¿ El coronel Fawcett localizado?
Hay nombres que siempre irán ligados al misterio, y sin duda el del coronel Percy Harrison Fawcett, del cuerpo de Artilleros Reales del ejército británico, será uno de ellos.
Fue muchas cosas además de militar, desde un gran dibujantes que perteneció a la Real Academia Británica, hasta un prolífico inventor, al cual entre otras muchas cosas, debemos de agredecer ser el padre de la “curva ictoidea”, que añade varias curvas a la velocidad de crucero de un velero. Pero sin duda lo que más popular hizo a este militar y explorador británico, fue su pasión por los misterios del Amazonas.
Teósofo y “amante apasionado del ocultismo” como lo define su hijo Brian Fawcett en su famoso libro Las expediciones del coronel Fawcett ( editorial Argos)su campo de trabajo lo llevó a buscar de forma casi obsesiva, la “ciudad perdida” que él imaginaba que existía cerca de las legendarias minas de Muribeca.
Dijo su esposa que esta obsesión había empezado el día que su amigo Sir H. Ridder Haggard,( conocido como autor entre otras obras, de la ya clásica Las minas del rey Salomón y Ella)le había regalado una figurilla de unos 25 centímetros de altura, esculpida en basalto negro, adornada con un supuesto tocado egipcio y que llevaba sobre su pecho una placa cubierta de 24 inscripciones. El aristócrata y escritor inglés la había encontrado en lo más frondoso de la selva amazónica a principios del pasado siglo. De élla nos dice Fawcett en sus memorias: Esta imagen de piedra posee una propiedad particular que han experimentado cuantos la han tenido en sus manos. Diríase que fluye de ella, una corriente que atraviesa el brazo del que la empuña.Tan fuerte es esa corriente, que algunas personas se han visto obligadas a soltar la imagen. Ignoro el motivo de tal sensación.
Fawcett la llevó al Museo Británico, donde tras largos días de estudio, le comentaron que nada podían decirle sobre el origen de dicha figura, a lo que añadieron: O se trata de una falsificación, o constituye algo que rebasa toda nuestra experiencia.
Para un personaje amante de la aventura e imbuido por la filosofia de los teósofos, aquello era un verdadero reto, y
así dedicó los años siguientes a buscar las “ciudades perdidas” que él confesó, estaban relacionadas con la Atlántida.El año 1925, acompañado por su hijo Jack y un amigo de éste, Raleigg Rimell, emprendió una expedición ( sería la última para él)que lo llevaría a un punto concreto situado entre los ríos Sao Francisco ( Bahía) y Xingú.Jamás volvieron.
Cuando la expedición salió de Cuibá, estaba formada por cinco personas, los tres británicos y dos guías locales. Treinta y cinco días mas tarde, los dos guías regresaron llevando este mensaje escrito por el militar inglés: Nuestros dos guías regresan.Cada vez se ponen mas nerviosos a medida que avanzamos por la región india.Seguiré emviando despachos de vez en cuando, con la esperanza de poder enviarlos eventualmente con alguna tribu de indios amiga.Aunque dudo que esto sea posible.
Aquella sería la última noticia real que se tuvo de Fawcett. Durante meses nadie se alarmó, pues el propio coronel había calculado que aquella expedición podía durar incluso dos años.
Con el paso del tiempo, la gente empezó a sospechar lo peor, aunque algunos creyeron que había enncontrado la “ciudad perdida” y se había quedado en ella, disfrutando de sus riquezas.
El año 1928, el también militar, comandante George Dyott organizó una expedición que se hizo popular con el nombre de “El club de los suicidas” y que tenía la pretensión de encontrar a Fawcett. Partió con 26 hombres, 64 bueyes y diez mulas, además de muchas armas de fuego.Tuvo problemas con los indios bravos,se quedaron sin munición de boca, y finalmente decidieron volver a su destino. Ya en la civilización, Dyott aseguró que un grupo de indios le aseguró que Fawcett y su grupo, habían sido asesinados por una tribu belicosa.
Algún tiempo después, el explorador y aventurero suizo Esteban Rattin, aseguró haber encontrado muy cerca del río Arinos, un hombre blanco, de profundos ojos azules y larga barba,y vestido de caqui de pies a cabezas, el cual le aseguró ser Fawcett y estar preso de los indios, y le pidió que llevara un mensaje a su amigo el comandante Faget. Además para identificarse, le enseñó un anillo en forma de sello. Cinco meses mas tarde, el suizo entregaba a Faget, que vivía en Sao Paulo el mensaje. Josué Logan dijo que la esposa de Fawcett, identificó el anillo como una de las sortijas que su marido llevaba siempre encima.
Desde aquel año, se organizaron diversas expediciones para localizar al explorador y sus acompañantes, e incluso se pusieron anuncios comerciales en el The Times .
