían de “otros mundos” y nunca mejor dicho, se acercan cada mes a los lectores en lengua castellana. Faber consigue lo que nadie había conseguido hasta el momento, tener en su staff, a lo mejor y más selecto del panorama paracientífico mundial.
Es de la mano de este catalán de carácter meditabundo y reservado, que empiezan a escribir en España personajes que pasarían a ser “leyendas urbanas” como el periodista argentino Alejandro Vignati, ese “llanero solitario” que por el precio de un viaje a Rumanía, nos conducía de forma estremecedora con su siempre polémica, agresiva y mágica pluma, en búsqueda de Vlad Tepes “Drácula” o el prematuramente fallecido y en ocasiones casi olvidado periodista Pep Miralles, un hombre capaz de en un solo viaje al Languedoc, dar a conocer al ya gran público paracientífico, quiénes eran los cátaros, entrevistar a su último “papa” ,René Nelli, descubrirnos que en el pequeño pueblecito de Rennes-le-Chateau se escondía un gran secreto, y contarnos las andanzas del nazi Otto Rahn por tierras occitanas, y todo ello con un simple fin de semana reporteando, posiblemente con la única recompensa de “gastos pagados”.
Eran tiempos distintos, donde el amor al “misterio” estaba por encima del factor crematístico. También el público empieza a cambiar, ya no se “traga” todo lo que le dan, como se hacía en los primeros años. Los lectores siguen las investigaciones de Ribera, Lleget, Faber, los comparan con los de estudiosos extranjeros, y ven con satisfacción, como el nivel profesional de nuestros “pioneros” va subiendo cada día más.
Aparecen revistas especializadas casi cada año, pero su pervivencia es mínima, algunas no llegan ni al tan temido número seis.
En septiembre de 1982, los amantes de las paraciencias sufren dos graves pérdidas, una la del siempre prolífico y “especial” Vignati, cuya muerte aún hoy levanta leyendas y polémica, y con la muerte de este sudamericano irrepetible, y que quizá hoy publicaría poco, pero en aquellos momentos marcó una línea, llega la editorial de Faber en su Mundo Desconocido (número 75) y que tituló Platino para ti, llanero solitario, como último homenaje a su amigo desaparecido. Aquella sería la última editorial que aparecería en su magnífica revista, pues factores en los que no vamos a incidir, consiguieron que la que fue mejor revista de paraciencias de España, desapareciera de los kioskos, causando una grave pérdida para la seriedad y la calidad periodística del sector.
Personalmente opinamos que en aquel momento, se creó un vacío dentro del periodismo especializado, que tardará muchos años en llenarse, hasta la aparición de las ya muy posteriores revistas Más Allá y Año Cero. Con la desaparición de Mundo Desconocido termina lo que fue la etapa “primegénia” de nuestros temas, y más de tres décadas después de los primeros pasos, solo nos queda que cerrar los ojos y recordar a todos aquellos pioneros que con su amor y pasión por el misterio, en muchas ocasiones casi sin medios, abrieron nuevos y esperanzadores caminos a los que hemos crecido bajo su sombra, y que nos autotitulamos “buscadores del misterio”.
ANECDOTARIO:
Son cientos las anécdotas que se podrían recoger sobre aquellos primeros años, y hemos querido escoger unas pocas, para dar a conocer al público en general, pero principalmente a los jóvenes que no tuvieron la oportunidad de vivir aquellos primeros años, de cómo y cuán distinta era la situación de entonces.
Un caso que ilustra perfectamente los problemas de aquellos pioneros, lo demuestran los graves problemas que sufrieron las primeras librerías esotéricas que se abrieron en España, y más concretamente en Barcelona. La primera fue Epsilón, que de la mano de Joan Nuez Gracia, ofrecía estanterías repletas de libros esotéricos al todavía neonato público.
Fundada en enero de 1973, en los últimos años del franquismo, desde su inauguración tuvo que convivir con las constantes pintadas y amenazas que miembros del partido “ultra” Fuerza Nueva que tenían su sede principal cercana a dicho establecimiento, les dedicaban.
Se les “aconsejaba” de esta manera, que vendieran otro tipo de libros. El asedio llegó a su punto más álgido, en el verano de 1975, en que dicha librería fue atacada con un coctel Molotof, que afortunadamente no causó daños personales.
Más o menos por el mismo tiempo, la otra librería pionera, Arbor Scientae, situada en la céntrica calle Princesa de Barcelona, y dirigida por Josep María Merín, recibía con cierta regularidad la visita de miembros de grupos nacional- catolicistas, concretamente pertenecientes a una rama de la Comunión Tradicionalista, que le aconsejaban que aquellos temas “satánicos” y brujeriles, los olvidara, y se le indicaba que siguieran con la venta de material escolar y “libros serios”.
Ambos tuvieron el coraje suficiente para seguir adelante y convertirse en lugar casi de peregrinaje para aquellos lectores que buscaban unos libros que hasta hacía poco, habían estado casi prohibidos.
Pero también entre los “pioneros” existían tensiones, así recordamos que personas a las que unía una entrañable amistad, por razones profesionales, posiblemente las mismas que les unieron, se volvieron cada vez más distantes. De entre estas “secesiones” debemos remarcar dos, que por importantes fueron de boca en boca entre los que componían el corpus paracientífico del momento.
