No he sido jamás un llorón , pero tampoco un «ojoseco».
Hay cosas que me emocionaban y me hacían derramar algunas lágrimas.
Desde recuerdos de mis padres y mi abuelo materno, y mis gatos y una perrita ( «Linda») ya desaparecidos, hasta algunas canciones que me traían emociones ahora ya muertas, me provocaban, si estaba solo, alguna lágrima.
Hace 14 meses que tuve una desagradable enfermedad, totalmente superada y, la medicación y tratamiento me dejó un » efecto secundario», según los médicos «transitorio», que no me permite llorar.
Parece una tontería pero, me duele internamente y mucho.
Lo peor es que, el corazón, pues alma no tengo cómo cualquier ateo, se me ha hecho excesivamente duro, emocionalmente hablando. En ocasiones tengo miedo incluso de dejar de querer alguna de las poquísimas personas a las que quiero en este mundo. Lucho contra ello cómo nadie puede imaginar. ¡¡Nadie puede imaginar mi lucha interior!!!
Hoy he sentido por partida doble la falta de esa lágrima huérfana que, cuando fluye es cómo una catarsis, una liberación de las penas.
Tras hablar esta mañana con el médico y darme buenas noticias sobre mi esposa, que ya lo he contado en otro post, he ido al Hospital. Clínic para dejarle un sobre a dicho GRAN MÉDICO y MEJOR PERSONA..
No era una propina ni nada parecido¡¡POR FAVOR!!!. Había sólo unas líneas salidas del corazón y una tarjeta mía profesional poniéndome a su disposición para lo que fuera.
Mientras esperaba en la cola del lavabo ( quinta planta) delante mío tenía a un hombre de mi edad o algo más joven, y, cogido de su brazo, cómo un niño pequeño, y haciéndole preguntas pueriles un anciano de unos noventa años. El hombre de mi edad le respondía con cariño paternal, cómo si fuera un niño, al anciano. Le decía » Papá esto es…» «Papa aquello es…» Papa, ¿ no te acuerdas…?»
Sin duda eran padre e hijo y el señor mayor tenía una enfermedad neurológica degenerativa fácil de imaginar.
Nadie puede imaginar el nudo que se me ha hecho en la garganta. Me hubiera gustado bajar por las escaleras a pie y dejar caer alguna lágrima ¡¡¡no he podido!!
Esta tarde, viniendo de la biblioteca Joan Miró , dónde tenía que consultar un libro agotado, he visto que, en el parque de la biblioteca ( antigua Matadero o «Escorxador»), sentados en un banco, había un hombre, posiblemente más joven de lo que aparentaba y, enganchada a su brazo y dándole besos y con mirada de devoción, una niña con síndrome de Down que le decía y repetía «Papa t´estimo» ( papá te quiero)
Me cago en todo lo que se menea y en El que no existe. ¡¡¡el cruel nudo me ha vuelto a la garganta y, he deseado cómo nunca poder soltar, aunque fuera una puñetera y solitaria lágrima!!
¡¡¡No he podido!!!
Tengo esperanzas que lo que me sucede remita pronto, y más con el cruel futuro próximo que asoma. Ya que, jamás hubiera pensado en mis sesenta y dos años que, sentiría envidia de las personas que pueden darse el LUJO de llorar cuando lo necesitan su corazón y su mente.
Final del tocho