La cuestión pareció quedar saldada cuando en 1947, la expedición “Roncador-Xingú” llegó a establecer un campo de aviación en tierra de los indios kalapalos. Su jefe, de nombre Xarasi, contó a los expedicionarios, que hacía muchos años, un hombre blanco de nombre Fawcett, había llegado al poblado y que tras exigir piraguas y víveres, había abofeteado al jefe. Aquella provocación, junto al hecho de que poco antes el hijo de Fawcett había hecho el amor ( o quizá violado) a una de las esposas del cacique( relación de la que nació un niño blanco de nombre Yarula)provocó la ira del lider indio, el cual en venganza mató al británico.Poco después de contar esta historia, y de manera un tanto misteriosa, el jefe indio “murió”.
Hasta aquí tenemos unos datos más o menos sabidos por todos los interesados en el tema de la desaparición de Fawcett, pero hace apenas unas semanas tuvimos casi por casualidad, acceso a una documentación publicada en el año 1930 que hace referencia al encuentro que en 1929, el viajero y mecánico Roger Courteville , su esposa la brasileña Martha Seedorf y un mecánico brasileño tuvieron con Fawcett.
Estos tres aventureros, los cuales ni tan siquiera habían oido hablar del militar inglés, montaron pieza a pieza y durante muchos meses, un extraño y arcano automóvil 4 por 4 que armado con seis ruedas y fabricado casi por completo con piezas de la casa francesa “Renault” ( Courterville lo exigió así en un arrebato de “chauvinismo”)atravesaron en un “raid” jamás igualado que duró un año, el trayecto que va desde Río de Janeiro hasta Lima, pareciendo todo tipo de problemas, asaltos,y accidentes, incluso tuvieron en un par de ocasiones que desmontar el “todo terreno”, cargarlo en mulas y atravesar así la selva.
Uno de los días, tras haber sufrido una avería en el estrambótico pero funcional vehículo, y estando a unos 150 kilómteros de Cuyaba,concretamente junto a un afluente del río Casca, se acercó a su esposa un hombre al que el automovilista galo define como : Era un hombre de como sesenta años,cabellos grises y barba indefinible, iba vestido con unos pantalones y una camisa caqui, muy parecida a la que usan los “boy scouts”. Su sombrero de alas anchas,posiblemente en sus buenos tiempos debió ser del mismo color.
Courterville le habló en portugués, no encontrando respuesta alguna por parte de aquel hombre, del que su esposa Martha, bastante entendida en cuestiones médicas, pudo ver que se encontraba mal, casi con toda seguridad afectado de paludismo, del que al parecer estaba en aquellos momentos sufriendo una grave crisis. La mujer se dio cuenta de que aquel hombre estaba muy enfermo y que sus piernas estaban comidas literalmente por los mosquitos. Algo temeroso,el marido se dirigió a él en inglés: Y say, Man,the mosquitos seem to take care of you ( me parece señor, que los mosquitos se están ocupando mucho de usted). Entonces, al oir la lengua inglesa, aquel hombre, al que el francés definió como “esfinge humana”, se fijó en sus visitantes, y Martha definió su mirada como “Aquella imagen era muy enérgica, tengo la impresión de que aquel hombre era un militar”.
El hombre miró con energía a la pareja y les respondió:These poor animals are hungry ( estos pobres animales tienen hambre).
Ante aquella inesperada aparición, los dos viajeros creyeron que se trataría de algún demente que habitaba en algunos de los campamentos que los buscadores de oro del Stock Exchange tenían en aquella región,pero poco después, el galo y su esposa se encontraron con un viejo cazador que al comentarle que habían encontrado aquel extraño sujeto perdido y enfermo, les aseguró que se trataba del coronel Fawcett, uno de cuyos compañeros había caido víctima de una especie de extraña septicemia, la cual había acabado con él, y el coronel y el otro ( seguramente su hijo) habían llegado al este de Diamantina.
La descripción que le habían hecho a la pareja del coronel Fawcett quienes le conocieron, coincidía exactamente con el hombre que habían encontrado desquiciado en la jungla, y su modo de vestir era el clásico de aquel viejo militar.
Courterville,de forma un tanto egoista y obsesionado con los automóviles y de ser el primero en cruzar en su vehículo Sudamérica de este a oeste, ni tan siquiera notificó el encuentro a las autoridades de Cuyaba. Solo algunos años mas tarde, referiría su extraño encuentro en el libro titulado A través de la América del Sur ( publicado en España por ediciones Gil)
El nombre de Fawcett, irá siempre ligado a las “ciudades perdidas” del Amazonas, y seguirá siendo meta de estudio para todos aquellos que se desplazan a la inmensa cuenca fluvial, al corazón del “Infierno Verde” en busca de sus misterios.
Para más información: Las expediciones del Coronel Fawcett, Brian Fawcett ( hijo del coronel) editado por Argos, y Los misterios del Amazonas, de Josué Logan Ediciones G.P.