Una sería la de Andreas Faber Káiser y Alejandro Vignati. Amigos del alma, en ocasiones casi hermanos, en los últimos tiempos de Mundo Desconocido tuvieron bastantes diferencias, lo que no era de extrañar en dos personas de fuerte y difícil carácter, y que el hermetismo de Faber y las malas reacciones de Vignati, principalmente cuando el Valium en ocasiones combinados con otros productos producían en el ya difícil carácter el periodista hispanoamericano, se convertían en fuerte discursión o peor aún, en silencio de semanas entre ambos. En una ocasión y tras un periodo difícil de Vignati, el periodista Enrique Trena, dijo de él: Alejandro tiene a su alrededor algo extraño. El mismo lo nota y tiembla.
Pero si en dos personas como ellos, la confrontación parecía esperada e incluso lógica, muy diferente parecía en dos personajes de carácter afable, amigos desde hacía décadas, amantes de los espacios infinitos, de los misterios celestes y de la buena mesa y la broma, como eran Antonio Ribera, “padre” de la ufología española, y el “marciano” que así le llamábamos entre bromas, Marius Lleget Colomer. Su amistad venía de los años cincuenta, cuando Marius cubría informaciones sobre el recién nacido mundo del submarinismo español, del que Ribera fue pionero, como ya era habitual en él y cofundador del mítico CRIS (Centro de Recuperaciones e Investigaciones Submarinas).
A principios de los ochenta, por razones que posiblemente jamás sabremos realmente, aquella amistad casi fraternal, se enfrió, y en reuniones en que coincidían en el Club de Amigos de Karma 7, que entonces yo coordinaba, cada cual se sentaba en un rincón, alejados entre ellos, hablándose lo mínimo. Marius era un bohemio, improvisador, despistado, de humor latino y Ribera una persona ordenada y constante, de fino humor británico, los dos polos opuestos. En el mundo paracientífico del momento, aquella lejanía entre dos “hombres buenos” y antes grandes amigos, causaba cierto malestar y tristeza, y afortunadamente, en los últimos años de Marius, y con la persistencia de los que éramos sus amigos, se pudo limar bastante aquella aspereza, y una foto entre ambos, era casi como un premio a la constancia.
Desde un principio, hubo una temática que pareció querer separarse de las demás, y hacer su “camino” en solitario, se trataba de la astrología. En aquellos tiempos se le quiso denominar psicocosmobiología, pero la peliaguda palabreja tuvo poco apoyo popular.
Mientras la parapsicología, los Ovnis, o la parahistoria, parecían estar al alcance de todos, la astrología, al igual que la alquimia, estaban rodeados de un halo de elitismo.
En los años treinta de la mano del prestigioso médico catalán, Jacint Gibert, la astrología entra en España en círculos más bien cerrados, y con la Guerra Civil y la dictadura, pasa a ser considerada como una “arte adivinatoria” y por lo tanto se la vincula con la magia y se la persigue y prohibe. Parece difícil que esta ciencia milenaria llegue al ciudadano de a pie, pero el “milagro” se realiza de la mano de un estudioso del esoterismo y el yoga que lleva la astrología a las aulas, a las salas de conferencia, a los congresos, a la calle, y que la hace “comprensible” para todos. Se trata de Joan Muñoz Badía, más conocido en el mundo oculto como “Profesor Lester”. De mediana estatura y fuerte complexión, se trata de una persona extrovertida, con el que apetece tomar unas consumiciones, hablar de cualquier tema mundano, y que incluso no duda en hacer gratuitamente de actor en películas de terror como por ejemplo interpretando el papel de un recio camarero en Viaje al Más Allá. Fue sin duda una persona esotérica y exotérica a la vez. Jamás quiso tomar un avión, y antes de realizar cursos o seminarios y tras autoprohibirse el consumo de carne, si podía, marchaba unos días a practicar técnicas esotéricas al desierto y gélido Port del Comte (Lleida)una montaña con fama de “mágica”, con abundantes avistamientos OVNIS y centro telúrico de primer orden.
De la mano de Lester se forman decenas de astrólogos que después en muchos casos, publicarán sus horóscopos en diferentes medios de comunicación, permitiendo que millones de personas, cuando adquieren la prensa diaria, lo primero que consulten es su pronóstico zodiacal para aquel día. Poco amigo de homenajes, desapareció con la misma modestia que lo había rodeado siempre, y que hizo de él, el “padre” de la astrología popular contemporánea en España.
Como en cualquier circunstancia en nuestro país, con la llegada de las paraciencias a España, nace una cierta rivalidad entre las dos grandes ciudades españolas. Barcelona es la cuna de las primeras revistas, la mayoría de colaboradores son catalanes, y los primeros grandes congresos se celebran en la Ciudad Condal. Entre estas rivalidades que empiezan siendo entre ciudades, hay una que se convierte en algo personal. Se trata de la que nace entre dos personas de muy fuerte carácter, por un lado Jiménez del Oso, y por la otra, el polémico Profesor Rovatti. La profesionalidad y austeridad del primero lo enfrenta con el excesivo ego del segundo, y así en un momento dado, se prohibe la entrada del famoso psiquiatra y sus cámaras a la sala de conferencias durante el Primer Congreso Europeo de Parapsicología organizado y presidido por Rovatti. Algunos años más tarde, la enemistad entre ambos continúa, y la sobriedad contundente de palabra del conocido psiquiatra, contrasta con la visceralidad de Rovatti. Afortunadamente, esta rivalidad que afecta a dos personajes muy influyentes en su momento, no llega a enfrentar a los pioneros catalanes, con los cada vez más omnipresentes e influyentes profesionales residentes en Madrid. Actualmente la situación es muy distinta a los primeros años, y así las principales revistas especializadas están ubicadas en la capital española, como si se tratara de una dualidad cronológica, en la que pasado y futuro se van turnando en la rueda ya imparable de las paraciencias españolas.
Miguel G. Aracil