Barcelona, 3000 años más antigua
Hasta hace muy poco tiempo se creía que los orígenes de Barcelona se remontaban como máximo a los siglos V-VI a.d.C, con los primeros asentamientos ibéricos en Montjuic, y más tarde la construcción de la romana Barcino.
Algunos hallazgos fortuitos parecían indicar que el “llano” barcelonés fue visitado de forma ocasional por algunos grupos de cazadores en pleno neolítico. En el año 1917, mientras se realizaban unas obras en la calle Muntaner, se encontró una tumba neolítica con algunas piezas de sílex. Más tarde el hallazgo de algunas hachas del mismo material indicó que la actual Barcelona había sido recorrida hace milenios por algunos pequeños grupos, los cuales no llegaron a asentarse en la zona.
El descubrimiento a mediados de 1990 de una necrópolis neolítica con más de 20 enterramientos junto al templo prerrománico de Sant Pau de Camp, en pleno Raval, ya levantó serias dudas sobre los primeros habitantes del llano barcelonés.
La historia de Barcelona deberá replantearse al ser descubierto recientemente por un grupo de arqueólogos un asentamiento fijo, con grandes silos acampanados, así como algunos enterramientos de niños en la actual calle Reina Amalia, muy cerca de la anteriormente citada necrópolis prehistórica, con la que muy posiblemente guardaba cierta relación.
Tras ser estudiado el yacimiento, Miquel Molist, arqueólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), declaró que “los asentamientos de dicha época pudieron ocupar unas cuatro hectáreas en el llano barcelonés”.
Estas medidas, pertenecientes a una población que se remonta al 3500 antes de nuestra era, son considerables si las comparamos con la extensión total de la Barcino romana, que apenas llegaba a las diez hectáreas.